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08/04/2007 | El problema con el nacionalismo japonés

Francis Fukuyama

El Premier Shinzo Abe se ha comprometido tanto o más que su predecesor a construir un Japón sin arrepentimientos por la guerra.

 

Apenas medio año después de haber asumido el cargo de Premier de Japón, Shinzo Abe, está provocando enojo en toda Asia y sentimientos encontrados en su aliado clave, EE.UU. Pero, ¿usará Bush su influencia para apartar a Abe de las provocaciones?

El antecesor de Abe, Junichiro Koizumi, fue un líder que rompió moldes y revivió la economía de Japón, reformó el sistema de ahorro postal y destrozó el sistema de facciones del Partido Democrático Liberal que ha gobernado durante mucho tiempo. Pero también legitimó un nuevo nacionalismo japonés, irritando a China y Corea del Sur con sus visitas anuales al santuario de Yasukuni. Abe parece aún más comprometido con la construcción de un Japón seguro de sí mismo y sin arrepentimientos.

Cualquiera que crea que la controversia sobre Yakusuni es un oscuro tema histórico con el que los chinos y coreanos golpean a Japón para sacar provecho político probablemente no haya estado ahí. El problema no son los 12 criminales de guerra enterrados ahí; el verdadero problema es el museo militar Yushukan contiguo al santuario.

Al ver los tanques y las ametralladoras que se exhiben en el museo, uno se encuentra una historia de la II Guerra Mundial que restaura "la verdad de la historia moderna japonesa" y que se apega a la narrativa nacionalista: Japón, víctima de las potencias coloniales europeas, sólo buscaba proteger al resto de Asia.

Podríamos defender al museo como representante de un punto de vista entre muchos en una democracia plural. Pero no hay otro museo en Japón que ofrezca una visión alternativa. Sucesivos gobiernos se han ocultado tras el hecho de que es una organización religiosa privada la que opera el museo, para eludir así la responsabilidad por las opiniones expresadas ahí.

Esa es una postura poco convincente. De hecho, a diferencia de Alemania, Japón nunca ha aceptado la responsabilidad que le corresponde por la guerra.

Recientemente ha habido varios incidentes inquietantes en los que los nacionalistas han utilizado la intimidación física contra los críticos de las visitas de Koizumi a Yasukuni, como las bombas incendiarias lanzadas a la casa del ex candidato a Premier Kato Koichi.

Eso deja a EE.UU. en una posición difícil. Varios estrategas estadounidenses están ansiosos por rodear a China con una barrera defensiva tipo OTAN basándose en el Tratado de Seguridad Estados Unidos-Japón.

Desde los últimos días de la Guerra Fría, EE.UU. ha alentado a Japón a que se rearme y ha apoyado una propuesta de revisión del artículo 9 de la Constitución de posguerra, que prohíbe a Japón tener un ejército o participar en guerras.

Pero Estados Unidos debe tener cuidado con lo que pide. La legitimidad de toda la posición militar estadounidense en el Lejano Oriente está construida sobre la base del ejercicio de la función soberana de autodefensa de Japón por EE.UU. Una revisión unilateral japonesa del artículo 9 en el contexto del nuevo nacionalismo aislaría a Japón de casi todo Asia.

La revisión del artículo 9 ha sido desde hace mucho parte de la agenda de Abe, pero que la promueva dependerá en gran medida del tipo de asesoría que obtenga de EE.UU. El Presidente Bush no quiso comentarle nada sobre el nuevo nacionalismo japonés a su "buen amigo Junichiro" en agradecimiento por el apoyo en Irak. Ahora que Japón ha retirado su pequeño contingente de tropas, tal vez Bush hable claro con Abe.

El Mercurio (Chile)

 



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