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01/11/2007 | Ya están aquí (Primera parte)- Fundamentalismo Islámico en América Latina

Carlos Machado

A veces un hallazgo importante sucede por simple casualidad. A partir de allí se va profundizando en ese descubrimiento, se van subiendo escalones que a su vez derivan en nuevos hallazgos, y se va conformando un cúmulo de datos y de material que finalmente termina por constituir un tema listo para ser develado.

 

Cuando me reuní con todo el material que será expuesto aquí -al principio fortuitamente y luego al poder ingresar en ciertas recónditas páginas de Internet, sumando el aporte y las corroboraciones por parte de fuentes extranjeras- sólo se me ocurrió una palabra para calificarlo: espeluznante.
   

En un primer momento hasta puse en la balanza la posibilidad de que parte de la información reunida fuera obra de una broma de mal gusto de algunos internautas, pero los datos obtenidos posteriormente de ciertas fuentes de inteligencia y de las cancillerías de algunos países, más lo que demostraron los propios involucrados, revelaron que lamentablemente no se trata de una broma sino de algo que pronto puede constituirse en una pesadilla.
   

Lo que tendrá a su consideración el lector, que muy probablemente, a su término, coincida con ese calificativo, puede definirse con este pantallazo inicial:

1)     el asentamiento, a partir de los últimos años, de grupos de militantes fundamentalistas islámicos de Hezbollah en ciertas zonas de Venezuela, extendiéndose a otros países latinoamericanos;

2)     la actuación, paralelamente, de misioneros chiítas convirtiendo al islamismo a los indígenas Wayúu, habitantes de la península de La Guajira que comparten Colombia y Venezuela, y a grupos de Guajiros asentados en la Amazonia venezolana;

3)     la instrucción a esos indígenas, aparte de la religiosa, de prácticas guerrilleras, del uso de armas y de los tristemente célebres explosivos que adosan a su cuerpo los militantes suicidas;

4)     la profusión de comunicados en los que, “en el nombre de Dios”, se lanzan inflamados llamamientos a luchar contra el “Satanás” representado por Estados Unidos y sus aliados, y propiciando el “levantamiento de las masas oprimidas contra las superpotencias arrogantesy la aniquilación de los opresores;

5)     el llamamiento, aún más siniestro, a una Yihad (guerra santa) en toda América Latina, atacando los intereses norteamericanos e israelíes “en cualquier lugar” del continente;

6)     la creación, como refuerzo con fines políticos, de una organización denominada “Partido Hizb Ul Islam”, cuyo nombre, según puede apreciarse, es muy similar a “Hezbollah” (el significado de este último es “Partido de Dios”, y el de su correlato latinoamericano “Partido del Islam”);

7)     y la gran y terrible incógnita, como lo es el hallazgo, entre la documentación obtenida, de la escueta frase “Un nuevo trabajo: Argentina”. Sólo esa frase, sin más detalles, lo cual ensombrece aún más esa incógnita.

Expuesta ya esta introducción, pasaremos a exponer en detalle todo lo señalado, además de otros aportes relacionados con el tema, incluyendo en muchos casos el apoyo de fotografías.


Islamismo bolivariano
No hace mucho tiempo que la militancia de Hezbollah puso el pie en Venezuela. Se estima que lo hizo hace alrededor de uno o dos años atrás. Pero el terreno ya había sido preparado por el fundador de la “sucursal” en ese país del partido político-terrorista desde unos cuatro años antes. Fue así como el Sheidy (comandante) Teodoro Darnott dio origen a “Hezbollah América Latina”, secundado por Carmen Liliana Bula, coordinadora del Partido Hezbollah-División La Guajira.
   

Teodoro Rafael Darnott, quien posee cédula de identidad venezolana 5.558.381 (aunque se detectó que utilizaba dos cédulas distintas), nació en Ciudad Bolívar, en el estado venezolano del mismo nombre, y uno de sus últimos domicilios conocidos estaba ubicado en la comunidad indígena Santa Ana, de la ciudad de Maracaibo, en el estado fronterizo de Zulia.
   

Comenzó a actuar influenciado por la “teología de la liberación”, el concepto cristiano-marxista que tuvo amplio desarrollo en las décadas de 1970 y 1980, interviniendo en la ocupación de tierras a favor de indígenas y campesinos.    
   

