Inteligencia y Seguridad Frente Externo En Profundidad Economia y Finanzas Transparencia
  En Parrilla Medio Ambiente Sociedad High Tech Contacto
Inteligencia y Seguridad  
 
11/03/2005 | Masjadov está muerto ¿Y ahora qué?

Boris Kaimakov

Cuando Alexander Korzhakov, jefe de la guardia presidencial de Yeltsin, se presentó en 1993 en el despacho del dirigente ruso para informarle sobre la rendición del Parlamento rebelde, puso sobre el escritorio la pipa del odioso líder parlamentario, el checheno Ruslan Jasbulatov. Y en un arrebato de furia, Yeltsin lanzó aquélla contra la pared, según recordaba más tarde el guardaespaldas destituido.

 

Cuando Nikolai Patrushev, jefe del Servicio de Seguridad ruso, compareció ante el actual presidente Vladímir Putin para presentarle un reporte formal, como si lo estuviera leyendo, sobre la eliminación del líder separatista Aslan Masjadov, el mandatario ruso acogió esa noticia con una cara de piedra. Y sin embargo, a Putin le tembló la voz cuando ordenó condecorar a todos los participantes de esa operación.

Yeltsin odiaba a Jasbulatov. Como a un adversario político y como a una persona que lo había insultado en público, reprochándole al presidente por su adicción al alcohol delante de millones de telespectadores con el gesto característico del que empina el codo.

Masjadov ha sido para Putin un adversario más serio que el ex profesor Jasbulatov para Yeltsin. Masjadov encarnaba una amenaza a la integridad de Rusia y tal amenaza se iba plasmando en acciones encaminadas a la desestabilización del Estado ruso. Obsesionados por la idea de la independencia de Ichkeria, Masjadov y los demás separatistas chechenos veían dos soluciones posibles para conseguir su propósito: o eliminarlo a Putin físicamente o provocar la desintegración de Rusia.

En 1994 me tocó hacerle una entrevista a Masjadov en su despacho de Grozny, para la televisión. Delante de mí estaba un ex coronel del Ejército soviético, en aquellas fechas, jefe del Estado Mayor General en la Ichkeria de Dzhojar Dudaev. Ya en aquella ocasión no me quedó la menor duda de que ese checheno, quien había hecho una carrera brillante como oficial soviético, era incapaz de pensar en términos políticos. Era un típico jefe de la plana mayor cuyo razonamiento era al estilo de "vamos a recibirle al enemigo aquí si avanza desde allá". Preguntado por las bajas que el pueblo checheno podría sufrir en caso de que hubiera hostilidades a gran escala en su territorio, Masjadov respondió sin pensarlo dos veces: "Un esclavo que no quiere zafarse de su condición merece una esclavitud doble". Más tarde me enteré de que era una frase de Dudaev que era usada como respuesta habitual ante esa clase de preguntas.

No tiene sentido discutir acerca de si Masjadov estaba implicado de alguna forma en los atentados terroristas que se han perpetrado en el territorio de Rusia. Incluso considerando que han sido fabricadas aquellas declaraciones en contra de Masjadov que provienen de algunos terroristas capturados, podríamos suponer con una gran dosis de seguridad que en el futuro se van a encontrar pruebas más serias de su participación activa en esos atentados horribles. No puede ser de otra manera porque las aspiraciones independentistas en Chechenia han generado una tendencia a la inmolación, la cual siempre da origen a los terroristas. Y el terrorismo, a su vez, degenera en el bandidaje. Por muy drásticas que sean las acusaciones contra Putin, por su rechazo a los separatistas chechenos, el presidente ruso no se equivoca en absoluto en una cosa: ningún Estado puede reconocer la razón del terror. En ello consiste la tragedia de Masjadov y a la vez la tragedia de Rusia. La mentalidad humanista de Occidente, cuando le incrimina a Putin su dureza, no pretende acercar las posturas de las partes ni mucho menos. Simpatizando con los secesionistas, Occidente demoniza al mismo tiempo a Putin, lo presenta como un sátrapa cruel y cierra de esta manera el círculo del odio recíproco.

Masjadov está muerto y ha sido una muerte extraña la suya. Todavía no está claro del todo si él prefirió agotar su cáliz de mártir y recibir la muerte de las manos del enemigo, o bien, fue matado por sus propios guardaespaldas, quienes más tarde entregaron el cadáver a los agentes especiales que habían cercado el búnker. Precisamente así había ocurrido en su día con el líder de la rebelión campesina rusa Emelian Pugachev al que entregaron sus propios compañeros - eso sí, todavía con vida - para evitar la horca y ganarse el perdón de la emperatriz Catalina II.

Los servicios secretos llevaban ocho años largos cazándole a Masjadov sin éxito alguno cuando de repente cae una presa fácil. Lo que llama la atención ya no es la muerte en sí de este dirigente sino la extraordinaria facilidad con que el Servicio de Seguridad pudo localizar su refugio subterráneo. Será que los agentes habían capturado a algunos terroristas muy próximos a Masjadov, quienes delataron su paradero.

¿Podrá el Kremlin solucionar el problema checheno ahora que Masjadov ha sido eliminado? Quisiera creer que la desaparición de un líder de tal nivel va a provocar, sin duda alguna, una crisis en la resistencia chechena. Siempre sucede así. Los terroristas no podrán agruparse en torno al segundo dirigente, Shamil Basaev, quien sirve muy bien para una lucha a muerte pero no para una lucha por la vida. La aniquilación de Masjadov lo demuestra perfectamente, pues sus guardaespaldas optaron por la vida.

Masjadov estaba prácticamente aislado para el momento de su muerte. Incluso se escondía en una aldea de nombre ruso poblada por sus enemigos, Tolstoi-Yurt, confiando en que nadie sospecharía de un lugar al que, en principio, jamás le habrían dejado entrar sus adversarios chechenos. Los enemigos sí que le acogieron a Masjadov y han sido sus amigos, de los pocos que quedan a día de hoy, quienes lo delataron. Lo importante, por tanto, no es la eliminación de Masjadov como tal sino los síntomas claros del cansancio y el agotamiento en las filas del movimiento separatista en Chechenia.

RIA Novosti (Rusia)

 



 
Center for the Study of the Presidency
Freedom House