Ahora bien, los resultados no parecen asombrar a los encuestadores que en los últimos días ya anunciaban un crecimiento interesante del candidato kirchnerista. Sin embargo, que Daniel Filmus haya entrado finalmente al ballotage, aunque no es un éxito estrepitoso como pretenderán vendernos de ahora en más, sí es un dato singular. En primer lugar porque detrás de la figura del ministro de Educación hay nombres que manejan los hilos de la política nacional con otras ambiciones que escapan a los límites de la ciudad y por otra parte, porque el candidato de Néstor Kirchner que dos meses atrás era prácticamente desconocido para la ciudadanía en general, pudo pasar en las últimas semanas a detentar un segundo lugar que nadie aventuraba podría llegar a ocupar.  De hecho no faltaron vaticinios en cuanto a la posibilidad de que el candidato oficialista se bajara de la candidatura por su desconocimiento entre los habitantes de la Capital Federal. Por eso puede decirse que el Gobierno alcanzó su objetivo de base.

El rédito político mayor -aunque no lo avale ningún poder superlativo si tenemos en cuenta que sólo se está “ganando” un segundo lugar con un 24% de votos aproximadamente, no se lo lleva, sin embargo, el titular de Educación sino el jefe de Gabinete, Alberto Fernández en detrimento de aquellos patagónicos leales al Presidente encabezados por el Ministro de Planificación a quién le hubiese convenido, paradójicamente o no,  un triunfo de Jorge Telerman para desgastar la imagen de su contrincante dentro de Balcarce 50.

Y es que el Gobierno votaba hoy algo sustancialmente distinto de lo que votaba la ciudadanía. En la Casa Rosada se debatía una interna mucho más compleja que la Jefatura de la Ciudad. La elección estaba reñida entre Alberto Fernández, verdadero artífice de la candidatura de Daniel Filmus y aquellos afines a desterrarlo del lugar de privilegio que hoy ocupa en el entorno del Primer Mandatario.

Pero, ¿qué implica la entrada de Daniel Filmus a la segunda vuelta electoral? Lisa y llanamente, y mucho más allá de  los porcentajes obtenidos por cada lista, lo que estamos observando es que el Gobierno, aún enfrentando su peor momento, tiene armas suficientes como para sacar conejos de la galera. Volvemos a repetir la historia de hace 4 años atrás. No olvidemos que el gabinete entero puso la cara el último jueves en el Luna Park. El segundo lugar en esta elección es un “triunfo” para el kirchnerismo, pero no lo es en materia numérica. Un 64% del electorado de Capital le dio la espalda a la “oferta” oficial. Las consecuencias, de todos modos, serán de envergadura y los próximos días presenciaremos una nueva campaña donde nada quedará tras bambalinas. Metodología 100% kirchnerista: Todo Vale. Cardíacos y susceptibles abstenerse. Recién ahora sabremos lo que es una “ciudad sucia” de verdad…    

El triunfo de Mauricio Macri no despierta sorpresa aunque fue rotundo. La Capital fue históricamente anti-peronista. Ni el General Perón ni Carlos Menem pudieron avanzar en ella y el líder del PRO supo manejar una campaña agresiva sin involucrarse demasiado y sin nacionalizar la elección aunque, ahora, este triunfo buscará expandirse rápidamente al territorio bonaerense. No faltarán  ventajistas y oportunistas dispuestos a treparse a la victoria del PRO para entretejer alianzas con miras a los comicios de Octubre próximo.

Ahora bien, ¿es fácil de digerir que un Gobierno que no está en su apogeo pueda posicionarse en un segundo puesto con tanta velocidad en un distrito donde se acumula la mayoría de la clase media que dice no comulgar con su política nacional? Sin duda no. Suena muy banal otorgar la causa del “éxito” kirchnerista (valgan las comillas) a la movilización del aparato, porque días atrás nadie apostaba dos centavos por ese aparato. Desmantelado el Justicialismo, con un radicalismo prácticamente inexistente en la elección Capital y un Frente para la Victoria que es un engendro de obsecuentes, no hay manera de adjudicar el segundo puesto a una movida de una estructura de envergadura. Es ni más ni menos que el histórico “voto K”: 22%   

Desde luego que se han utilizado fondos públicos para sostener un candidato que venía en picada, y que muchos medios cooperaron para que el desconocido pasara, de la noche a la mañana, a ser estrella de TV. Almuerzos y visitas a divas, propaganda que traspasaba los límites de la Panamericana y mucho más obró en beneficio del titular de Educación.

Asimismo, Jorge Telerman capitalizó todos los problemas que ocasionara una repentina ola de frío en la ciudad en los días previos a la elección. Pagó los platos rotos de la falta de gasoil, del caos de tránsito, de los cortes de luz. Y está pagando un costo que no le corresponde quizás pero que la campaña oficial le atribuyó empaquetado con moño y todo: el de la inseguridad. La propaganda de Filmus apuntó a la posibilidad de desterrar la inseguridad de la Capital como si este flagelo fuera competencia exclusiva de la Jefatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires cuando en rigor de verdad, es una tarea indelegable del Estado Nacional.

