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29/01/2007 | Cada año se descubren más de 1.600 nuevas especies marinas

Belén Tobalina

Los oceánicos son sólo el dos por ciento de los ejemplares conocidos en el planeta - Quedan entre 10 y 100 millones de seres por investigar.

 

Madrid- A lo largo y ancho de 361 millones de kilómetros cuadrados se «esconde» un mundo sin barreras donde aún son más los secretos oceánicos que los datos concretos de los que dan prueba fehaciente los científicos. Poco o casi nada se sabe sobre la biodiversidad marina. Este retraso, en cuanto a investigación se refiere, responde a la evidencia de que la fauna que surca estas aguas es muy superior a la constatada y conocida científicamente. Los organismos marinos suponen hoy en día sólo el dos por ciento de las especies conocidas, según revela la obra sobre «La exploración de la biodiversidad marina. Desafíos científicos y tecnológicos», publicada recientemente por la Fundación BBVA.

212.000 especies marinas 

Los océanos cubren el 71 por ciento del planeta. En esta inmensidad habitan al menos 212.000 especies de animales, frente a los 12 millones que conviven con nosotros en los continentes, si bien son más diversos genéticamente. Sin embargo, a pesar de registrarse una más que notable minoría de especies marinas conocidas, lo cierto es que registran una mayor diversidad. Así, mientras que el 91 por ciento de la fauna terrestre se engloba en solo un grupo de organismos de ascendencia común (filo), el de los insectos, arácnidos, ácaros, etcétera, en los océanos, en cambio, el 90 por ciento de las especies se aúna en 8 grupos taxonómicos (especies y subespecies). En fin, más variedad y riqueza genética.

Moluscos y crustáceos

A esta lista de ejemplares se suman cada año 1.635 nuevas especies marinas, «sobre todo moluscos y crustáceos, y no gusanos, tal y como se pensaba desde hacía tiempo», asegura el coordinador del libro, Carlos Duarte, profesor de investigación del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, del Consejo Superior de Investigaciones Científicias (CISC). «El descubrimiento de especies de fauna marina es -prosigue- cinco veces mayor que de la terrestre. En cambio, en flora sería prácticamente al mismo ritmo». 

En la actualidad, las zonas de estudio para hallar nuevas especies se centran en puntos calientes del Indo-Pacífico (sureste asiático, Indonesia), donde se ha constatado una mayor variedad de especies y en montañas submarinas (existen cerca de 10.000 montañas que superan los mil metros de altitud y muchas más de menor tamaño) y fumarolas de volcanes submarinos», añade.

Sin embargo, la exploración marina está aún en sus comienzos. Los científicos estiman que existen aún entre diez y cien millones de especies todavía por descubrir y a la velocidad actual de descripción de estos ejemplares serían necesarios entre 250 y 1.000 años para finalizar el inventario de la biodiversidad oceánica.

Demasiado tiempo, quizás, para descubrir los secretos que alberga aún un medio que vive bajo la amenaza continua de la especie humana. En esta contrarreloj, es previsible que muchos de los organismos marinos pasen por la vida sin que el hombre se percate ni siquiera de su existencia y de sus innumerables posibilidades que quizás tengan para la Ciencia.

La contaminación, la sobreexplotación de los recursos pesqueros o las malas artes que se practican en la pesca (pesca en profundidad, por ejemplo) explicarían, en parte, por qué la pérdida de hábitats marinos, que no de especies, es cinco veces mayor que las terrestres. Los arrecifes de coral y las praderas submarinas son, concretamente, los ecosistemas que más sufren este tipo de problemas, según el estudio realizado por la Fundación del BBVA. La tasa de merma es cinco veces superior a la de los bosques tropicales. En cuanto a la desaparición de ejemplares, «la extinción de especies de fauna terrestre es muy superior a las marinas, en cambio, en plantas el ritmo de desaparición es muy similar», recalca Duarte. 

Pero a pesar de la alarmante situación que se está viviendo en estos ecosistemas, lo cierto es que el área marina protegida no alcanza en la actualidad el 0,1 por ciento de su extensión. No es que la terrestre esté mucho mejor, pues tan sólo está protegido aproximadamente el diez por ciento de la superficie no sumergida. 

El fondo oceánico es un ecosistema aún sin explorar. Uno de los motivos, sin duda, es su coste. En la actualidad, muestrear tan sólo 2,5 metros cuadrados del que es el hábitat más extenso del planeta (nada menos que unos 300 millones de kilómetros cuadrados), «cuesta 50.000 euros».

En cambio el coste del mismo muestreo pero a 40 metros de profundidad supone 1.000 euros. Uno de los motivos es que bajar, por ejemplo, a 2.000 metros lleva cinco horas con el coste del alquiler del buque y las horas de trabajo de los investigadores, explica el científico. Y por profundidad que no sea. Aunque «la media de profundidad del fondo oceánico son 3.700 metros», también hay zonas que alcanzan los 11.000, explica Duarte.

Al factor económico hay que sumar el «ambiental-tecnológico». A unos 900 metros de profundidad aproximadamente la falta de luz es total, por lo que, a pesar de las cámaras de filmación, los submarinos y diferentes aparatos tecnológicos, únicamente se ve lo que iluminan las luces artificiales. Y así muy rápido, muy rápido, precisamente no se va. 

¿Pero qué o quiénes habitan en el fondo oceánico? «Posiblemente un tercio o una cuarta parte del total de especies marinas vivan a más de mil metros de profundidad. Se trata, sobre todo, de gusanos pequeños», concluye el científico del CSIC.

La Razón (España)

 



 
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