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16/03/2005 | El Espacio Postsoviético ¿Podrá conservarse hasta fines de 2005?

Serguei Markedonov

¿Qué es el espacio postsoviético? A primera vista, la respuesta es evidente. Hoy día, en Rusia y en los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y del Báltico, como también en el Occidente, el "espacio postsoviético" es un término político-geográfico muy cómodo para definir el territorio de la antigua Unión Soviética. Con todo, la característica del fenómeno de "espacio postsoviético" no puede ser reducida exclusivamente a conceptos geográficos o políticos. El definir las fronteras de ese "espacio" en modo alguno explica su contenido político ni el sentido de su existencia.

 

Evidentemente, el "espacio postsoviético" no es un marco sólo institucional, sino también sociocultural y político-ideológico de las antiguas repúblicas soviéticas.

Al mismo tiempo, el "espacio postsoviético" no es una magnitud constante, pues existirá hasta que se extinga la inercia del anterior período soviético. De hecho, el funcionamiento de la CEI en su forma actual y el desarrollo político del "espacio postsoviético" han sido la última etapa -o el epílogo, si gusta- de la desintegración de la Unión Soviética.

En la publicística rusa de hoy se considera de buen tono comparar los procesos integracionistas que toman auge en el territorio de la CEI y en los países de Europa y de Asia. El problema consiste en que los proyectos integracionistas a la europea nunca se han limitado a hacer constar que habían surgido tras el desplome de la Alemania nazi - fuerza hegemónica en la Europa de los años 30 y 40 del siglo pasado- o como consecuencia de la desintegración del Imperio Británico. Esos países han propuesto no la constatación, sino un proyecto político-ideológico integracionista general y unas reglas comunes para todos los participantes en ese proyecto. En cuanto al espacio postsoviético, aquí desde 1991 no se había propuesto nada parecido.

Después de 1991, los proyectos integracionistas en el territorio de la ex Unión Soviética no habían tomado en cuenta lo más importante: las causas de la desintegración de un Estado que hasta hace poco parecía monolítico. De allí, la renuncia a comprender a fondo el proceso y el resultado del desmoronamiento de la "inquebrantable Unión" y de la comunidad llamada "pueblo soviético", y la falta de deseo de elaborar los nuevos principios - no soviéticos- que reglamentarían la unión de los nuevos Estados independientes.

Ya que no ha sido propuesto ningún otro proyecto integracionista, los países participantes en el "espacio postsoviético" han emprendido una búsqueda de la identidad propia y de la forma de participar en otros proyectos integracionistas.

Hoy se puede hacer constar que el "espacio postsoviético" ha sido abandonado definitivamente por los países bálticos. Las élites de Georgia, Moldavia y Azerbaiyán también relacionan su futuro con Europa y Estados Unidos. El proceso de europeización ya es inevitable en Ucrania.

En lo referente a los países de Asia Central, todos a excepción de Tayikistán, sumido en una pugna civil, están realizando el modelo de "modernización rezagada" a la asiática (introducción de institutos de mercado, desarrollo de un Estado autoritario laico, etc.).

O sea, el principio de parentesco con la Unión Soviética, como base de un espacio único, ya no funciona. El "espacio postsoviético" va convirtiéndose en "piel de zapa", que con el pasar de tiempo irá reduciéndose más y más.

En cualquiera de los casos, la desintegración del "espacio postsoviético" como una sustancia indeterminada política e ideológicamente, es inevitable. Sólo se trata de saber qué formas adoptará ese proceso y cuánto tiempo necesitará para terminar.

Así las cosas, Rusia debe desarrollar sus relaciones con las antiguas repúblicas soviéticas priorizando los intereses nacionales propios y fomentando el egoísmo nacional. La solidaridad no debe permitir que en Turkmenia se menoscabe los derechos de los compatriotas rusos, en Ucrania se robe el gas ruso, y en Bielorrusia se acose a los periodistas rusos. En el Cáucaso del Norte, los intereses geopolíticos de Rusia exigen entablar una conversación seria con Georgia.

Aparte de la necesidad de exhibir la fuerza en determinados casos, Rusia asimismo debe ser un socio económico atractivo y actuar como un garante político-militar y un centro intelectual.

Por Serguei Markedonov, jefe del Departamento de relaciones interétnicas del Instituto de análisis político y militar, candidato a Doctor en Historia.

RIA Novosti (Rusia)

 



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