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14/02/2007 | Viudas de tiranos

Eva Millet

Las mujeres de algunos de los dictadores más infames del siglo XX siguen viviendo a todo tren y en apariencia sin remordimientos.

 

Si en un hipotética merendola coincidieran las señoras de Milosevic, Marcos, Pahlevi, Hoxha, Pinochet y Duvalier la conversación no sería difícil. Al fin y al cabo, entre estas mujeres de procedencia tan variada (Serbia, Filipinas, Irán, Albania, Chile y Haití) existen más coincidencias que diferencias.

Para empezar, las seis han sobrevivido a sus maridos, que fueron en alguna etapa del siglo XX responsables de brutales dictaduras. Todas creen, con cerril firmeza, en la inocencia de sus cónyuges, pese a las innumerables pruebas de abusos cometidos contra los derechos humanos durante sus regímenes. Todas tuvieron una gran influencia en las trayectorias y decisiones de sus esposos (en especial las señoras Pinochet, Marcos, Hoxha y Milosevic) y, junto a ellos, gobernaron sus países como si de fincas particulares se tratara. Muchas han pasado o están pendientes de pasar por los juzgados pero no tienen reparos en considerarse víctimas inocentes, unas incomprendidas (" Los chilenos son unos mal agradecidos", dijo en una ocasión la señora Pinochet). Otro rasgo común es que, pese a su supuestas inquietudes filantrópicas, a casi todas se les han identificado cuentas millonarias en Suiza (incluso a la octogenaria Nexhmije Hoxha, coartífice junto a su marido Enver del régimen comunista albanés). A excepción de ésta última, el resto adora despilfarrar en ropa. Las compras enloquecidas son un factor común en casi todas, quizás por una necesidad subconsciente de mejorar sus imágenes, ligadas a las de los hombres crueles y amorales con los que vivieron.

´Imeldifil´

La moda fue y sigue siendo una de los motores de Imelda Marcos, quien acaba de lanzar su propia línea de ropa y complementos bajo el nombre de Imelda Collection. La viuda del dictador filipino Ferdinand Marcos ha debutado con una colección de joyas poco discretas a la que le seguirán una de ropa y otra, obviamente, de zapatos. Algunos de los diseños de Imelda se inspiran directamente en el desmesurado guardarropía que acumuló durante sus dos décadas como primera dama de Filipinas: en ese entonces ya era una notoria shopaholic (compradora compulsiva) que llegó a sumar quince abrigos de visón, novecientos bolsos y mil pares de zapatos.

Pero no fueron solamente zapatos lo que atesoraron los Marcos: cuando una revuelta popular los echó de Filipinas en 1986 fueron acusados de haber robado diez mil millones de dólares. Durante sus años en el poder también acumularon violaciones de derechos humanos, nepotismo, corrupción y leyes marciales. Durante todo ese tiempo, Imelda, ex reina de la belleza en su país, fue la consejera más cercana de su marido y embajadora plenipotenciaria de las Filipinas. Estos compromisos no le impidieron organizar escapadas a Europa y Estados Unidos para ir de compras (llegó a gastarse cinco millones de dólares en una de sus expediciones) y adquirir inmuebles de lujo en Manhattan (sin pagar nunca un centavo en impuestos). Propiedades que le serían confiscadas más adelante, junto con joyas y obras de arte de su colección particular, que incluía obras de Botticceli y Canaletto. Imelda, no obstante, admite conservar todavía algunos óleos de Picasso y Gauguin. "Gracias a que algunos de mis criados pudieron esconderlos en sus chabolas", explica en una entrevista aparecida en la revista Vanity Fair de este mes, en la que revela que nunca le gustaron demasiado los zapatos, sino que los coleccionaba porque "tenía que apoyar la industria filipina del calzado". Preguntada por los litros de perfumes, los kilos de carísimas cremas antiarrugas descubiertos en su laberínticos armarios y los recibos millonarios de sus compras, Imelda se limita a responder: "Podía permitírmelo porque mi marido tenía mucho dinero".

Imelda lleva 18 años sobreviviendo a Marcos, quien le pidió en matrimonio a la media hora de conocerla. Regresó a su país en 1991 y se presentó a las elecciones presidenciales en dos ocasiones. Sus hijos están metidos en política y ella vive en Manila, en un condominio de lujo.

