La demanda procedente de la planta de etanol - propiedad de la empresa española Abengoa, a 10 minutos en camión de su granja- no se sacia nunca. Es parte del boom del etanol que ha duplicado el precio del maíz en dos años hasta cuatro dólares el bushel (35 litros). "Esto había sido durante muchos años la supervivencia de los más fuertes. A dos dólares el bushel estábamos llegando a duras penas al final del año con un poco de ayuda del Gobierno. Ahora, ingresamos en un año lo que antes hacíamos en dos", dice el hijo John, de 48 años.

Los Kaliff han encontrado oro sin buscarlo. No sólo hay una demanda inagotable de su maíz sino que el valor de sus tierras se ha disparado. Inversores procedentes de ciudades como Chicago y Nueva York ya se ven merodeando por los campos de maíz en busca de una ganga. "Hemos ido de 2.200 a 3.000 euros el acre - 4.000 metros cuadrados- en un año y en Iowa e Illinois está llegando a 5.200 euros", dice John. El precio de un trozo del llamado Cinturón del Maíz,que se extiende como una alfombra sin textura y monocolor desde Minnesota y Nebraska hasta Missouri, Kansas, Illinois e Iowa, sube en estos momentos más que un ático en Beverly Hills.

La fiebre del etanol de maíz empezó hace sólo dos años cuando George Bush anunció en su discurso del Estado de la Unión: "¡Tenemos una adicción al crudo importado!" y ofreció ayudas federales a la producción de etanol. Contagió al último granjero este año cuando elevó al 25% la cuota de etanol y otros biocombustibles que se pretende alcanzar antes del 2017. Es siete veces más que la producción actual. Las subvenciones federales al etanol se suman a las históricas subvenciones a los granjeros de maíz que han convertido Estados como Nebraska e Iowa en mares dorados en otoño, un monocultivo jamás imaginado cuando Charles Kaliff luchaba contra el hambre en los años 30.

Decenas de nuevas plantas de etanol se levantan, pinceladas verticales en la gran llanura del interior. Las grandes multinacionales como Archers Daniel Midland (ADM) - líder del sector con un 25% de la producción total- Aventine, Cargill, USBE y Tyson, construyen plantas con capacidad para 100 o 150 millones de galones al año, con un frenesí jamás visto desde la carrera por perforar pozos en Texas. Hay ya 115 plantas en EE. UU. y se construirán 70 más este año. La capacidad de producción alcanzó 5.500 millones el año pasado, rebasando a Brasil, líder mundial hasta ahora con el etanol de azúcar. Con las nuevas plantas la producción se duplicará. La acción y beneficios de ADM se han duplicado en dos años. Aventine tuvo un aumento de beneficios del 184% en el último año.

Pronto, Bush, presionado por las compañías del automóvil, anunciará más subvenciones para que las petroleras instalen surtidores capacitadas para mezclar gasolina y etanol. Para quienes se preocupan por el largo plazo, los candidatos demócratas más presidenciables Hillary Clinton y Barack Obama también abanderan la causa del etanol, un entusiasmo que sólo puede achacarse en parte a los multimillonarios donativos que ADM ha canalizado a sus campañas.

En esta carrera alocada por extraer el oro del etanol, Abengoa pretende competir con las grandes. "Queremos ser un líder no tanto en términos pero sí líder en nuevas tecnologías", dice Chris Standlee, vicepresidente de Abengoa Bioenergy Corporation. Tiene tres plantas y otra a punto de entrar en operación en Nebraska con un coste de unos 114 millones de euros. Más a largo plazo ha invertido 225 millones de euros en una planta de tecnología punta en Kansas con el fín de elaborar etanol a partir de celulosa. Se calcula que, cuando sea operativa a partir del 2012, se necesitará nada menos que 700 toneladas de paja al día para alimentarla. Abengoa ha comprado una empresa especializada en la crianza de enzimas en busca de la formula mágica de producir etanol sacando la energía de la celulosa (una vaca, curiosamente, lo hace sin problemas en sus varios estómagos) "Habrían tardado 20 años pero a 4 dólares el maíz y a 70 dólares el crudo, mucho dinero ha entrado ahora y avanza a ritmo rápido", dice Roger Mills, responsable de ventas de la planta de York.

Pero lo cierto es que la gran apuesta de Bush por el etanol topa con cada vez más oposición. Diversos lobbies empiezan a presionar en contra, desde los ganaderos de vacas, cerdos y aves, todos alimentados a base de maíz, hasta las compañías de alimentos y bebidas, todas preocupadas por el imparable encarecimiento de la materia prima imprescindible para la de comida elaborada, y, como jarabe de maíz, de cada lata de Coca Cola. Asimismo, grupos de defensa medioambiental como World Watch Institute han publicado informes alarmantes sobre el impacto de la fiebre del etanol en los precios de los alimentos mundiales, con graves consecuencias para poblaciones que viven en condiciones de precariedad alimenticia.

Pero la queja de más peso es que el etanol de maíz no parece un producto idóneo si el objetivo es reducir dependencia del petróleo importado y emisiones de carbono. Según un estudio realizado en la Universidad de Minesotta, sólo el 20% de cada nuevo galón de etanol de maíz es "nueva energía" ya que "hace falta mucha vieja energía fósil para hacerlo, desde el fueloil para los tractores, el gas natural para hacer fertilizantes y el carburante para las plantas". Producir el etanol a partir de la caña de azúcar como en Brasil sería mucho mas lógico ya que rinde dos veces más etanol por metro cuadrado y, al gastar menos energía de fósil en su cultivo, supone un 80% menos emisiones de CO . El etanol 2 a base de celulosa evita alguno pero no todos estos problemas.

Ahí está la ironía de la fiebre del maíz como sustituto del oro negro para reducir la dependencia energética. El maíz es un producto de la industria petrolera. La granja de los Kaliff consume 120.000 galones de al año y los fertilizantes que usa también son intensivos en energía fósil. El maíz de los Kaliff se transporta luego en camiones a la planta de Abengoa, que consume gas. Es por eso que George Naylor, el granjero de maíz del libro Omnivore´s Dilemma,de Michael Pollin, bromea que produce maíz para el uso "del complejo industrial-militar". Y lo cierto es que Big Oil no parece sentirse amenazado por el etanol. "Todas las nuevas fuentes de biocombustibles, bienvenidas sean", dijo Rex Tillerson, presidente de Exxon durante una conferencia en Nueva York el mes pasado. Y Patricia Woertz, consejera delegada de ADM, es la ex consejera de Chevron.