Posteriormente fundó el Movimiento Guaicaipuro de Liberación Nacional (MGLN), que proponía una guerrilla indígena al estilo zapatista, lo cual le acarreó problemas con las autoridades militares de la región, incluyendo detenciones y persecuciones. Al incrementarse los conflictos con propietarios de tierras y con las autoridades, se radicó durante cinco años en Colombia –Darnott tiene también la ciudadanía colombiana- y se unió a la insurgencia armada de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), donde aún se lo tiene registrado como “dirigente indígena” con el nombre de “Daniel González Epiaya”. También llegó a ser conocido como “Comandante Daniel”.
   

No se sabe cómo ni cuándo se decidió, pero Darnott se convirtió al islamismo, si bien incluyéndolo en una mezcla con su pasado marxista y su profesión de fe chavista. De hecho, nunca dejó pasar la ocasión para publicitar el voto favorable a Hugo Chávez en todo referéndum o contienda electoral bajo su gobierno, al igual que los enigmáticos visitantes islámicos que comenzaron a viajar a Venezuela.
   

En tanto, su Movimiento Guaicaipuro de Liberación Nacional se disolvió dando paso a Hezbollah América Latina y de inmediato a su versión local, Hezbollah Venezuela. Ello dio paso, a su vez, a que se iniciara la conversión de los indígenas Wayúu y Guajiros al islamismo y a su adoctrinamiento sobre las prácticas menos religiosas de Hezbollah como organización armada, para convertirlos en “muyahid”, también llamados “mujahidines”, los guerreros del Islam.

Como se mencionó anteriormente, La Guajira es una península compartida por Colombia y Venezuela, en el extremo noroeste de este país y cercana al Lago de Maracaibo. Los Wayúu han vivido en esa región desde el comienzo de su existencia, y se localizan en ambos lados de la frontera. Es una etnia que, a diferencia de otras de Sudamérica, logró resistir la conquista y dominación europea y logró mantener intactas su lengua, cultura y costumbres.
   

Actualmente, buena parte de sus sembradíos y cultivos en el lado venezolano son avasallados por el gran surco abierto en la tierra por la petrolera estatal PDVSA, iniciando el faraónico proyecto de Hugo Chávez de comenzar allí la construcción del súper gasoducto que, según su imaginación, debería atravesar el subcontinente para llegar hasta la Argentina. Un tremendo daño ecológico que además ni siquiera se ve compensado por los muy exiguos pagos otorgados a los indígenas por las tierras afectadas.
   

Esa misma zona fronteriza es la que recibió desde hace décadas –y lo sigue haciendo- la oleada de inmigrantes de origen árabe, especialmente desde el Líbano, los cuales siguiendo su ancestral tradición de hábiles comerciantes, han creado zonas libres donde transita todo tipo de mercaderías, que suelen ayudar a transportar los Wayúu a través de la zona desértica de La Guajira. El punto clave como zona de libre comercio es la ciudad de Maicao, en el lado colombiano de la frontera, que cuenta hoy con la segunda mezquita más grande de América Latina. Una versión local de la muy observada Ciudad del Este, en la Triple Frontera que comparten Argentina, Brasil y Paraguay.

Las buenas relaciones entre los Wayúu y los árabes desembocaron en una excelente amistad, y es muy común encontrarlos juntos en diversos locales de Maicao o de Riohacha, otra ciudad fronteriza colombiana, viendo las noticias en la señal de la cadena árabe Al Jazeera en lugar de las telenovelas de uno u otro país. Esa fuerte amistad es la que facilitó, también, la conversión de los Wayúu al islamismo, con todas sus secuelas.
   

Por su parte los libaneses chiítas pasaron, en los últimos años, de dedicarse sólo al comercio a establecer relaciones muy sólidas con su casa materna, Beirut, y paralelamente fueron apareciendo tanto el fluir de financimientos como logos de Hezbollah en prácticamente toda América del Sur. También aparecieron los misioneros chiítas, listos para convertir al islamismo a cuanto inocente indígena encontraran. Se dio así una segunda versión de lo sucedido más de 500 años atrás, solamente que no de aquella forma cruel, aunque con proyecciones mucho más siniestras.
    

Actualmente los jóvenes Wayúu alternan su aprendizaje del Corán con las prácticas con fusiles Kalachnikov y el manejo de explosivos en campamentos ocultos en la selva, preparándose para ser mujahidines, soldados de Allah, o mártires dispuestos a detonar explosivos en su cuerpo cuando sean requeridos para ello. 
   