Icono gay e inspiradora de un musical escrito por David Byrne, a los 77 tiene pendientes varias causas civiles y criminales que no parecen interferir en sus actividades como empresaria de moda ni en los recuerdos de su época dorada, que describe con una palabra que ha inventado: Imeldific.

Despiadada Lucía Hiriart

Lucía Hiriart de Pinochet también atesora millones de dudoso origen y muchas causas judiciales. Es sabido que la que fuera primera dama de la dictadura militar chilena entre 1974 y 1990 tuvo una influencia clave en la decisión de su marido de dar el sangriento golpe de estado contra el gobierno de Salvador Allende. Madre de cinco hijos, tiene fama de despiadada (en 1984 declaró que si ella fuera jefa de gobierno "sería mucho más dura que mi marido"), lo que no le impide considerarse una ferviente católica y adorar los modelitos de Chanel. Pese a no tener profesión concreta, se le han descubierto decenas de cuentas bancarias e innumerables propiedades en el extranjero y, como Imelda Marcos, no ha hecho en su vida una declaración de la renta. Lucía Hiriart vive todavía en Santiago y a los 85 años tiene bastante trabajo: además de los juicios abiertos por fraudes tributarios y malversación de fondos, entre sus hijos no reina precisamente la armonía. Quien se definió como una defensora de la familia y la moral tiene a parte de su prole peleada por cuestiones, obviamente, de dinero. En su casa, la viuda ha de hacer algo que ni a ella ni a su marido se les ha dado nunca demasiado bien: poner paz.

Mira Milosevic

Pese a ser en sus orígenes una comunista convencida, el dinero también le gusta mucho a Mirjana, Mira, Milosevic. Laex primera dama de Serbia conoció a su marido, al que llamaba Sloba, cuando ella tenía 13 años y él 16. Se convirtieron en inseparables y Mira fue fundamental en su ascenso al poder, que culminó con la bárbara guerra de los Balcanes, en la década de los noventa. Durante los años al mando, la señora Milosevic (quien, decían, era la única persona en quien confiaba el dictador), nunca tuvo reparos en ordenar asesinatos, meter mano en las arcas públicas, promocionar a miembros de su familia y destruir a todo el que osara oponérseles. La temida mano dura que empleó contra sus contrincantes, por eso, la olvidó en la educación de sus dos hijos, Marko y Marija. El primero, a quien apodaba "Mi dulce cachorrito", dirigía en plan tirano actividades pseudo-mafiosas en Belgrado, mientras que la segunda (a quien, como a papá, le gustan las pistolas), es propietaria de varios negocios suculentos.

Mirjana siempre se quejó del poco tiempo que se le permitía estar con su marido cuando iba a visitarlo a La Haya, donde fue juzgado por crímenes contra la humanidad. Slobo, por eso, la llamaba con regularidad desde la cárcel y ambos se enzarzaban en conversaciones subidas de tono. Pocos meses después de la muerte de su marido, en marzo del año pasado, un tribunal serbio ordenó la detención de la señora Milosevic por el asesinato de un periodista. El arresto no ha podido efectuarse porque la acusada reside en Rusia, cuyo gobierno se niega a conceder su extradición.

Nexhmije, ´viuda negra´

Todavía vive Nexhmije Hoxha, viuda del dictador albanés Enver Hoxha, fallecido hace 22 años. Apodada Lady Macbeth o la Viuda Negra, Nexhmije tomó el mando de su país tras la muerte de su marido en 1985. No le resultó difícil, porque llevaba décadas codirigiendo una dictadura hermética, que buscaba la autarquía y pretendía defenderse del exterior mediante la construcción indiscriminada de búnkers de hormigón. Cuando se derrumbó el régimen en 1990, Nexhmije pasó de mandar a ser la prisionera de mayor edad de Europa: fue condenada a doce años de cárcel por corrupción. Allí, todavía vestida con el uniforme obligatorio de las albanesas durante medio siglo (falda azul marino por debajo de la rodilla, blusa del mismo color con topos blancos y moño a la altura de la nuca), la entrevistó el periodista italiano Riccardo Orizio. Entre otras cosas, hablaron de otra albanesa, la madre Teresa de Calcuta, a quien la dictadora admiraba, y del marxismo. A la pregunta de si sentía algún remordimiento por las torturas y ejecuciones que había ordenado personalmente, contestó con un "no" rotundo. "El Estado tiene que defenderse de aquellos que conspiran en su contra. Naturalmente, hubieron algunos excesos... Cosas sin importancia que ni vale la pena mencionar", añadió. Nexhmije tiene 86 años y aún vive en Tirana, aunque la que era su residencia oficial fue destruida. Salió de prisión en 1995.

