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02/04/2007 | Las buenas noticias acerca del progreso humano

Indur M. Goklany

Los ecologistas y enemigos de la globalización temen que una creciente población y un mayor consumo de energía, materiales, y químicos que acompañan el desarrollo económico, más el cambio tecnológico y el libre comercio —los pilares de la globalización— degraden el bienestar humano y ambiental.

 

De hecho, el siglo veinte vio la población estadounidense multiplicarse por cuatro, los ingresos por siete, las emisiones de bióxido de carbono por nueve, el uso de materiales por 27, y el uso de químicos por más de 100.

Sin embargo la expectación de vida subió de 47 a 77 años. El inicio de enfermedades del corazón, respiratorias y otras tales como el cáncer ha sido pospuesto entre ocho y once años en el último siglo. En las dos ultimas décadas, las tasas de cáncer y de enfermedades del corazón han experimentado un descenso rápido a pesar del aumento de población. Entre los más jóvenes, el número de mortalidades infantil a caído de 100 muertes por cada 1.000 nacimientos en 1913 a solo siete por cada 1.000 hoy en día.

Estas mejorías no se han limitado solo a los Estados Unidos. Es un fenómeno global. En el mundo entero la expectación de vida se ha más que duplicado, de 31 años en 1900 a 67 años en el presente. La mortalidad infantil en India y China excedía 190 por cada 1.000 nacimientos a principios de la década de los cincuenta mientras que hoy en día es 62 y 26 respectivamente. En el mundo en vías de desarrollo, la proporción de la población que sufre de hambruna crónica ha bajado de 37 a 17 por ciento entre 1970 y 2001 a pesar de que la población aumentó por un 83 por ciento. A nivel global, el promedio de ingreso anual en dólares se ha triplicado desde 1950. Como consecuencia, la proporción de la población que vive en estado de pobreza absoluta en estos países se ha reducido a la mitad desde 1981, bajó desde un 40 a un 20 por ciento. El porcentaje de niños que trabajan en países de bajos ingresos se redujo desde un 30 a un 18 por ciento entre los años 1960 y 2003.

Igualmente importante es el hecho que el mundo es menos analfabeto y mejor educado que nunca. Las personas son políticamente, económicamente, y socialmente más libres para buscar su bienestar como mejor les parezca. Más personas están eligiendo sus propios gobernadores y gozan de una libertad de expresión. Es más probable que vivan regidos por un Estado de Derecho y es menos probable que estén arbitrariamente privados de su vida, su cuerpo, y su propiedad privada.

La movilidad social y profesional nunca ha sido mayor. Es más fácil que nunca para la gente alrededor del mundo trascender los límites de la casta, el lugar, el género, y otros accidentes de nacimiento. Hoy en día las personas trabajan menos horas y tienen más dinero y mejor salud para gozar del tiempo libre que sus antepasados.

El record ecologista del hombre es más complejo. Las primeras etapas de desarrollo ciertamente pueden causar algún deterioro ecológico mientras las sociedades se concentran en arreglar los problemas que afectan el bienestar humano. Estos incluyen el hambre, la desnutrición, el analfabetismo, y la falta de educación, servicios de salud pública, agua segura, higiene, movilidad, y fuentes de energía disponibles.

Debido a que la riqueza alivia estos problemas mientras provee de comodidades básicas, los individuos y las sociedades se enfocan inicialmente en el desarrollo económico, muchas veces descuidando otros aspectos de calidad ambiental. Sin embargo con el tiempo llegan a reconocer que el deterioro ambiental reduce la calidad de vida. Por lo tanto, dedican una parte de la riqueza y el capital humano recientemente adquiridos para desarrollar e implementar tecnologías más limpias. Esto resulta en una transición ecológica a través de las fuerzas gemelas del desarrollo económico y el progreso tecnológico, que empiezan a proveer las soluciones para los problemas ambientales en vez de crearlos.

Esta es la razón por la cual hoy en día los países más ricos son también los más limpios. Y aunque a muchos países en desarrollo les falta todavía pasar el “techo verde”, están más avanzados de lo que estaban los países desarrollados de hoy en día cuando estuvieron en su nivel de riqueza. El punto de transición desde el “periodo industrial” hacia la “conciencia ambiental” continua acercándose. Por ejemplo, EE.UU. introdujo la gasolina sin plomo solo después de que su PIB per capita había pasado los $16.000. India y China lo hicieron antes de alcanzar los $3.000 per capita.

Este progreso evidencia el poder de la globalización y de la transmisión de ideas y de conocimiento (por ejemplo, el conocimiento de que el plomo es dañino). Es también un testimonio de la importancia del comercio en la transferencia de tecnología desde países desarrollados hacia países en vías de desarrollo —en este caso, la tecnología necesaria para remover el plomo de la gasolina.

Esto nos guía hacia la respuesta a la pregunta de por qué algunas partes del mundo se han quedado atrás, mientras que el resto del mundo ha prosperado. ¿Por qué se han paralizado los logros en el bienestar de las personas en áreas como en África y el mundo Árabe?

El factor probablemente más importante para generar una mejoría en el bienestar es un “ciclo de progreso” compuesto por las fuerzas mutuas del desarrollo económico y el avance tecnológico. Pero este ciclo, a su vez, es impulsado por una red de instituciones esenciales, particularmente los derechos de propiedad, el libre comercio y un Estado de Derecho. Otras instituciones importantes incluyen la resolución de problemas basándose en ciencia y tecnología que a su vez sean basadas en escepticismo y experimentación; apertura hacia nuevas tecnologías e ideas; y un comercio más libre de bienes, y servicios —pero más importante, de conocimientos e ideas.

En resumen, las sociedades abiertas y libres prosperan. El aislamiento, la intolerancia y la hostilidad hacia el libre comercio de ideas, tecnología, personas, y bienes engendran estancamiento económico o regresión.

A pesar de todo el progreso y las buenas noticias, aun hay muchos asuntos que quedan por hacer. Millones de personas mueren de hambre, desnutrición, y enfermedades que se pueden prevenir como la malaria, la tuberculosis y la diarrea. Más de mil millones de personas aun viven en pobreza absoluta, definida como un ingreso de menos de un dólar al día. Un tercio de la población apta no asiste a la secundaria. Las barreras a la globalización, al desarrollo económico y al cambio tecnológico —como el uso de DDT para erradicar la malaria, la ingeniera genética y la biotecnología— son una gran causa del problema.

Además, la población global crecerá por entre 50 y 100 por ciento este siglo, y el consumo per capita de la energía y los materiales probablemente crecerá con la riqueza. Solamente preservar el estatus quo no es suficiente. Necesitamos mantener las instituciones responsables de todo este progreso en el mundo desarrollado, y necesitamos promover y cultivarlas en países que aun se están desarrollando.

El progreso excepcional de la raza humana durante los últimos cien años no ha tenido precedentes en la historia del hombre. Es también una de las historias de visión general más ignoradas. Asegurar que nuestro gran progreso continúe requerirá no solo de reconocer y apreciar el progreso mismo sino también de reconocer y preservar las ideas e instituciones importantes que lo causaron y de asegurarse de que duren.

Este artículo fue publicado originalmente por Reason (EE.UU.) el 23 de marzo de 2007.

Indur M. Goklany es un académico independiente, autor del nuevo estudio del Cato Institute Globalization and Human Well-Being”.

El Cato (Estados Unidos)

 



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