El reciente debate migratorio en el Senado, que terminó con la derrota del proyecto de ley que hubiese permitido una vía a la ciudadanía a la mayoría de los 12 millones de trabajadores indocumentados, ha dado lugar a la mayor explosión de sentimientos anti hispanos que he visto desde que llegué a este país hace tres décadas.

La mayoría de los hispanos ve las cosas de la misma manera. Una encuesta nacional realizada por Bendixen y Asociados dice que el 76 por ciento de los hispanos en Estados Unidos está de acuerdo con la afirmación de que ''el sentimiento antiinmigrante está creciendo en los Estados Unidos'', y un 62 por ciento dice que este fenómeno los ha afectado directamente a ellos o a sus familias.

Pocos hispanos creen en las afirmaciones de los conductores de radio y televisión que se opusieron al proyecto de regularización de los indocumentados, en el sentido de que ellos sólo se oponen a la ''inmigración ilegal''. Cuando la misma encuesta preguntó los motivos del actual sentimiento antiinmigrante en Estados Unidos, el 64 por ciento de los hispanos identificó ``el racismo contra los inmigrantes latinoamericanos''.

Efectivamente, en los últimos tiempos hemos escuchado muchas cosas en la radio y la televisión que van más allá de los límites del debate honesto, y una manipulación de datos que hace difícil creer en la buena voluntad de quienes lo hacen.

No se trata sólo de conductores de televisión como Lou Dobbs de CNN o los comentaristas radiales Rush Limbaugh y Michael Savage, cuyos programas parecen culpar sistemáticamente a los hispanos de casi todos los males de Estados Unidos.

Incluso prominentes académicos, como el politicólogo de la Universidad de Harvard, Samuel Huntington están haciendo afirmaciones como que ``la avalancha de inmigración latina constituye una amenaza potencial a la integridad cultural y posiblemente política de los Estados Unidos''.

Sin embargo, aunque los 44 millones de hispanos ya son la minoría más grande de Estados Unidos, no se ve de parte de los hispanos la clase de protestas masivas nacionales que uno vería si estas declaraciones estuviesen dirigidas hacia los afroamericanos o judíoamericanos.

Cuando uno visita la página de internet de la Asociación Nacional de Personas de Color (NAACP), una de las primeras cosas que se ve es el titular de ''Campaña ¡Stop!'', que es un llamado a la acción contra del racismo hacia los afroamericanos en los medios de difusión.

La NAACP y otros grupos afroamericanos constantemente lanzan campañas para denunciar públicamente el racismo en los medios, y recientemente forzaron el despido del conductor de radio, Don Imus, por un comentario sobre las integrantes del equipo de basket femenino de la Universidad de Rutgers. De la misma manera, la Liga contra la Difamación (ADL) ha estado denunciando casos de racismo contra los judíos desde 1913.

Pero cuando uno visita la página de internet del Consejo Nacional de la Raza, no encuentra el mismo énfasis en el combate contra el racismo en los medios. La consigna principal de La Raza es ''!Ya es hora!'', una cruzada nacional junto con la cadena de televisión Univision y varios otros grupos latinos para lograr que unos 2 millones de hispanos se hagan ciudadanos y voten en las elecciones del 2008.

La presidenta de La Raza, Janet Murguía, admite que los hispanos necesitan hacer más para luchar en contra de la intolerancia en los medios.

''Necesitamos repensar nuestra estrategia, no hay duda de eso'', me dijo Murguía en una entrevista. ``Pero el cambio clave en el que nos debemos concentrar es poder influenciar el resultado de las elecciones. Enojarse más no necesariamente va a ayudarnos, pero hacer las cosas con inteligencia sí nos va a ayudar''.

Mi opinión: el Consejo Nacional de La Raza y sus instituciones hermanas están haciendo lo correcto con su convocatoria ''¡Ya es hora!'' para lograr que más hispanos se hagan ciudadanos y voten. Pero deberían también lanzar una campaña paralela titulada ''¡Ya basta!'' para identificar y denunciar a aquéllos que sistemáticamente critican a los hispanos en los medios.

Si se permite que siga creciendo el sentimiento antihispano, pronto existirá una subclase de 12 millones de indocumentados que no sólo se sentirá frustrada por no contar con un camino legal a la ciudadanía, sino que también se sentirá insultada a diario en los medios. Y la exclusión social mezclada con la frustración es un cóctel peligroso, como hemos visto en las protestas de los jóvenes musulmanes que incendiaron los suburbios de París en el verano del 2005. Es tiempo de decir ``¡Ya basta!''