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29/03/2005 | Las Reservas Extranjeras Pueden Fortalecer A China Aún Más

Deepak Lal

El desempeño económico de China en los últimos años ha sido extraordinario. El año pasado, se calcula que el producto interno bruto creció por encima de un 9 por ciento, con la producción industrial aumentando por un notable 16 por ciento. Muchos temen que el sistema financiero del país resulte ser muy frágil para sostener dicha tasa de crecimiento a largo plazo. Afortunadamente, las abundantes reservas extranjeras del país podrían resultar ser el remedio ideal.

 

La raíz del problema del sector financiero chino son los continuos subsidios dirigidos a las empresas del estado mediante el sistema bancario. El propósito de estos subsidios es de prevenir el desempleo y la pérdida de asistencia social de los anteriores y actuales empleados de estas empresas del estado. Aunque el gobierno ha cerrado sus peores productoras de pérdidas, las que quedan continúan siendo subsidiadas.

A largo plazo es muy probable que ésta práctica dañe la actualmente alta tasa china de ahorro, la cual es la base de su milagro económico. En el presente, cerca de un 90 por ciento de los ahorros de cada hogar están depositados en bancos del estado, en parte por la falta de otras alternativas. Muchos de esos depósitos son prestados a empresas estatales. En contraste, muchas de las inversiones en el dinámico y privado sector no-estatal que ahora impulsan el crecimiento industrial chino es auto-financiado, o dependiente en capital foráneo. Con pocas de estas empresas no-estatales estando dispuestas—o permitidas—a emitir acciones, el mercado de valores doméstico consta principalmente de empresas estatales, las cuales con sus prácticas de contabilidad no-transparentes y su percibida falta de viabilidad, previenen que muchos hogares coloquen sus ahorros en ellas directamente. Entonces es aquí donde surge la delicadeza y la volatilidad de los mercados de valores domésticos, que tan solo con las más pequeñas noticias de las opacas empresas estatales se pueden desatar grandes movimientos de precios.

Ésta falta de medios adecuados de ahorro y los bajos retornos de los depósitos en los bancos estatales presentan una gran amenaza para la alta tasa china de ahorros. Esto es probable que sea agravado por el efecto depresivo que puede tener una población cada vez más anciana por sobre los ahorros. Pero los bancos del estado no pueden promover mayores ahorros aumentando sus tasas de depósito sin un aumento en sus tasas de préstamos a las empresas estatales. Las pérdidas de estas empresas estatales entonces crecerían, resultando en que los bancos extiendan más préstamos para cubrirlas, con el resultado de que el sistema bancario tendría que cargar con más préstamos en mora.

Estas dificultades microeconómicas de utilizar las tasas de interés para estimular los ahorros que luego podrían ser depositados en un mercado de valores en buenas condiciones, tienen consecuencias macroeconómicas. Mientras el banco central se encuentra incapaz de utilizar la tasa de interés para controlar la demanda agregada, medidas torpes (e ineficientes, dado que casi todas las empresas no estatales son auto-financiadas) se necesitan para enfriar la economía.

Además, dada la fragilidad del sistema bancario, abrir completamente la cuenta capital de la balanza de pagos y proceder a un tipo de cambio completamente flexible no es una opción. Yo no creo que el crecimiento chino de orientación hacia a las exportaciones ha dependido en mantener un tipo de cambio subvalorado. Como muchas de las exportaciones chinas son productos procesados con poco valor doméstico añadido, cambios en el tipo de cambio tendrían un efecto menor en la rentabilidad de las compañías. La mudanza a un tipo de cambio flexible no es solo necesario para un uso más eficiente de los ahorros nacionales de China, sino también para defenderse de las crecientes presiones por parte de especuladores privados y los principales socios comerciales de China por una reevaluación del renminbi.

Detrás de todos estos peligros para la economía china se encuentran las cargas sociales sostenidas por las empresas estatales. Estas deben ser removidas para que las empresas estatales viables puedan prosperar y el resto pueda ser adquirido o cerrado.

Afortunadamente, China ha amontonado abundantes reservas extranjeras y estas proveen la respuesta. En octubre del año pasado, estas constituían más de 600 mil millones de dólares (310 mil millones de libras esterlinas), en una economía de aproximadamente 1 trillón de dólares. Las reservas constituyen alrededor de un 60 por ciento del producto interno bruto y se hayan en su mayoría en la Tesorería de EE.UU. Aparte de lo absurdo que es que un país en vías de desarrollo relativamente pobre en capital, haga estas grandes y no correspondidas transferencias a un país rico, China debe haber visto una pérdida en el valor real de estos activos. Desde su tope en el 2002, el dólar americano se ha depreciado por casi un 30% en relación a otras monedas importantes.

Hay una mejor manera en la que China podría utilizar sus reservas. A lo mucho, solo una pequeña porción—$100 mil millones—es necesario para defenderse de cualquier ataque especulativo y mantener la fijación al dólar. El resto—alrededor de $500 mil millones, así como también las reservas que sean adquiridas en el futuro—podrían ser depositadas en un fondo de reconstrucción social que esté bajo el banco central. Esto funcionaría como cualquier otro fondo de pensiones grande, como el del Banco Mundial, el cual tiene un retorno anual, a un promedio de más de 10 años, de cerca de un 8 por ciento. Si el propuesto fondo chino pudiera alcanzar este retorno, proveería un ingreso anual de $40 mil millones, o 4 por ciento del PIB, el cual pudiera ser utilizado para cubrir gradualmente las obligaciones sociales de las empresas estatales. Estas, entonces, pudieran luego ser tratadas como empresas normales, las cuales serían privatizadas si se creen viables y cerradas si no.

Esto traería muchos beneficios. Acabaría con la necesidad de subsidios que están agotando con la vitalidad del sistema bancario. Los bancos pudieran entonces concentrarse en movilizar los ahorros domésticos y transferirlos a proyectos que rindan más. Las empresas estatales con acciones comercializadas en los mercados tendrían más incentivos para adoptar transparencia en la contabilidad. Las autoridades serían capaces de utilizar las tasas de interés como el principal medio para controlar la demanda. Con un sistema financiero más robusto, hasta se le podría permitir flotar al renminbi. Con el tiempo, mientras se retire el problema de las empresas estatales, los ingresos del fondo podrían convertirse en la base de un sistema de pensiones completamente financiado para la población en envejecimiento de China.

Hay buenas razones para preocuparse sobre la robustez del sistema financiero de China, es verdad. Pero un país con $600 mil millones en reservas no está exactamente desprovisto de opciones.

Deepak Lal es profesor de desarrollo internacional en la Universidad de California en Los Angeles y es un académico asociado del Cato Institute.

Traducido por Gabriela Calderón para Cato Institute.

El Cato (Estados Unidos)

 


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