Farah, nómada de lujo

Excesos y brutalidades también los hubieron durante el reinado de Mohamed Reza Palevi, shah de Persia, cuyo régimen fue derrocado en 1979. Durante el exilio, su tercera esposa, Farah (de soltera Farah Diba) lo acompañó con esa fidelidad que tanto han ensalzado las revistas de papel couché. Porque Farah es desde hace décadas una habitual de la prensa del corazón. Desde esas páginas se ha informado meticulosamente de su existencia como nómada de lujo tras la muerte de su marido, en 1980. Hoy Farah, con 69 años, vive entre Estados Unidos - donde reside su hijo mayor- y París. La ex emperatriz también tiene su página web, que dedica "a todas las mujeres iraníes" y donde cuelgan muchas imágenes de su vida con el shah, coronación incluida. En una de sus últimas entrevistas, concedida al programa de la BBC Breakfast with Frost,se mostró contraria a una posible invasión de su país por parte de Estados Unidos y aseguró que las acusaciones de que la familia real se llevó de Irán 176.000 millones de dólares son "Mentiras. Propaganda del régimen y la oposición".

La infiel Michèle Duvalier

Novecientos fueron los millones de dólares que, según el gobierno haitiano, se llevaron los Duvalier cuando escaparon de Haití en 1986. Jean-Claude (Baby Doc)Duvalier se subió en el avión que los trasladaría a Francia acompañado de su madre y de su esposa, Michèle Bennett, quien lucía un elegante turbante blanco para la ocasión. Pese a la desaprobación de su progenitora, Baby Doc se había casado con Michèle en una fastuosa ceremonia seis años antes. La flamante nueva madame Duvalier era una hermosa mulata, divorciada con dos hijos, con un pasado como secretaria en Manhattan y cuyo padre había sido encarcelado por el padre de su nuevo marido.

Tras convirtirse en primera dama, Michèle se puso a trabajar en tres frentes: introducir a su familia en el poder, sacarse de encima a la suegra y poner en marcha su fundación,que consideró su hucha particular. La primera dama tenía fama de ser una auténtica maga de las finanzas y la mejor prueba de ello es que cuando se separó de Duvalier, lo dejó sin un duro. A diferencia de otras mujeres de dictadores, que los acompañaron con fidelidad canina hasta el final, Michèle aguantó poco en el exilio; en 1993 se divorció de su orondo marido, cogió a los niños, retomó su apellido de soltera y, con las cuentas bancarias bien surtidas, puso tierra por medio.

´Imperial´ Catherine Bokassa

En Suiza todavía vive quien fuera una de las señoras de Jean-Bédel Bokassa; Catherine Denguiadé o emperatriz Catherine a secas. El dictador de la República Centroafricana (autoproclamado emperador en 1976), tuvo 19 mujeres, pero solamente le dio el título imperial a Catherine, a quien Bokassa describiría como "Hermosa, pero con un corazón de hierro". Durante los años de poder de su marido, la emperatriz vivió como una reina y su belleza no pasó inadvertida a uno de los protectores del tirano, Valéry Giscard d´Estaing, gran aficionado a la caza de elefantes y a los diamantes africanos. En 1979, anticipando el golpe de estado con el que los franceses sacarían del poder a Bokassa, Catherine se esfumó hacia Lausana (aseguran que bajo la protección de D´Estaing), donde con casi 60 años se dedica a leer el tarot y declina hablar sobre su ex marido.

