Esta semana, la líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi, se reunió con el Presidente de Siria, Bashar Al Assad. En el encuentro, ella le entregó un mensaje de paz del gobierno de Israel. Por los mismos días, el Presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, desactivó una crisis diplomática con Londres al liberar -sin necesidad de intervención de terceros- a 15 marinos británicos que mantenía detenidos.

Mientras, el rey Abdullá de Arabia Saudita ha dedicado las últimas semanas a liderar una nueva propuesta destinada a lograr la paz en Medio Oriente.

¿Quién falta en estos escenarios internacionales? El Presidente de Estados Unidos, George W. Bush. En cada uno de estos casos, el rol del Mandatario ha sido marginal o derechamente nulo: Se opuso a la visita de Pelosi a Siria, considerándola "contraproducente"; se mantuvo al margen del impasse entre Irán y Gran Bretaña, y recibió las críticas del rey Abdullá, que calificó de "ilegal" la ocupación de Irak por parte de Estados Unidos, su viejo aliado.

"Los muchos errores que ha cometido el Presidente Bush en política exterior han tenido como efecto el reducir la influencia de Estados Unidos a nivel internacional. A esto se suma que el fin del segundo mandato de Bush se está acercando, por lo que cada día va a tener menos poder", dice a "El Mercurio" Andrew Bacevich, especialista de la Universidad de Boston.

Bush ha tratado de defenderse de las críticas de que está quedando marginado de los grandes procesos internacionales. En una conferencia de prensa esta semana, el Mandatario se definió a sí mismo como un líder decidido a impedir que Irak se convierta en "un caldero del caos".

Pero para algunos analistas, es justamente Irak el gran error que lo llevó a la situación en la que se encuentra actualmente.

"La guerra en Irak le ha hecho perder credibilidad para lidiar con otros problemas", afirma a este diario el analista Spencer Boyer, del Center for American Progress. "Irak ha dominado la política exterior norteamericana y ha desviado nuestra atención de otros problemas que también la requieren. No le hemos puesto suficiente atención a la situación en Afganistán o al proceso de paz en el Medio Oriente", agrega. Ante esto, "otros líderes han aparecido para llenar el vacío que ha creado la falta del liderazgo de EE.UU.", asegura.

Una falta de liderazgo que para muchos es resultado de la reticencia de la administración Bush a dialogar tanto con sus aliados como con sus enemigos.

"Bush se ha negado a toda posibilidad de conversaciones con Siria, Irán, o con cualquiera con quien no esté de acuerdo. Por el contrario, afirma que la diplomacia no sirve, o que recompensa los malos comportamientos. Pero el ejemplo de la liberación de los marinos británicos en Irán demuestra que la diplomacia bien llevada tiene resultados positivos", dice Bacevich.

Una situación similar se aprecia en la difícil relación entre el gobierno de Bush y el Congreso. El Mandatario ha acusado a los demócratas -que actualmente lideran el Capitolio- de "irresponsables" por resistirse a aprobar sus estrategias para Irak.

Bush "debe darse cuenta del hecho de que es Presidente, no rey de Estados Unidos, y que tiene otra rama del gobierno, la legislativa, con la que ponerse de acuerdo", dijo hace unos días el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid.

Sacar lecciones

Según los analistas, si hay algo que el Mandatario estadounidense puede aprender de su situación actual es justamente "el valor de tener el respaldo internacional para sus esfuerzos", afirma Boyer.

Para Bacevich, en cambio, los errores que ha cometido Bush hacen difícil que en lo que le queda de Presidencia pueda volver a ganar el poder perdido. Sin embargo, sus sucesores sí pueden sacar lecciones. "Lo que los errores de Bush en Irak han puesto en evidencia es que EE.UU. no es tan fuerte como se lo percibía hace cinco años. Una apreciación más realista acerca de cuáles son los límites de la fortaleza del país puede llevar al próximo Presidente a ser más sabio acerca de la manera en que usamos nuestro poder", afirma.

No al retiro de tropas

El Mandatario George W. Bush volvió a rechazar ayer, en su programa radial, un retiro en 2008 de las tropas estadounidenses de Irak y acusó al Congreso, de mayoría demócrata, de priorizar su política partidaria en detrimento de los intereses de los propios soldados. Agregó que las tropas enfrentarán problemas aún "más graves" si el Congreso no aprueba la ley de financiamiento para las operaciones militares.