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08/03/2005 | Visión esperpéntica

Dr. Jaime Vázquez Allegue

El otro día aparecía en varios medios de comunicación la noticia de que el gobierno español y el francés -íntimísimos desde la llegada al poder del partido socialista español- pretendían o tenían la intención -al menos- de solicitar la retirada de Hamas de la lista de las organizaciones terroristas que operan en el espectro del terrorismo internacional, nacional, regional o local. El terrorismo, en estos casos, es el único bastión de poder que carece de fronteras.

 

La fiabilidad de la noticia, lejos de extrañar y producir asombro, se convierte en un paso más del gobierno socialista español en su afán por lograr el desconcierto no sólo nacional (local y regional). El nuevo talente dialogal y tolerante del presidente del gobierno español le convierte en el mayor defensor a escala internacional de cualquier tipo de ingestión voluntaria de desprecio por la realidad más objetiva. Fíjense los lectores que lejos de buscar responsables de los atentados del 11 de marzo de Madrid en los movimientos de corte islámica creó -desde el primer momento- una comisión de desorientación voluntaria para poder dialogar -ante todo- con quienes pudieron estar y de hecho estuvieron, detrás de la masacre de Atocha.

Pues si esto sucede en el propio país, cuando el terrorismo islámico se tiene dentro de la propia casa, qué no se dirá y pensará del que actúa en la distancia, al otro lado del Mediterráneo. Especular no cuesta nada y para los gobiernos francés y español, sólo pensar que Hamas no tiene pinta de organización terrorista es un ejercicio de imaginación relajante y satisfactorio. Al final va a resultar que nadie mata a nadie y, como dice el título de la cartelera: nadie conoce a nadie (prototipo del cine español de última generación). Y con eso de no conocer o no querer conocer va a resultar que todo el mundo es bueno y que la gente se muere porque se tiene que morir o porque forma parte del sentido de la vida.

Habría que ver el listado de las organizaciones terroristas reconocidas como tales que operan en el panorama internacional. Lo digo porque esa lista parece uno de los secretos mejor guardados. Pero lo que más sorprende es la capacidad que pueden tener algunos y los criterios que utilizan para añadir o retirar nombres de la baraja del terrorismo internacional. Tengo la impresión de que en el caso de que tuviéramos acceso al verdadero listado de organizaciones terroristas nos llevaríamos una gran sorpresa al descubrir que -como dice el refrán- no están todos los que son ni son todos los que están. Claro que ante evidencias como la presente, negar o querer retirar la susodicha organización es como querer cambiar el orden de la sucesión de los días y de las noches. Hay casos en donde la evidencia se impone a la especulación. Establecer un debate abierto sobre la pertinencia o impertinencia del asunto cuando sobre la mesa hay cientos de muertos y muchas familias destrozadas pertenece a la visión esperpéntica de la realidad que diría Valle Inclán. Tal vez, siguiendo los parámetros de Valle, lo que hay que cambiar es la perspectiva cóncava o convexa del espejo sobre el que un gobierno mira la situación en la que se encuentra.

Lo que más llama la atención es que a pesar de una organización terrorista que lleva atentando sobre el territorio español más de treinta años y después del primer aniversario del atentado del 11-M de Madrid todavía pueda haber quien tenga dudas en reconocer lo que es el bien del mal, lo que es un atentado terrorista y lo que son unas vacaciones en la playa, lo que es ganar unas elecciones por sus propios méritos o llegar al poder aprovechando las oportunidades que se presentan por el camino, aunque éstas sean a costa del dolor del terror.

El Reloj (Israel)

 



 
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