El asunto sorprendió. Garantizando que no es un especialista en las producción del combustible, como era de esperarse, Benedicto XVI oyó atentamente del presidente brasileño el pedido para que la Iglesia ayude al continente africano a consolidar la idea de producción de energía limpia vía etanol.

El objetivo no es sólo apoya acciones contra el calentamiento global, una vez que el etanol emite menos gases de efecto invernadero que los combustibles fósiles. En su argumentación, Lula defendió que “el ingreso de los países pobres de África en el club de los productores de etanol sería un gran paso para reducir la miseria y el desempleo en la región” (Estado de Sao Paulo, 11/5).

El gobierno brasileño ofrece tecnología y ayuda para crear un mercado mundial de alcohol fortalecido. Brasil quiere usar el conocimiento para conquistar África. En un trabajo conjunto de Itamaraty y el Ministerio de Agricultura ofrecieron a los países de ese continente tecnología para la producción de cultivos tropicales –principalmente alimentos- y la experiencia en el alcohol combustible (Gazeta Mercantil, 9/5). En cambio, Brasil espera el apoyo de los africanos para transformar el etanol en commodity internacional y, en un segundo momento, soporte del continente para que Brasil tenga una silla permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

La Unión Africana (UA) tiene una posición semejante al Grupo de los 4 (G-4), formado por Brasil, Japón, Alemania e India, que defiende seis asientos permanentes más en el Consejo de Seguridad, sin derecho a veto. La UA, que representa 53 naciones africanas, también defiende la creación de seis nuevas plazas permanentes, pero insistió en la prerrogativa del derecho de veto para los nuevos miembros del Consejo. El bloque tiene cerca de un cuarto de los 191 votos de la Asamblea General y, para ser aprobada, cualquier resolución precisa del apoyo de dos tercios del plenario, o 128 votos (Agroportal, 10/5).

Cerca de 70 comitivas internacionales estuvieron desde el comienzo de la semana pasada en Brasilia para el congreso internacional “Iniciativas Globales en Commodities”. El evento funcionó como un escaparate de la tecnología brasileña en el agro negocio para más de 100 delegados de los países pobres, principalmente de África.

“Brasil es probablemente el país con la agricultura más eficiente del mundo. Y tenemos interés en ayudar a los países amigos a transferir nuestra tecnología”, dijo el ministro de Agricultura, Reinhold Stephanes, a la platea de diplomáticas y técnicos de países distantes como Botswana, Congo, Gabón y Tanzania. Un día antes, los invitados conocieron esa experiencia brasileña en los laboratorios de las Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA), donde conocieron la tecnología para la producción de cacao, café, mandioca y otros cultivos comunes en tierras tropicales. Esa propaganda de la tecnología brasileña en la producción de alimentos forma parte de una acción mayor. Las autoridades no admiten oficialmente, pero el plan de Brasil es conquistar el continente africano inicialmente con la producción de más alimentos y con un costo menor. Esa es la principal demanda de la región en la actualidad. Así, Brasil estaría acreditado para iniciar el cultivo de caña de azúcar con el objetivo de producir alcohol combustible. El ministro de Agricultura admitió que África será importante para la creación de un parque mundial de producción de combustibles renovables suficientemente grande para atender la demanda de los países ricos. Eso debe ayudar a Brasil que pretende transforma el etanol en commodity mundial.

El ex ministro de Agricultura, Roberto Rodrígues, considera esa oferta conjunta como una estrategia natural. Recuerda que los países africanos tienen una demanda urgente por alimentos, área en que Brasil puede ayudar, tanto que EMBRAPA abrió a finales del año pasado la primera oficina en África, en Ghana. “Aún siendo una política de Estado, es innegable que también hay interés comercial”, dijo. Rodríguez cita que Brasil, por dominar la cadena productiva, puede pasar a vender equipos producidos en gran escala en el país. “Al mismo tiempo, podemos ganar un continente en el esfuerzo de propagar los cultivos de energías renovables”. “En algunos locales, ese cambio será rápido porque ya hay producción de azúcar en muchas áreas tropicales. En ese caso, sólo sería precios alterar las instalaciones de la fábrica para producir alcohol. Para los productores, sería óptimo porque el valor agregado del etanol y el azúcar no se comparan”, observa Ardí Vieira, del Fondo Común de Commodities.

