En efecto, en esta temporada el termómetro solía bajar hasta menos quince en esta estación balnearia. Ahora ya no es así. "Este año no hay mucha nieve, aunque es suficiente para esquiar en la parte alta de las montañas", afirman desde la oficina de turismo.

El Foro Económico Mundial que empieza mañana incluirá en su agenda hasta una quincena de encuentros para debatir sobre las consecuencias económicas del efecto invernadero. "Ha habido un cambio cualitativo en la conciencia de la opinión pública sobre el calentamiento del clima en el 2006", dice Klaus Schwab, fundador del certamen. Los líderes mundiales están preocupados. Uno de cada cinco, el doble respecto a hace un año, ha fijado la protección del medio ambiente como prioridad.

Aparte de discutir sobre emisiones de gas, tecnologías verdes y promoción de la energía nuclear, los 2.500 participantes, procedentes de la elite económica y política del planeta, se centrarán en el tema de la seguridad. De acuerdo con una encuesta de Gallup, los sentimientos son contradictorios. Los líderes se confiesan optimistas sobre el crecimiento económico. Dos de cada tres creen que el mundo será más prospero en el futuro.

En cambio, hay pesimismo sobre la cuestión de la seguridad. La mitad cree que las próximas generaciones vivirán en un mundo con más incertidumbre. "Nos enfrentamos a un mundo cada vez más esquizofrénico. La economía va bien, pero los desafíos y los desequilibrios son numerosos: vivimos en un mundo peligroso", resume Schwab.

Entre las figuras políticas más emblemáticas que se encargarán de aportar soluciones destaca la canciller alemana Angela Merkel, que tiene la presidencia de la UE, y el primer ministro británico, Tony Blair. El viceprimer ministro ruso, Dimitri Medvedev, ex jefe de Gazprom, aclarará los problemas del suministro energético a Europa. La presencia de líderes europeos es más relevante que en otras ediciones, lo que atestigua el buen momento económico del Viejo Continente, que en el 2007 debería crecer a un ritmo similar o incluso superior al de la locomotora estadounidense.

Este año habrá también más atención para Latinoamérica. El nuevo presidente de México, Felipe Calderón, se estrenará ante la platea de Davos. También el brasileño

Lula da Silva se asomará al escenario como presidente recién elegido para un segundo mandato. Ambos representan la cara amable del continente, al mismo tiempo que en Davos se debatirá el auge de los regímenes de corte populista en Sudamérica.

Las empresas volverán a ser protagonistas. Como dijo una vez un directivo estadounidense: "Voy a Davos porque me encuentro con mucha gente sin tener que tomar muchos aviones". Un número importante de empresarios de Asia, una nueva generación de ejecutivos, pisará los pasillos de Davos.

En el frente diplomático, como es costumbre, se intentará desbloquear el conflicto entre israelíes y palestinos. También se esperan avances en las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Una delegación ministerial se volverá a reunir por primera vez después de que en julio se rompiera el proceso de liberalización comercial.