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14/03/2007 | Francia - El finde una era: Sarkozy toma el mando de la derecha

Lluis Uría

La retirada de Chirac coloca al presidente de la UMP como líder único y absoluto

 

Todo está ya en sus manos. La retirada de Jacques Chirac ha dejado a Nicolas Sarkozy, presidente de la UMP (Unión por un Movimiento Popular) y candidato al Elíseo, como el líder único y absoluto de la derecha francesa. El primer ministro, Dominique de Villepin, el último de los resistentes, rindió ayer mismo sus armas y se entregó a su antiguo rival. "Yo estoy hoy con Nicolas Sarkozy para defender los ideales de nuestra familia política, es mi compromiso", dijo Villepin en una expresión de apoyo escasa de entusiasmo pero inequívoca. Con él, lo hicieron los últimos chiraquistas rezagados, como el ministro de Ultramar, François Baroin.

El apoyo expreso de Chirac al presidenciable de su partido - única guinda que falta en el pastel- se producirá a partir del próximo día 19, después de que el Consejo Constitucional dé a conocer oficialmente la lista de candidatos a la presidencia de la República. El domingo no era el momento apropiado. Chirac quería despedirse con grandeza, como presidente de todos los franceses, por encima de los intereses partidarios. Y lo consiguió: más de 22 millones de compatriotas - todo un récord- siguieron su discurso televisado de diez minutos. Un discurso bien trabado, digno, elogiado por políticos de todo el arco ideológico, de François Bayrou (UDF) a Dominique Strauss-Kahn (PS)... Hay quien ha querido ver incluso en su crítica a los extremismos y su defensa del modelo francés una censura implícita a Nicolas Sarkozy.

El apoyo de Chirac es, de hecho, para Sarkozy - el adalid de la "ruptura"- un arma de doble filo. Por un lado le beneficia, por otro le ata al pasado, a un modo de continuismo. Quizá por ello, el candidato de la UMP marcó ayer distancias con el legado chiraquiano. "Nunca me he sentido heredero de nadie. No he buscado recibir ni dar ninguna herencia. El presidente no es quien designa a su sucesor. En este país, saben, esto de la herencia... al rey se le corta la cabeza", dijo en la radio.

No era éste, desde luego, el heredero imaginado por Jacques Chirac. Nicolas Sarkozy, aquel joven cachorro del partido gaullista que en los años ochenta se había convertido en un íntimo de su familia - y en especial de su hija Claude- cometió en 1995 la osadía de traicionarle y apoyar la candidatura de Édouard Balladur al Elíseo. Cruz y raya, las relaciones entre ambos nunca volvieron a ser las mismas. No, Chirac tenía otro delfín, el ex primer ministro Alain Juppé, su preferido.

Pero en el 2004 se produjo un acontecimiento fundamental que lo hizo venir todo abajo: condenado judicialmente por uno de los affaires de la época de Chirac en la alcaldía de París, Juppé - su adjunto de finanzas en la época- se vio forzado a abandonar la presidencia de la UMP, que Sarkozy tomaría al asalto a finales de ese mismo año ante la impotencia del presidente. ¿Es casualidad que, en esos meses, estallara el caso Clearstream, en el que se acusaba falsamente a Sarkozy de cobrar comisiones ilegales a través de cuentas bancarias en el extranjero?

Sin partido, Chirac perdió cualquier posibilidad de plantear batalla: no tenía ningún instrumento para hacerlo. Su retirada tiene mucho que ver con esto. Aunque no únicamente. La erosión sufrida durante el último tramo de su segundo mandato había lastrado también gravemente sus posibilidades. Igual que las de su segundo y desafortunado delfín, Dominique de Villepin, que quedó políticamente tocado de muerte con la crisis del contrato juvenil (CPE) de hace un año.

La retirada de Chirac y la rendición táctica de Villepin, cuyas aspiraciones presidenciales han quedado momentáneamente aplazadas - ¿acaso hasta la próxima cita, en el 2012?-, sitúan a Sarkozy con un poder omnímodo en la UMP, sin ningún contrapeso. Pero para que su liderazgo cuaje definitivamente deberá antes pasar el examen de las urnas. Si es elegido presidente, puede vislumbrarse una larga etapa bajo su dominio. Si pierde, sus rivales se le echarán encima...

La victoria, sin embargo, y pese a la enorme ventaja con que había partido en la carrera electoral, no la tiene en absoluto asegurada. La fuerte ascensión del centrista François Bayrou (UDF), que contra todo pronóstico ha atrapado a los dos favoritos - la socialista Ségolène Royal y el propio Sarkozy-, ha cambiado radicalmente el panorama político y constituye una seria amenaza para las aspiraciones presidenciales del líder de la derecha.

El último sondeo aparecido, elaborado por TNS-Sofres-Unilog y hecho público ayer por Le Figaro,RTL y LCI, otorga de nuevo a Sarkozy el triunfo en una eventual segunda vuelta con Royal, a la que vencería por 52% a 48%, aunque la diferencia se ha acortado en cuatro puntos respecto a la semana anterior. Más significativo, si cabe, la encuesta confirma la gran proximidad existente entre los tres candidatos en liza, con una ventaja cada vez menor para Sarkozy, que logra una intención de voto en la primera vuelta del 27% (-4), frente a un 25,5% de Royal (que se estabiliza) y un 23% (+ 4,5) de Bayrou. Si éste pasara a la segunda vuelta, tendría muchas posibilidades de batir a Sarkozy.


Kärcher quiere lavar su nombre


La frase, pronunciada en el 2005 por Nicolas Sarkozy, tuvo un gran impacto: "Vamos a limpiar con Kärcher la Cité de los 4.000",dijo el ministro del Interior con la contundencia que le es propia refiriéndose a una de las barriadas más conflictivas y peligrosas de la banlieue de París. La alusión a la marca de máquinas de limpieza de agua a presión para "limpiar" el barrio de indeseables fue recibida como una ofensa por sus habitantes y contribuyó a caldear el ambiente en lo suburbios poco antes del estallido del otoño. Igual que su promesa de acabar con la "chusma" que profirió en Argenteuil mientras era abucheado por grupos de jóvenes del barrio.

Desde entonces, las alusiones a Kärcher se repiten con contumaz periodicidad. Harta de esta indeseada publicidad, la empresa alemana, fundada por Alfred Kärcher hace 70 años, publicó ayer en la prensa un anuncio en el que lamenta esta situación. "La sociedad Kärcher sale hoy de su discreción porque no puede reconocerse en las declaraciones y las amalgamas recientes a las que se asocia su nombre", afirma el comunicado, en el que se justifica su publicación "por respeto al conjunto de las personas que trabajan al lado de nuestra empresa". Kärcher, que en el 2006 tuvo una cifra de negocios de 1.254 millones de euros, tiene 6.500 empleados en todo el mundo.

La Vanguardia (España)

 


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