Para los especialistas, la idea de producir etanol en aquel continente va a depender de las condiciones climáticas y del suelo del territorio africano. “África tendría que producir el etanol a partir de la caña a costos tan bajos como en Brasil. Sólo así los países de la región van a beneficiarse con la exportación del producto a todo el mundo”, ponderó el economista Raul Veloso, acordando que el Estado brasileño tardó más de 30 años para consolidar el sector.

¿Problemas estructurales para el mercado brasileño de biocombustibles?

La competitividad brasileña en el mercado global de biocombustibles ya no depende sólo de la oferta disponible de productos a precios competitivos. Un estudio divulgado recientemente en Europa por el economista Matthias Fawer, del suizo Bank Sarasin & Co. –que presta consultoría a la Comisión Europea- consideró grandes fábricas y aún tradicionales multinacionales inadecuadas para que reciban aportes de inversores. El motivo: empresas, según  el economista, no tiene proyectos que garanticen su sostenibilidad socio-económica a largo plazo.

Décio Zilbersztajn, coordinador general del Programa de Estudios de los Negocios del Sistema Agroindustrial de la Universidad de San Pablo (Pensa/USP), observa que los importadores – principalmente europeos- imponen exigencias más rígidas sobre la producción sustentable de alimentos y biocombustibles. “Las empresas tienen que preocuparse con esas cuestiones y prepararse, su quisieran abrir el capital o competir internacionalmente”. Zilbersztajn apunta como factores decisivos para una participación efectiva en el mercado internacional: la expansión controlada de áreas plantadas y la revisión en los contratos mantenidos con proveedores de caña de azúcar y arrendatarios de tierras. “Mucho se habla sobre un área potencial de 72 millones de hectáreas utilizadas hoy para la ganadería y que puede ser sustituidos por la caña, pero no existe un control total sobre ese avance”.

En función de los costos, el cultivo de caña necesita hacerse en un radio de hasta 200 kilómetros de distancia de las fábricas y, por eso, la expansión de los cultivos ocurrirá necesariamente en esas regiones. En Goiás, en Mato Grosso do Sul y Paraná, los gobiernos provinciales estudian mecanismos para controlar la expansión de los cultivos de caña. “La preocupación del mercado internacional está centrada en las regiones de Pantanal y Amazonia. En esas áreas debe haber una acción más enfática del gobierno”, dice el investigador. Otro factor que debe ser considerado es la mecanización de los cultivos. De acuerdo con los datos de la Unión de la Industria de Caña de Azúcar (UNICA), las fábricas emplean hoy 3,6 millones de personas, siendo más de 511 mil en la cosecha de cultivos. En marzo de este año, el Ministerio Público de Trabajo (MPT) informó que 14 usinas en San Pablo mantenían empleados en condiciones irregulares de trabajo.

A finales de abril, el MPT abrió interrogatorio para averiguar la muerte de un cortador de caña que trabajaba en una usina de San Pablo. “Son noticias que producen un efecto negativo para toda la cadena que actúa en el país”, observa Zilbersztajn. Además del cuidado en relación a las condiciones de trabajo de los “colhedores” de caña, otro factor en discusión en el mercado internacional es la sustitución de esos profesionales por la cosecha mecanizada. En Goiás, el grupo Otávio Lage, dueño de la usina Jalles Machado, inició el año pasado un proyecto de producción de tomates y goma natural para que los cortadores de caña tuvieran una oportunidad de trabajo después de la mecanización del cultivo. “La mecanización provoca impactos secundarios en el mercado de trabajo y crea oportunidades aunque sea difícil medir eso. Pero es ciertamente un punto a ser evaluado por las usinas”, afirma.

Con respecto a las relaciones trabajo, Zilbersztajn atenta a la necesidad que las empresas revean los contratos con los productores que arriendan tierras o suministran caña. “Hubo un crecimiento fuerte de ese tipo de relación, principalmente fuera de la región centro-sur y esos productores necesitan asociarse para negociar precios en condiciones justas para ambos lados”, dijo.

UNCTAD poco optimista sobre la evolución actual del mercado de biocombustibles

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo (UNCTAD) tiene una visión poco optimista sobre la actual práctica de evolución en la producción mundial de biocombustibles. Especialistas en el tema del organismo internacional critican el sistema de subsidios internos a la producción de etanol y la imposición de altas tarifas y barreras no tarifarias por los países desarrollados, pero también alertan sobre los efectos colaterales ambientales, económicos y sociales en países en desarrollo. El modelo en vigor, de acuerdo con los analistas de UNCTAD, condena el mercado internacional a permanecer pequeño, amenaza la creación de un sistema común de comercialización y desestimula las inversiones en el sector de biocombustibles en los países en desarrollo.

