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04/05/2007 | Una madraza se desarrolla en Brooklyn

Daniel Pipes

La dimensión islamista también me preocupa. Una organización que presiona en favor de la enseñanza árabe, la Fundación Instituto de Lengua Árabe, afirma que el conocimiento del lenguaje sagrado del Islam puede ayudar a Occidente a recobrarse de lo que su líder Ajtar H. Emon llama "su decadencia moral".

 

Llegado septiembre, está programado que una escuela pública secundaria en lengua árabe abra sus puertas en Brooklyn.

El Departamento de Educación de la Ciudad de Nueva York afirma que la Academia Internacional Jalil Gibran, ofertando desde sexto hasta decimosegundo curso, se preciará de "un plan de estudios multicultural e instrucción intensiva en lengua árabe".

Esto parece ser una idea fabulosa, puesto que Nueva York y el país necesitan personas nativas que hablen árabe. Tienen un papel en el ejército, la diplomacia, la Inteligencia, los tribunales, la prensa, el estamento académico, y muchas otras instituciones - y la enseñanza de idiomas a los jóvenes es el camino ideal al poliglotismo. Como alguien que pasó años aprendiendo árabe, me entusiasma en principio la idea de este centro, uno de los primeros de su clase en los Estados Unidos. En la práctica, sin embargo, me opongo tajantemente a la Academia Internacional Jalil Gibran y predigo que su establecimiento generará problemas serios. Digo esto porque la enseñanza en lengua árabe está jalonada inevitablemente de bagaje islamista y pan-arabista.

Algunos ejemplos: Franck Salameh impartió árabe en la escuela americana de idiomas más prestigiosa, el Middlebury College de Vermont. En un artículo para el Middle East Quarterly, escribía: "mientras que los alumnos salen de Middlebury con un mejor árabe, también se van adoctrinados con una lectura árabe nacionalista tendenciosa de la historia de Oriente Medio. Impregnando las lecturas y los ejercicios gramaticales cuidadosamente diseñados, los profesores del Middlebury impulsan la idea de que la identidad árabe prevalece sobre las identidades locales y de que el respeto a las minorías étnicas y las comunidades sectarias traiciona el arabismo". Para ver un ejemplo de tales ejercicios gramaticales, véase el libro recién publicado de Shukri Abed, "Árabe contemporáneo: conversaciones con practicantes nativos" (Yale University Press), un capítulo del cual se titula "La cuestión de Palestina". Sus lecturas intensamente politizadas serían inimaginables en un libro de conversación español o francés.

La dimensión islamista también me preocupa. Una organización que presiona en favor de la enseñanza árabe, la Fundación Instituto de Lengua Árabe, afirma que el conocimiento del lenguaje sagrado del Islam puede ayudar a Occidente a recobrarse de lo que su líder Ajtar H. Emon llama "su decadencia moral". En otras palabras, los musulmanes tienden a ver a los no musulmanes que aprenden árabe como un paso hacia una conversión eventual al Islam, una expectativa con la que me encontré mientras estudiaba árabe en El Cairo en los años 70.

Asimismo, aprender árabe promueve en sí mismo y de sí mismo un enfoque islámico, como demostró James Coffman en 1995, examinando las pruebas procedentes de Argelia. Comparando los estudiantes a los que se impartió en francés y en árabe, concluyó que "los estudiantes arabizados muestran una apoyo claramente mayor al movimiento islamista y mayor desconfianza hacia Occidente". Esos estudiantes arabizados, observa, veían con mayor disposición "la infiltración en Argelia por parte de mujeres israelíes espías infectadas de SIDA... [y] la conversión en masa al Islam por parte de millones de americanos", entre otras tonterías islamistas. Los detalles concretos acerca de la Academia Internacional Jalil Gibran confirman estas aprehensiones, incluyendo su lista de nombres de patrocinadores y entusiastas. La figura central del centro, la directora por designación Dhabah ("Debbie") Almontaser, posee un historial de opiniones fundamentalistas, como han demostrado William A. Mayer y Beila Rabinowitz en PipeLineNews.

•Los árabes o musulmanes, afirma Almontaser, son inocentes de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001: "No reconozco a las personas que cometieron los ataques ni como árabes ni como musulmanes". En su lugar, culpa de el 11 de Septiembre a las políticas exteriores de Washington, diciendo que "podrían haber sido provocados [los ataques] por el modo en que los USA rompen sus promesas con países de todo el mundo, especialmente en Oriente Medio, y el hecho de que no han sido un mediador justo".

•En una reunión comunitaria con el comisario del Departamento de Policía de Nueva York, atacó furiosamente al Departamento por utilizar "tácticas del FBI" cuando se utilizaron confidentes para evitar un atentado en el metro, polarizando así a la comunidad musulmana. Para Almontaser, al parecer, prevenir el terrorismo cuenta menos que calmar las sensibilidades musulmanas.

•Llama a George W. Bush "una pesadilla" que "está intentando destruir Estados Unidos". Recompensando estas opiniones, el Consejo de Relaciones Americano-Islámicas, una organización fachada financiada desde el extranjero, concedió en el 2005 un galardón a Almontaser por "sus numerosas contribuciones" a la protección de las libertades civiles. Sus intenciones para la Academia Internacional Jalil Gibran deberían hacer sonar las alarmas. Una información de Associated Press la parafrasea diciendo que "el centro no evitará temas sensibles tales como el colonialismo o la crisis palestino israelí", y observa que la escuela "incorporará el lenguaje árabe y la cultura islámica". ¿Cultura islámica? No es lo que se anunciaba - pero instigar el pan-arabismo y el anti-sionismo, proselitizar en favor del Islam y promover las simpatías islamistas compondrán predeciblemente el verdadero plan de estudios del centro. Para expresar su preocupación acerca de este centro árabe proyectado, escriba al jefe del consistorio de la Ciudad de Nueva York, Joel Klein, JKlein@schools.nyc.gov .

Daniel Pipes es el director del Middle East Forum, un miembro designado presidencialmente de la dirección del Institute of Peace de los Estados Unidos, y un galardonado columnista del New York Sun y The Jerusalem Post.

Diario Exterior (España)

 



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