La televisión pública de aquel entonces inmortalizó una tira que caracterizaba al “comerciante bueno” y al “malo” según, obviamente, los ojos del gobierno. Tito Baratito era un almacenero con cara de bueno que cobraba “precios justos”. Máximo Carelli era en cambio un siniestro comerciante que, en su malsana intención de ganar dinero, cobraba precios “injustificados”.

Obviamente la campaña fue un fracaso. La inflación siguió galopante carcomiendo los bolsillos, esfuerzos y vidas de los argentinos.

La administración de Néstor Kirchner está preocupada por el alza de precios. No le faltan motivos. En los 20 meses de gestión, Kirchner tuvo una inflación mayor que casi toda la década del noventa. Paradójicamente la “fatídica década” cobró menos impuesto inflacionario a los pobres que la era del “progresismo serio”. Entre mayo del 2003 y marzo del 2005, los precios crecieron un 11%. Entre enero de 1993 y diciembre de 2001, la inflación fue de 9,05%. Pese a tener la inflación reprimida en los últimos veinte meses hubo mas inflación que en nueve años ¡!!

La preocupación de Kirchner se traduce en amenazas a los empresarios, convocatorias a boicots, inspecciones a comercios, nacionalizaciones y controles de precios.

Los acuerdos de precios con empresas y cámaras empresariales son probadamente inútiles. La inflación no responde a los deseos voluntaristas de empresarios, funcionarios supuestamente preocupados o sindicalistas ventajeros.

La inflación del 2005 es la hija del comportamiento del Banco Central en el 2004. La emisión monetaria que tanto sedujo a funcionarios y empresarios por el incremento artificial de actividad ahora se refleja en aumentos de precios. La política inconsistente de tipo de cambio alto para favorecer al fisco y a la industria, emisión monetaria y economía cerrada tarde o temprano redunda en inflación.

Ahora ya la tenemos. Buscar responsabilidades en los comerciantes es algo esperable en un gobierno esquivo a “hacerse cargo”. Pero no es la solución.

Los controles y “acuerdos de precios” no funcionaron con Cámpora, ni con María Isabel Martínez de Perón, ni con Martínez de Hoz ni con Alfonsín. ¿por qué van a funcionar con Kirchner?

Entre febrero de 1967 y noviembre de 1989 transcurrieron 24 ministros de economía y 274 meses. Solo en el 10% de ese tiempo hubo libertad de precios. El resto del tiempo los precios estaban controlados, concertados, pautados o administrados por la autoridad pública. Sin embargo, la inflación fue devastadora en todo el período.

El régimen de precios de ese período se distribuye de la siguiente manera.

30 meses con precios libres 10,9%

57 meses con precios vigilados 20,8%

45 meses con precios concertados 16%

76 meses con controles de precios 27%

26 meses con precios pautados 9%

95 meses con precios máximos 35%

36 meses con precios congelados 13%

(Fuente: FIEL. Por coexistencia de mecanismos la suma no es 100%)

El fracaso fue total e incuestionable. Esta batería de mecanismos no evitó que aquello que costaba 1$ m/n en 1967 llegara a costar en 1989 nada menos que 3.945.977.971,92 $ m/n. (eso sí expresados en australes).

De esos 23 años, en sólo uno la inflación anual fue menor al 10%. Durante catorce años la inflación anual superó el 100%. El final, en 1989 fue la trágica hiperinflación, que muchos ya olvidaron.

El gobierno debe combatir la inflación con una política monetaria austera cuyo único objetivo sea la estabilidad del valor de la moneda. Adjudicar al Banco Central la misión de reactivar la economía, mantener elevado el tipo de cambio o prestarle dinero al gobierno reeditará los peores escenarios inflacionarios. Volver a hablar de los conceptos de “agio”, “especulación”, “ley de abastecimiento”, “control de precios”, refleja solo el desconcierto del gobierno.