“La cuestión es que hay personas que no quieren asumir los riesgos ni la cuenta de la nueva tecnología, pero hay una parte importante de productores que ven en los biocombustibles la oportunidad de mejorar de vida”, resume el sueco Olle Ostensson, jefe de la División y Recursos Naturales de la UNCTAD, que participa de la reunión del Fondo Común de Commodities de la ONU (CFC) en Brasil. Estados Unidos, por ejemplo, imponen un recargo al etanol brasileño de 0,14 de dólar por litro, más un tarifa ad valorem de 2,5%. Aún de acuerdo con UNCTAD, el actual modelo hace inviable la producción de biocombustibles en países desarrollados sin subsidios y barreras de importación.

Al mismo tiempo, apunta a cuestiones preocupantes en países en desarrollo, como la derrumbada de florestas para cultivo de materias primas de biocombustibles, el impacto en la elevación de los precios de la tierra, la concentración de la renta y el éxodo rural, además de la cuestión de la seguridad alimentar, causada por eventuales aumentos de precios de los alimentos en función de la competición por tierras para la producción de alimentos y energía. “Pero hay acciones de políticas públicas que pueden minimizar esos efectos”, resalta Ostensson.

Dedicada a promover la integración de los países en desarrollo en el proceso de expansión de la economía global, UNCTAD alerta que el actual sistema de comercio internacional de biocombustibles no sólo dificulta la participación efectiva de los países en desarrollo, como también produce un efecto limitado sobre el calentamiento global. “Eso es porque no se sabe hasta donde los subsidios pueden distorsionar la producción mundial de biocombustibles. Es precios cautela”.       

Brasil descarta por el momento el etanol celulósico

Considerada fundamentalmente para garantizar la demanda a largo plazo por biocombustibles en Estados Unidos, la tecnología de extracción de etanol a partir de celulosa encuentra menos entusiasmo en algunos sectores del gobierno brasileño. EMBRAPA cree que la celulosa desempeñará en Brasil un papel diferente del idealizado por los norteamericanos. Por aquí, el etanol de caña de azúcar continuará a ser el principal componente de la matriz de biocombustibles.

Frederico Durães, jefe general de EMBRAPA Agroenergía, explica que la necesidad de apostar en la ligno-celulosa es mayor en los países de clima templado. “En el clima templado de Estados Unidos o de Europa, es la gran apuesta porque el énfasis está en la garantía de abastecimiento. Allá, ellos tienen factores limitantes para la producción de otro tipo de etanol, como el derivado del maíz”, afirmó. “En países de clima tropical, como Brasil, la celulosa tendrá un papel complementario en la matriz, formará parte del proceso”.

Durante la apertura de la reunión del Fondo Común de Commodities de Naciones Unidas (CFC-ONU), Frederico Durães presentó las estimativas actuales par los costos de producción de algunas fuentes de biocombustibles. El litro de etanol de celulosa costaría hoy 1,10 dólares. El derivado de caña cuesta hoy 0,34 centavos de dólar por litro. Aún el etanol de maíz producido actualmente en Estados Unidos costaría menos: 0,50 centavos de dólar. “Tenemos que llegar a arreglos regionales, donde se produzca biodiesel y etanol en todas las regiones de Brasil, preservando la Amazonia y el Pantanal”, afirmó. “Tenemos densidad corporativa para asociaciones con fundaciones y agenda común con investigadores”. Para reforzar su apuesta por el etanol de caña, Frederico Durães recordó que la demanda de Estados Unidos, estimada en 165 mil millones de litros hasta 2017, podrá ser suplida, en parte, con una expansión del área cultivada en Brasil de 10 millones de hectáreas –hoy, son 6,12 millones-, lo que elevaría la producción de etanol a 40 mil millones de litros hasta 2015.        

“Podemos duplicar la producción con una área una vez y media mayor”, afirmó. Según, EMBRAPA , para atender a un 10% de la demanda mundial para biocombustibles, Brasil podría expandir en un 12% al año sus cultivos de caña hasta llegar a las 22 millones de hectáreas en 2025. O sea, de forma planeada, podríamos añadir un tercio del área plantada hoy”.