Una princesa para Idi Amin

Tormentosa también fue la relación de la princesa Elizabeth Bagaya con otro infame: Idi Amin. Durante un tiempo fue la favorita del dictador ugandés, quien la nombró, entre otras cosas, ministra de Asuntos Exteriores (Amin se jactó de haberse comido al anterior). Bagaya, la primera ugandesa con una licenciatura en Derecho y un título de Cambridge, procedía de una familia aristocrática y era toda una belleza (antes de conocer a Amin había sido modelo en Vogue). Pero la suerte de la princesa acabó cuando fue sorprendida en pleno acto sexual con un hombre blanco en un lavabo del aeropuerto de París. Amin anunció en la televisión ugandesa el cese fulminante de la todavía ministra y Bagaya no acabó con los cocodrilos del lago Victoria porque huyó a Kenia. Desde allí cooperó con las guerrillas anti Amin y, cuando cayó el régimen, fue nombrada embajadora en Washington. Hoy tiene 71 años y vive en la capital de Uganda, donde maneja los asuntos de su poderosa familia. De su tiempo con Amin se ha limitado a comentar algo bastante obvio: "Era un loco, y yo siempre lo supe".

Palabras de diablos

Ex dictador ugandés de compras en la sección de congelados". "Ex emperador vuelve a su país y proclama su santidad". Estos dos titulares del diario The Guardian de 1995 despertaron la curiosidad del periodista italiano Riccardo Orizio. Los artículos se referían a Idi Amin y a Jean-Bédel Bokassa, dictadores sobre los que, tras su caída a finales de los 70, poco más se supo. Orizio quiso encontrarlos para saber cómo vivían, qué pensaban, cómo explicaban sus actos a hijos y nietos.

Así que durante unos años los dos recortes acompañaron a Orizio en un trabajo de investigación y producción que se materializaría en el libro Parola del diavolo,en el que detalla sus encuentros con cinco dictadores derrocados y dos de sus esposas. En el camino se quedaron el general panameño Manuel Noriega (quien no quiso colaborar porque, como le explicó por carta: "Dios no ha escrito todavía la última palabra sobre Manuel A. Noriega") y otros como Augusto Pinochet: "Mi criterio era encontrar a los dictadores caídos, a los arruinados, a los verdaderos perdedores", explica Orizio. "Pinochet era todavía parcialmente respetado y poderoso".

Idi Amin sí estaba en su lista de imprescindibles. El hombre que aterrorizó durante una década a los ugandeses y en cuya biografía se basa la película El último rey de Escocia (por la que su protagonista, Forest Whitaker, es candidato al Oscar), residía desde 1979 en Arabia Saudita en estatus de "larga peregrinación". Allí lo encontró el periodista, tras recorrerse los gimnasios de los hoteles más lujosos de Jiddah; Amin, que fue boxeador, peregrinaba de un gimnasio a otro, donde nadaba, se daba masajes y bromeaba con los empleados. Por las tardes, el autoproclamado "último rey de Escocia", responsable de más de 300.000 asesinatos, de torturas y de la expulsión de la comunidad india de Uganda, tomaba tranquilamente el té con su familia en un hotelito de la ciudad, donde falleció en 2003. Orizio descubrió que otra de sus actividades era supervisar en aduanas del aeropuerto los paquetes de comida que le enviaban sus familiares desde Uganda.

Cuando Orizio lo entrevistó en su residencia, blanca como el cadillac con chófer que le procuraba el gobierno saudí, halló un hombre gigantesco, vestido con una larga túnica musulmana y cuyo principal interés parecía ser su nuevo juguete: un enorme televisor con señal vía satélite.

Como Amin, Jean-Bédel Bokassa también fue acusado de canibalismo, se autoproclamó emperador y adoraba el lujo y las mujeres. Robó, torturó, asesinó y protagonizó una dictadura en la que el horror se acompañaba de lo absurdo. "Lo entrevisté en 1995, un año antes de su muerte", recuerda Orizio. "También vestido de blanco, rodeado de crucifijos y escondido en su villa decrépita de Bangui, la capital de su país, era una caricatura de lo que fue: ex poderoso, ex temido, arruinado...". Bokassa aún conservaba algunos recuerdos, entre ellos, una armadura que le regaló Franco para su coronación y el bastón de justicia con el que azotaba al que le contrariase. "Era el verdadero ejemplo de poderoso truculento, con sus manos manchadas de sangre", resume el periodista. Como Amin, Bokassa consideraba estar bendecido por la gracia de Dios y afirmaba ser "el decimotercer apóstol". "Muchos líderes que han cometido crímenes o que están al frente de dictaduras dicen tener una profunda inspiración religiosa", explica Orizio. "Hitler dijo ´Dios está con nosotros´ y Bush dice lo mismo. Es común que gente con tanto poder crea que éste es el resultado de una combinación de logros materiales y morales".

