La experta analizó en primer lugar lo ocurrido con Manuel Rosales, para quien el leñazo tuvo el efecto de un electrochoque en las circunvoluciones cerebrales. No en balde pronunció su mejor discurso (el único bueno, dice ella) cuando se reconoció vencido.

Rosales -vea usted- tiene actitud de Presidente electo despachando desde La Viñeta. Por eso hasta ha designado una comisión para la reforma de la Constitución Nacional, integrada por una pléyade de notables.

La actitud se ha traspasado a los principales dirigentes opositores, acota Prodigio. El equipo económico del candidato vencido no se ha achicopalado con el fracaso y está empeñado en que la tarjeta Mi Negra pase a ser precepto constitucional. "El que no puede lo menos, puede lo más", es su lema.

Los rosalistas, animados paradójicamente por la caída, llegan al extremo de hablarles con irreverencia a los vencedores. Les leen listas de exigencias, las cuales deben ser atendidas sin demora. No te digo yo, pues.

El informe de fin de año de la superlativa politóloga también hace referencia a las filosóficas reacciones de algunos de los partidos de la alianza atrevida frente al naufragio sin atenuantes que han sufrido.

Usted oye, por ejemplo, a los dirigentes de Copei y tiene la impresión de que los jefes de una organización triunfante dan puñetazos en la mesa de negociación. La realidad es que la otrora gran tolda socialcristiana es ahora un partidito bon sai, cuyo único consuelo vendría a ser que -igual que en mejores tiempos- contarán con la compañía de su carnal AD.

¿Y qué decir de los partidos "de izquierda" que animaban la candidatura de Rosales? Pues que no cabría esperar de ellos más habilidad para el escapismo. El MAS, que alguna vez arrastró la maldición del "6% histórico" se empequeñeció esta vez hasta el "0,6% cómico". Pero eso no le impide al secretario general, Leopoldo Puchi, seguir declarando cada lunes con la actitud señera de un gran jefe opositor.

El MAS tampoco está solo. El electorado tuvo la decencia de lanzarlo al basurero junto a otros desechos del sistema político, tales como La Causa R, el una vez poderoso movimiento obrerista; Bandera Roja, en cierta época ícono de la ultra; e Izquierda Democrática, ese ancianato de caciques sin indios. "Juntos no pasaron de 132 mil votos -los desahucia Prodigio, calculadora en mano-. Si hubiesen competido ellos por un lado y el PCV solo por el otro, de todas maneras habrían perdido por paliza".

clhernandez@eluniversal.com