En esta ocasión quisiera compartir una reflexión sobre el ahorro, un concepto económico que todos hemos oído, que forma parte constante de nuestras finanzas personales y que se menciona continuamente como una variable macroeconómica crucial para alcanzar mayores tasas de crecimiento económico, pero sobre la cual existen serias confusiones y poco entendimiento.

En particular se tiende a malinterpretar los conceptos de ahorro y ahorro financiero, lo cual conduce a conclusiones incorrectas. Esto es, es común ver publicada información sobre el ahorro financiero del país, el cual se ubica alrededor de 50% del PIB, pero esta cifra no necesariamente refleja la situación sobre el ahorro real de la sociedad mexicana, el cual por cierto es muy bajo comparado con economías similares a las nuestras.

En economía, el concepto de ahorro se entiende como aquella fracción de nuestro ingreso que decidimos no consumir en el presente, y por lo tanto lo "guardamos" para el futuro. Esto es lo que llamamos una transferencia en el tiempo (intertemporal) de consumo presente a consumo futuro. Existen muchas razones de por qué decidimos ahorrar. Puede ser que nuestro ingreso esté aumentando, o que el beneficio de guardarlo y usarlo en el futuro es mayor que consumirlo ahora, o para hacer frente a gastos no esperados, o cubrir necesidades futuras como el retiro.

Es difícil tener un cálculo exacto de cuánto ahorramos los mexicanos debido a que los datos y estadísticas con las que contamos no son lo adecuadas como quisiéramos, pero se estima que en los últimos años este ahorro puede representar entre 10% y 13% de su ingreso, en promedio. Si a esta cifra le sumamos el ahorro de las empresas, obtenemos lo que conocemos como ahorro privado, que en promedio durante las últimas dos décadas ha oscilado alrededor del 20% del PIB.

Ahora bien, cuánto ingreso guardar es una primera decisión, y sólo después decidimos cómo o en que forma guardarlo. Esto es lo que denominamos una decisión "de cartera". Puede ser que una parte de este ahorro lo deposite en un banco, otra parte lo guarde en forma de una moneda extranjera o un metal precioso como el oro (centenarios), otra parte la aporte a una tanda y el resto lo guarde debajo de mi colchón. Son múltiples los factores que explican la composición de este ingreso guardado y que no mencionaré aquí. Lo importante es señalar que sólo la fracción que decidí depositar en el banco (en mi ejemplo) formará parte de lo que conocemos como ahorro financiero. Es decir, aquellos ahorros que son intermediados por nuestro sistema financiero.

En una economía con un alto nivel de desarrollo de este sistema, es probable que este ahorro se acerque al concepto de ahorro "real" de los individuos, pero no siempre es el caso. Hay situaciones en los cuáles la divergencia es muy alta. Por ejemplo, en épocas de alta inestabilidad económica y de crisis, cuando la gente buscaría ubicar a su ahorro en medios que le den mayor seguridad, es probable que el ahorro financiero sea mucho menor que el ahorro "real", simplemente porque la mayor parte del ingreso a guardar la coloco fuera del sistema financiero nacional (desintermediación financiera).

Por otro lado, es importante clarificar la cifra de ahorro financiero publicada por los medios de información respecto al ahorro de los individuos. Por ejemplo, cuando se menciona que el ahorro financiero es de 50% del PIB, no quiere decir que ahorremos la mitad de nuestro ingreso. Lo que hay que tener en mente es que en las variables económicas existen dos concepto; variables flujo y variables acervo. Si yo digo que yo ahorro mensualmente 10% de mi ingreso me estoy refiero a una variable "flujo", la cual está definida en términos de un periodo establecido (un mes en mi ejemplo). Si yo digo que el ahorro financiero es de 50% del PIB, estoy haciendo referencia a una variable "acervo", esto es, un valor acumulado hasta un cierto momento. Es decir, este monto corresponde a lo que hasta el momento se ha acumulado como ahorros en el sistema financiero (en distintos instrumentos), pero es probable que el flujo mensual sea un valor mucho más pequeño, por ejemplo, inferior a un punto porcentual del PIB.

La realidad es que el ahorro de los mexicanos es bajo e insatisfactorio si consideramos que estos recursos son importantes para promover un mayor crecimiento económico. En particular esta aseveración es más clara cuando nos comparamos con países similares al nuestro y que han mostrado mejores resultados económicos en las últimas dos décadas. Tal es el caso de Chile, cuyas tasas de ahorro privado, en particular durante los años noventas, fueron de alrededor del 30% creciendo entre 6% y 7% anual, o es el caso de los países del sudeste asiático que durante esos mismo años también mostraron un crecimiento alto y sostenido, acompañado de altas tasas de ahorro e inversión, y es el caso de China que se ha constituido en el milagro económico de los últimos tiempos.

Es cierto que el ahorro financiero ha venido aumentando, en gran parte debido al aumento del ahorro en el sistema para el retiro (que es un ahorro obligatorio y no producto de una decisión voluntaria de una persona), pero no podemos decir lo mismo del ahorro privado de nuestra economía y esto no ayuda a nuestra búsqueda de un mayor crecimiento.

alejandro.villagomez@cide.edu