Por eso Chávez luego de su reelección anunció la necesidad de una nueva revisión a la Constitución de Venezuela, porque ahora libre de toda presión, especialmente la electoral, podrá proponer la anulación e introducción de lo que no le fue posible en la Constitución de 1999, aprobada en su primer gobierno.

Durante las décadas de los 60 y 70 la izquierda en Latinoamérica, en su mayoría estaba convencida de que la revolución y las transformaciones sólo podían llegar por la lucha armada, pero en Venezuela al final de los 90 descubrieron que utilizando las herramientas que brinda la democracia podían destruir al Estado vigente e imponer uno nuevo, vieron que a diferencia de lo que intentó realizar Salvador Allende en Chile, Venezuela es inmune a la acción del líder de la ´revolución bolivariana´ porque depende aún del ´imperio capitalista´, pues la dependencia de

este ´imperio´ por el petróleo venezolano le tiene atadas las manos por el momento y así el avance gradual de Venezuela hacia el socialismo resulta inalterable, por ahora.

En nuestro país la misma receta comenzó a ser aplicada por el MAS, aunque camaleónicamente matizada con un discurso indigenista y con arranques esporádicos de nacionalismo y con un constante afán de confrontación racial que siempre le ha rendido grandes réditos partidarios tanto en el campo

como en las ciudades, por eso el Presidente en sus discursos constantemente menciona la situación de postergación y abandono que le tocó vivir a este importante segmento de ciudadanos bolivianos, apretando así el gatillo que hace aflorar el resentimiento que los alinea automáticamente a sus planteamientos políticos, aunque nunca menciona que el objetivo final de su programa político que es el de establecer un Estado socialista.

El MAS, en su primer año de gobierno ha dejado claro su interés de consolidar su poder partidario en el campo y en los sectores deprimidos en las ciudades llegando para esto hasta los extremos de someter a su propio Gabinete Ministerial a la aprobación o reprobación de estos sectores en una acción inteligente y demagógica que provoca, obviamente, en estos sectores una sensación de poder compartido, aunque la estrategia a seguir venga de fuera de las fronteras.

Los temores del sector privado y de todos los que no están de acuerdo con el proyecto del MAS, no son infundados al creer que el nuevo texto constitucional en lugar de ser el mecanismo de control del poder que impida cualquier tipo de despotismo se convierta en instrumento para llevar adelante un determinado proyecto político.

En 1999 cuando se redactó el actual texto de la Constitución de Venezuela, Hugo Chávez logró eliminar todas las trabas que impedían su reelección, además de ampliar el período presidencial a seis años, estableció también las bases para que casi toda la iniciativa económica esté a cargo del Estado dejando lo residual para el sector privado. De ahí que la discusión por los dos tercios en Bolivia se torna vital e impulsó a un papel protagónico a las prefecturas y los comités cívicos ante la división de los partidos políticos de oposición que no logran ponerse de acuerdo para hacer frente al Gobierno.

En Venezuela los millonarios ingresos generados por la venta del petróleo, elemento vital y estratégico en este mundo moderno, además de tener ya una estructura montada para su explotación, le permiten a Hugo Chávez darse el lujo de embarcar a su país en este experimento político, cuyo fin es el establecimiento de un bloque de países socialistas en Sudamérica, la integración sudamericana con la que soñó Simón Bolívar, pero desde un óptica unilateral socialista.

En Bolivia, el gobierno del MAS quiere tornar viable este proyecto político con los recursos generados por la venta del gas pero para esto tendría que incrementar considerablemente los volúmenes de gas exportable, además de crear la infraestructura necesaria para esta explotación masiva de gas, que requiere de cuantiosas inversiones difíciles de conseguir especialmente en un país con un Gobierno que tiene como una de sus metas la destrucción gradual de la propiedad privada.

En el análisis de los hechos ocurridos en Venezuela, desde la llegada de la ´Revolución Bolivariana´ al poder, están las respuestas de lo que está haciendo y de lo que hará en el futuro, tanto en la Asamblea Constituyente, en el Congreso, en el Poder Ejecutivo y en el Poder Judicial el actual gobierno boliviano porque las directrices para promover ´el cambio´ son similares tanto en Bolivia como en Venezuela.