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08/02/2007 | Cambio Climático - Un fallo del mercado

Darío Valcarcel

EL Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, patrocinado por las Naciones Unidas, acaba de hacer público en París su terrible informe.

 

Desde hace 150 años, millones de seres humanos han manejado con irresponsabilidad las fuentes de energía. Se trata, en parte, de la franja más rica de los habitantes de la Tierra, aquélla que ha dispuesto del carbón y del petróleo y, ya en nuestro tiempo, del gas natural. El calentamiento del planeta, concluye el informe de París, no es ajeno a la actividad del hombre. El global warming se prolongará seguramente durante varios siglos. El grupo de científicos y expertos del Panel (unos 500, con informes previos de otros 2000 de todo el mundo) insiste: nuestras conclusiones deben considerarse inequívocas. El calor producido por las emisiones de dióxido de carbono (CO2) producirá posiblemente, de aquí a 2099, subidas de temperaturas de entre 1.8 y 6.4 grados centígrados. Subirá también el nivel del mar (hasta 59 centímetros), con desaparición de franjas de territorio, fuertes olas de calor, lluvias torrenciales, grandes sequías...

El Panel había dado ya su voz de alarma en 2001. Hoy, la acumulación de datos y el avance científico hacen la información más sombría.

¿Qué ha ocurrido aquí? ¿Cómo es que nos encontramos, de bruces, ante el asunto más grave sin que de él hayan querido enterarse tantos políticos (no todos), empresas, economistas, sociólogos, medios de comunicación? Ahora el asunto ha estallado, como un gran globo fétido, y estamos cogidos en él, atrapados. Y todavía con grandes grupos pagando bajo cuerda (ejemplo, la petrolera Exxon Mobile) a deformadores de la opinión pública: todo es mentira, no se fíen (esperamos sentencias condenatorias, penas de cárcel). Aunque debamos reconocer la inclinación más ecológica de otras major, BP, que hoy podría significar beyond petroleum; Chevron, con una magnífica campaña; Total, inclinada últimamente al nuclear...

El presidente Bush, defendido por grandes compañías petroleras y carboneras, empeñado hace cuatro años en perforar la intocable reserva de Alaska, clama hoy (¡hoy!) contra el petróleo... Dick Cheney, antiguo responsable de Halliburton, es vicepresidente. Estados Unidos, con el 4.5 por ciento de la población mundial, manda a la atmósfera el 25 por ciento del CO2.

Un estudioso californiano explicaba cómo el hombre es capaz de preocuparse por sus nietos. A veces sus bisnietos, pero no más allá. Olvidaba añadir que hablaba de los hombres más encanallados. Millares de millones de hombres y mujeres viven preocupados hoy por la suerte de sus semejantes dentro de mil años. Otra cosa deshonraría a la especie. Queremos a nuestras nietas, pero también a los nietos de nuestras nietas.

Los científicos del Panel han sido concluyentes: ahora el balón está en el terreno de los gobiernos. Ellos deberán aplicar desde mañana otras leyes, reglas de juego del todo nuevas. Con todos sus sesgos, ha sido Jacques Chirac el primero en coger el toro por los cuernos. Un cuerpo de las Naciones Unidas inmediatamente ejecutivo ha de ponerse al frente, según el presidente francés. Deberá estar respaldado por Estados Unidos, Unión Europea, Rusia, China, India y Japón.

«El 2 de febrero de 2007 se recordará quizá como el día en que la reflexión se transformó en acción», declaraba triunfante Achim Steiner, director del Programa Medioambiental de la ONU. Quizá. Si los humanos no borramos el quizá será prueba de nuestro trastorno. Pero no, no es posible el trastorno. Es más probable que un conjunto de intereses bastardos haya finalmente quedado al descubierto. Cuando apenas hay tiempo.

Hemos confiado en el mercado para resolver casi todos estos problemas. Pero también los mercados fallan, escribe el «Financial Times». Los mercados expulsarían las ofertas perversas... Y, sin embargo, han aceptado, nada menos, el envenenamiento de la atmósfera. Quizá no nos quede margen para la réplica. Este es, obvio es decirlo, el gran problema global. Después ninguno, después otra vez ninguno. Sobre él volveremos. Asunto conexo: la aceptación o rechazo por los seis grandes de la Corte Penal Internacional, un tribunal verdaderamente supranacional.

ABC (España)

 



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