En Dios no podía creer Wojciech Jaruzelski, hombre fuerte del régimen comunista polaco en la década de los ochenta. Recibió a Orizio en Varsovia, donde todavía vive, en su pequeño despacho oficial sufragado por el nuevo gobierno. "Incluso para sus simpatizantes, era una figura trágica, un hombre atormentado", relata el periodista. "De todos los ex tiranos que entrevisté quizás era el menos monstruoso: era culto, y hablaba de forma racional, lógica".

En el exilio continúan el haitiano Jean-Claude Duvalier (Baby Doc) y el etíope Mengistu Haile Mariam, depuesto en 1991 y acusado de genocidio. Baby Doc recibió a Orizio en un hotel de París, acompañado de una nueva compañera que acababa las frases por él. Mengistu vive en Zimbabwe, donde pasa las horas hablando por teléfono y redactando sus memorias. Con Orizio habló de "la humanidad" de Fidel Castro y de lo "vivaz" que era Kim Il Sung, con quien compartió cócteles y chistes en el yate del dictador coreano.

El quinteto de hombres se completó con las entrevistas a Nexhmije Hoxha y Mira Milosevic. En total, siete personalidades muy parecidas: "Todos maquiavélicos, preparados para utilizar cualquier medio con tal de conseguir lo que querían. Algunos también eran parte del juego político resultante de la transición del colonialismo al post colonialismo, de la política de los grandes bloques. Otros, como Baby Doc, fruto de circunstancias personales: ¿Qué haces cuando eres el hijo de un dictador que te pide que te hagas cargo del negocio familiar?". Todo eso, según Orizio, les dio la excusa para justificar sus atrocidades, para decir: "Si cometí errores fue porque no había alternativa o porque una fuerza mayor me pidió hacerlo". Porque otra cosa que no existe entre los dictadores caídos es el arrepentimiento: "No detecté signo de contrición en ninguno - afirma Orizio-. Si acaso, nostalgia por los ´viejos buenos tiempos´; nada más".

Y la ley, ¿qué hace?

Bokassa, Noriega y Jaruzelski fueron juzgados y condenados a prisión. Milosevic murió en la cárcel. Pero otros dictadores, como es el caso de Amin y Alfredo Stroessner, murieron en el exilio sin rendir cuentas a nadie. De todos son conocidas las maniobras de Pinochet para zafarse de la justicia y ni a Imelda Marcos ni a Suharto hay forma de agarrarlos. ¿Por qué resulta tan difícil condenarlos? Para Hugo Relva, consejero jurídico de Amnistía Internacional, esta pregunta habría que hacerla a los políticos. "Porque - explica- el derecho internacional habilita perfectamente el juicio de personas como las que cita. El fracaso no se debe en general a carencias jurídicas, sino a la falta de voluntad política que, desgraciadamente todavía interfiere en los procesos judiciales".

Para Relva, la puesta en marcha en el 2001 de la Corte Penal Internacional puede ser la respuesta a estas situaciones. Con sede en La Haya, la Corte es el primer tribunal de carácter permanente que tiene la humanidad para juzgar los más graves crímenes en contra de los derechos humanos. "Un punto interesante - destaca el abogado- es la no existencia de inmunidades frente a ella. Aquellos estados que han decidido ser parte - 104- han aceptado su competencia sin limitaciones: o sea, han aceptado que sus gobernantes, monarcas incluidos, puedan comparecer ante el tribunal si cometen alguno de los crímenes mencionados".

Todos los países de la UE han aceptado la competencia de la Corte, cosa que no han hecho Rusia, EE. UU., China e Indonesia. Los primeros casos tratados fueron situaciones de graves violaciones a los derechos humanos en la República Democrática del Congo, Uganda y Sudán.

La Vanguardia (España)

 



 
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