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26/03/2005 | Los católicos abandonan a Blair por su laicismo a un mes de las elecciones

Gonzalo Suárez

Harta de la liberalidad de la política abortiva laborista, la cúpula de la iglesia romana en Gran Bretaña elogia a su rival, el conservador Michael Howard

 

Pese a que en varias ocasiones se ha especulado con la posible conversión de Blair al catolicismo el hecho es que a semanas de las elecciones británicas la curia romana en las islas está más lejos que nunca del premier laborista.

A poco más de un mes de las elecciones, Blair ha perdido otro de sus aliados tradicionales: el catolicismo inglés. Hartos de la «liberalidad» de sus políticas abortistas, la cúpula católica inglesa ha elogiado a su principal adversario, el conservador Michael Howard, y ha negado al Partido Laborista el estatus de «opción natural» de sus fieles. En sus ocho años en el poder, Tony Blair se ha ganado muchos enemigos, pero llegada la campaña electoral, siempre podía contar con sus más fieles aliados. Sin embargo, en su tercer asalto a Downing Street, el primer ministro puede verse privado de tan crucial ayuda: por primera vez en muchas décadas, el líder de la Iglesia católica inglesa ha reconocido que el laborismo «ya no es la opción natural» de los seis millones de votantes de esta religión.

En el origen del «cisma» está un reportaje de la revista Cosmopolitan en el que los principales líderes políticos expresaron sus puntos de vista sobre temas sociales, entre ellos los métodos de planificación familiar. Mientras Blair se mostró partidario de mantener la legislación actual, que permite el aborto hasta las 24 semanas de embarazo, el líder conservador prometió debatir en el Parlamento la reducción del plazo hasta las 20 semanas. El líder de la Iglesia Católica en Inglaterra y Gales, Cormac Murphy-O’Connor, abandonó su tradicional filiación laborista y elogió la propuesta del candidato «tory», que tachó la legislación actual de ser un mal escondido «aborto a la carta». «Podemos aceptar su plan como paso previo al abandono pleno del aborto», declaró el Arzobispo de Westminster en una conferencia de prensa. Además, Murphy-O’Connor rompió explícitamente el vínculo tradicional entre su religión y el laborismo, paralelo a las estrechas relaciones entre protestantes y conservadores.

«En el pasado, ha prosperado la idea de que los católicos apoyan al laborismo porque suelen ser personas de clase obrera que piensan que este partido representa mejor sus intereses. No estoy seguro de que siga siendo así», avisó. Y por si fuera poco, confirmó que la Iglesia «no va a pedir a la gente que vote por un determinado partido», pero sugirió a los católicos que den la máxima prioridad al «respeto a la vida humana» a la hora de decidir, una batalla en la que los conservadores están mucho más próximos a la curia romana en la isla. Aunque los votantes de esta confesión no forman un bloque unificado, las palabras de Murphy-O’Connor ponen en riesgo la hegemonía laborista en decenas de circunscripciones con abundante población católica que tuvieron resultados ajustados en las elecciones de 2001. En concreto, según el diario conservador «The Times», el Gobierno laborista podría perder un puñado de escaños en el centro de Inglaterra, el noroeste y diversos barrios de Londres.

La hostilidad de la Iglesia resulta especialmente humillante para Blair, cuya esposa Cherie es una ferviente católica. De hecho, el propio premier acude regularmente a misa, ha comulgado en diversas ocasiones y, según algunos expertos, planea convertirse al catolicismo cuando deje Downing Street. De cumplirse estas predicciones, Blair se convertiría en el primer jefe de Gobierno de esta religión en la historia de Reino Unido. Además, a finales de año nombró a una simpatizante del Opus Dei, Ruth Kelly, como nueva ministra de Educación, lo que ocasionó una agitada polémica en un país que mantiene complejas relaciones entre Estado e Iglesia y donde la orden fundada por san Josemaría Escrivá de Balaguer ha salido a la luz pública por el libro «El Código Da Vinci», con las negativas alusiones que se vierten contra el Opus en sus páginas.

Nada más conocerse las declaraciones de Murphy-O’Connor, el portavoz oficial de Blair describió el aborto como «un asunto de conciencia individual». De hecho, ninguno de los tres partidos tiene posturas definidas y tradicionalmente dan a sus diputados absoluta libertad de voto en este tipo de debates.

Diversas personalidades del Gobierno hicieron cola en los medios para asegurar que el tema «no tendrá una influencia decisiva» en la campaña. Sin embargo, la aparición de un debate inesperado en la campaña provocará más de un escalofrío a un primer ministro famoso por su obsesión por no dar armas dialécticas al enemigo, especialmente si recuerda el decisivo papel que el aborto tuvo en la reelección de su amigo Bush.

La influencia de los católicos en puestos de responsabilidad ha aumentado en los últimos años así como el número de fieles, muchos de ellos conversos del anglicanismo descontentos con la permisividad de la Iglesia de Inglaterra y la falta de liderazgo de la jerarquía anglicana. Un buen ejemplo es el del laborista Michael Martin, elegido en 2000 como primer presidente católico de la Cámara de los Comunes desde la Reforma anglicana.

Este auge del catolicismo –estigmatizado como antipatriótico y apoyo de todas las revueltas– es especialmente relevante en la familia del jefe del Ejecutivo, ya que Cherie y sus cuatro hijos han sido bautizados y son practicantes habituales. Antes de convertirse en inquilino de Downing Street, el político laborista solía ir a misa en la catedral de Westminster e iba con frecuencia a la Iglesia de María Inmaculada antes de que los problemas de seguridad obligaran al párroco a trasladarse a la residencia de los Blair a decir misa.

De hecho, fue Blair quien sugirió la posibilidad de que se cambiara la Ley de Asentamiento de 1700, que prohibía a los católicos figurar en la línea de sucesión al trono de Inglaterra. Pero pese al respeto que el primer ministro manifiesta por la confesión de su esposa, el hecho concreto es que, en octubre pasado y ante la insistencia de los periodistas, Blair se vio obligado a negar en Budapest su intención de convertirse al catolicismo.

La Razón (España)

 



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