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26/03/2005 | La revolución del Tulipan en Kirguizistán

Geert Groot Koerkamp

Tras la huida del depuesto presidente de Kirguizistán, Askar Akáyev, el Parlamento de la república centro-asiática ha nombrado al líder opositor, Kourmanbek Bakayev, como presidente en funciones. Además, ha convocado a elecciones presidenciales para dentro de tres meses.

 

La revuelta popular tiene su origen en el descontento que han provocado los resultados oficiales de las elecciones legislativas celebradas a mediados de marzo. Pocos días antes de la caída de su régimen, el presidente Askar Akáyev se dirigió con absoluta confianza al nuevo Parlamento de Kirguizistán. En las noticias oficiales, se describía a los manifestantes de la oposición como borrachos y criminales. Por su parte, Akáyev prometía no utilizar la violencia y restablecer rápidamente el orden.

Las altas montañas
En aquellos momentos, la amenaza de una revolución parecía aún muy remota. Miles de seguidores de la oposición habían tomado el poder en la ciudades Jalalabad y Osj, en el sur del país, una región pobre y separada del resto del país por montañas muy altas. Las manifestaciones eran una señal de protesta contra el resultado de las elecciones parlamentarias en las que, según la oposición y los observadores extranjeros, se cometió fraude a gran escala. Como consecuencia de los comicios, la oposición no obtuvo representación en el nuevo Parlamento.

Violentos enfrentamientos
El jueves pasado, manifestantes de todo el país acudieron a la capital kirguiz, Bishkek, para celebrar protestas que sorprendieron totalmente a las autoridades. Después de leves enfrentamientos con la policía, los manifestantes ocuparon la sede del Gobierno y del presidente Akáyev, el Ministerio de Defensa y el Edificio de los Servicios de Seguridad. Tras que la policía desistiera de utilizar violencia contra los manifestantes, se hizo evidente que Akáyev estaba aislado. En cambio, se produjeron violentos enfrentamientos entre partidarios y oponentes del presidente, en los que se registraron tres muertos y más de un centenar de heridos. Entre tanto, colaboradores de la televisión estatal se negaban a emitir noticias tendenciosas destinadas a desacreditar a la oposición.

El efecto dominó
Los países vecinos, con regímenes autoritarios, observan con mucha preocupación los acontecimientos en Kirguizistán, otra ex república soviética donde la oposición ha logrado derrocar un régimen con medios pacíficos. Esto se debe, en parte, a que, a diferencia de sus vecinos homólogos, Akáyev siempre toleró alguna oposición. Cabe recordar que, durante mucho tiempo, Akáyev fue considerado como uno de los líderes más 'iluminados' de Asia Central.

La represión política de los medios en Kirguizistán aumentó sobre todo en los últimos años, lo que motivó a la oposición a movilizar las masas. Y no se puede descartar que la revuelta popular en Kirguizistán tenga un efecto dominó en sus países vecinos.

Moscú y Washington también siguen al dedillo la evolución de la situación, pues tanto Rusia como Estados Unidos tienen una base militar en Kirguizistán. El país asiático ocupa una posición de importancia estratégica en razón de su proximidad a Afganistán y su frontera con China. Además, gracias a sus reservas de petróleo y gas natural, la región de Asia Central es muy importante.

La 'revolución de los tulipanes' se asemeja a los levantamientos pacíficos en Georgia y Ucrania. Sin embargo, hay una importante diferencia: Kirguizistán carece de un líder opositor carismático capaz de unir al país, como el georgiano Michail Saakasjvili, o el ucranio Viktor Yúshenko.

Radio Nederland (Paises Bajos)

 



 
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