Posiblemente, a Telerman tampoco lo ayudaron sus vaivenes entre el kirchnerismo y una postura aliancista dependiente de Elisa Carrió que no condicen con la idiosincrasia del votante de Capital. La alianza tardía con la mentora del ARI, lo dejó en un estado de orfandad pregonando discursos poco claros. Quiso ser oficialista y no lo logró, luego desembarazarse del proyecto del Presidente le generó costos altos como estamos observando. La campaña brutal para bajarlo del ballotage finalmente hizo lo suyo.

Hay otra pregunta que surge de estos resultados y apunta a definir si es acaso factible ganar una elección sin los medios de comunicación. ¿Qué papel jugaron éstos? Indudablemente, las imágenes siguen cotizando más que las palabras y las cámaras afines a Daniel Filmus, máxime en los últimos tiempos, obraron como una de las principales causas de que hoy el Gobierno esté exultante como está. Aunque, ¿un porcentaje magro de votos amerita tanto entusiasmo? Sí, si hablamos de un Gobierno en estado complicado.

De más está decir que el jefe de Gabinete y el mismísimo Presidente se auto erigirán como los padres de una “victoria” que no es tal efectivamente  pero que debe ser vendida de esa manera, razón por la cual exponen a la Primera Dama. La presencia de Cristina Fernández de Kirchner en la conferencia de prensa de Daniel Filmus más que la insinuación de que será futura candidata deja al descubierto la necesidad del Gobierno de sacar todos los ases de la manga con miras a la segunda vuelta habiendo tanta diferencia numérica en el caudal electoral. Es evidente que el Gobierno no tendrá en cuenta la amplia diferencia de votantes obtenida por Mauricio Macri como para menguar sus afanes exitistas o realizar un gesto “democrático” trascendental: dar un paso al costado. Jamás un kirchnerista lo hará, eso está claro. Lo que sigue es batalla campal. Ninguna resignación oficial por más que la diferencia entre el primero y el segundo sea amplia por demás y la legislatura quede en poder de una fuerza opositora al mismo. Lo que queda en escena es harto complicado: una propuesta concreta de parte del PRO apuntando a los problemas de la ciudad y la no gestión que se sufrió, y un “vamos por todo” con discurso ideológico y nacionalización de la elección del otro lado.

Lo que nadie parece preguntarse a la hora de los análisis es si acaso no existió una suerte de “voto vergüenza” más que un “voto estratégico” como muchos pidieron a último momento previendo esta avanzada del Gobierno. El electorado de la Capital se supone que aglutina a esa casta de “clase media” que se estremece con sólo escuchar hablar del kirchnerismo y del poco elegante “estilo K”.  Pues bien, queda ensayar como respuesta la posibilidad de que esa clase media sea la que ha sumado al abultado porcentaje de votantes de Mauricio Macri quedando en “stand by” la franja de villas miseria que han crecido sustancialmente en los últimos años y que no se han visto favorecidas por la gestión de Jorge Telerman. O quizás sí existe en la Argentina actual una porción de la sociedad que está disfrutando la bonanza de una economía crecida con viento de cola, y que a pesar de no estar satisfecha con los modos y maneras del jefe de Estado, está tranquila con sus cuentas de banco… No sería de asombrar. Tampoco sería la primera vez que hay un voto “no cantado” en la sociedad aunque es minoritario como puede verse en los porcentajes obtenidos en las urnas este domingo.

Lo cierto es que hay un dato que no sale explícitamente de las urnas o las estadísticas y es, posiblemente, el que mayor trascendencia debería tener en la actualidad. Los comicios en la ciudad Capital han mostrado que hay espacio para una alternativa distinta. De más está decir que en el escenario político Elisa Carrió perdió. Queda pues un espacio interesante para Roberto Lavagna que deberá dejar de lado su indefinición por herencia o vocación y para Ricardo López Murphy. Es este el momento en que la mentada oposición salga de las guardillas y se ponga a actuar. Hay lugar y hay cinco meses por delante.

Cinco meses que pueden ser una eternidad o un flagelo tanto para las alternativas como para el Gobierno Nacional que este mismo domingo también ha perdido la elección neuquina pese a los hechos vividos en esa provincia con motivo de la crisis docente generada desde el mismísimo Poder Ejecutivo.

En síntesis, el Gobierno es conciente de que tuvo dos derrotas en un mismo día: la de la provincia de Neuquén, que pasó casi inadvertida por la euforia de la elección Capital y la otra, el triunfo aplastante de Mauricio Macri “vendida” sin embargo como “éxito” oficial  porque Filmus entró al ballotage.

   

GABRIELA POUSA

(*) Analista Política. Lic. en Comunicación Social (Universidad del Salvador) Master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE)