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15/12/2006 | México: Más violencia en el corto plazo

Ana María Salazar

A pesar de los esfuerzos del gobierno federal, incluyendo el operativo Michoacán y la transferencia de 10 mil elementos del Ejército y de la Marina a la Policía Federal Preventiva, a corto plazo debemos esperar que la violencia en el país se incremente aún más.

 

Las razones son muchas. Desafortunadamente, la mayoría de los grupos del crimen organizado han crecido, sin reservas y por desatención, a través de los años. Y aunque definitivamente hubo grandes golpes el sexenio pasado, con el arresto de algunos de los capos de los cárteles más importantes, el mismo gobierno federal admite que estas detenciones se tradujeron en guerras intestinas (tradúzcase masacres) entre cárteles que buscaban reacomodar el negocio del tráfico de drogas. Hace unos años había un manojo de organizaciones criminales que mantenían un monopolio sobre el negocio y la violencia derivada de estas actividades. Ahora, el negocio se ha "democratizado". Ahora cientos de traficantes wannabes compiten por un espacio en el negocio; una competencia cuyas reglas se rigen por la violencia y el asesinato no sólo de los competidores, sino también de autoridades locales.

El problema fundamental en la estrategia de seguridad pública de la administración del presidente Fox fue que, bueno, no hubo estrategia. No se necesitaba ser un experto en cuestiones de seguridad para anticipar el escenario que ahora vive el país. Ya para cuando se lanzó la operación México Seguro fue demasiado tarde, insuficiente y mal coordinada entre las instituciones, además de que no había una estrategia clara de lo que seguiría después de que los operativos del gobierno federal terminaran en, por ejemplo, Nuevo Laredo.

Adicionalmente, los capos encarcelados siguieron manejando sus negocios desde sus celdas. Cualquiera pensaría que una vez en la cárcel los criminales dejarían de delinquir. Y lo que hemos visto en los últimos años es que, al contrario, las cárceles y prisiones del país se han convertido en los centros de operaciones de actividades criminales. Botón de ejemplo son las miles de llamadas telefónicas que desde los reclusorios buscan chantajear a personas con los famosos "secuestros virtuales". Si el Estado no puede suprimir la capacidad delictiva de los reos que supuestamente están bajo su custodia, tenemos que concluir que el Estado simplemente no puede controlar nada ni a nadie.

Y estas son las muchas lecciones de los fracasos de las anteriores administraciones para enfrentar el problema de la rampante inseguridad del país: falta de una estrategia coordinada con objetivos a corto, mediano y largo plazo, la incapacidad o falta de voluntad política para enfrentar nuevas tendencias delictivas, la absoluta falta de coordinación entre las corporaciones que tienen la responsabilidad de la seguridad nacional y la seguridad pública del país. Pero tal vez el error más grave fue la falta de voluntad política para convertir la lucha contra la inseguridad y el crimen organizado en una prioridad política.

Pero, regresando a mi afirmación inicial, la razón que incrementará la violencia en el país tiene que ver con una cuestión peligrosamente sencilla: las organizaciones criminales y los delincuentes no le tienen ningún temor a las autoridades. En Europa y Estados Unidos son relativamente pocos los policías, fiscales y jueces amenazados o asesinados. Simple y llanamente porque los grupos del crimen organizado no se atreverían a asesinar a un funcionario estatal o federal , ya que saben que el Estado invertiría los recursos necesarios no sólo para aclarar quiénes fueron los asesinos, sino para asegurar que acaben en la cárcel, inclusive persiguiéndolos por décadas si es necesario. En estos países se entendió desde hace tiempo que una vez que los criminales superan el temor a las autoridades la batalla está perdida.

En México se ha permitido en los últimos años el asesinato y la tortura de servidores públicos, sin que pase nada. Lo que han aprendido los criminales en los últimos años es que mientras más se amenaza, se secuestra, se tortura y se mata a funcionarios públicos y ciudadanos dispuestos a enfrentarlos, menos dificultades tienen para operar. Ante la arremetida que promete Calderón, los criminales tienen más incentivos a ser aún más violentos. ¿Podrá el gabinete de seguridad de Calderón cambiar esta dinámica a corto plazo?

salazaropina@aol.com  

Analista política

El Universal (Mexico)

 


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