Quien le facilitó la entrada a los misioneros chiítas fue el presidente Hugo Chávez, si bien se cree que al principio no creía que esa conversión religiosa llegaría a los alcances terroristas que tiene actualmente, sino que más bien actuó haciendo gala de su sempiterna estupidez para no ver más allá de su adicción figurativa y para cimentar su amistad con el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad. Para comenzar a allanarles el camino, Chávez se deshizo de los numerosos misioneros evangelistas que pululaban en toda Venezuela, expulsándolos del país bajo acusaciones tan variadas como “espías” y “genocidas”. Una acusación que también está utilizando ahora Evo Morales en Bolivia.
   

Ni lerdos ni perezosos, Ahmadinejad y los ayatollahs y mullahs de Irán aprovecharon muy bien la oportunidad para lanzar sobre Venezuela una oleada de religiosos chiítas y a la vez crear nuevos bastiones de Hezbollah en Latinoamérica, un territorio convenientemente mucho más cercano a Estados Unidos que el lejano Mediterráneo como para encarar eventuales infiltraciones y atentados en las propias barbas de su odiado “Satanás de Occidente”.        
   

Pero Ahmadinejad también aprovechó la fobia de Chávez hacia el gobierno norteamericano, y como ambos hacen causa común en este aspecto, progresivamente también fue “convirtiendo” al mandatario venezolano. A punto tal que éste no sólo ha ido haciendo la “vista gorda” respecto de las andanzas de Hezbollah en su país, sino que también está brindando refugio y un “santuario” en ciertos puntos de Venezuela, como la isla Margarita y otros estados, a los terroristas islámicos de diverso signo aunque unidos también en la causa común de la “guerra santa” contra Occidente –como Hezbollah, Yihad Islámica, Al Qaeda, etc.-, y hasta los provee de documentación venezolana, como veremos más adelante.

Historia del árabe pelirrojo

Es necesario hacer aquí un aparte para referirnos a un singular personaje, cuya historia, en especial los últimos tramos de la misma antes de desaparecer de la vista, tiene mucho que ver con el paso por Venezuela de individuos de alta peligrosidad. Tanta como que este personaje, por ejemplo, llegó a ocupar una posición de privilegio en la shura (consejo), el grupo que conforma la alta dirigencia de Al Qaeda.   
   

Su nombre completo es Al Haj Mohamed Nassar, aunque en Occidente y en su Documento Nacional de Identidad figura el de Mustafá Setmarian Naser. Nació en la ciudad siria de Alepo en el verano de 1958 y es descendiente del imán Musa al Kadem, uno de los 12 imanes más importantes de los chiítas iraníes.

Setmarian es ciudadano español desde octubre de 1987, cuando se casó en Madrid con la española Elena Moreno y obtuvo su DNI 50.852.875. Pero también pertenece a la shura de Al Qaeda desde 1988, como representante o emir de los islamistas sirios. Es decir que se convirtió en lugarteniente de Osama Bin Laden un año después de casarse y obtener la nacionalidad española.
   

Según reseñó Antonio Rubio en el diario español “El Mundo”, en su edición del 3 de noviembre de 2005, en los nueve años en que Mustafá vivió, trabajó y se casó en España, entre 1985 y 1994,- tuvo tres hijos –uno de ellos se llama Osama en homenaje a su jefe-, y según el juez Baltasar Garzón creó en el país una célula de Al Qaeda.  A partir de allí se dedicó a reclutar militantes islámicos que enviaba a Afganistán para que se convirtieran en auténticos soldados del Islam y llevaran a cabo la Yihad internacional contra los “infieles”. Pero “el Pelirrojo”, alias que le puso la policía por el color de su cabello y con el que es conocido –además de no parecerse en lo absoluto a un árabe, con su algo más de 1,70 de altura, tez blanca y ojos verdes (ver fisonomía en fotos más abajo)-, no sólo se dedicó, mientras vivió en España, a reclutar y enviar a Afganistán a islamistas europeos. También fue su instructor en los campamentos de Al Ghuraba y Derunta. Incluso llegó a tener un cargo en el ministerio de Defensa del gobierno talibán, y era considerado “el mejor instructor” de Al Qaeda, manteniendo además una excelente relación con el mullah Omar, máximo responsable de los talibanes.
   

Ello no le fue para nada difícil. El “jeque Mustafá”, como era llamado por sus seguidores, había recibido varios cursos de adiestramiento militar durante su juventud, como declaró al diario kuwaití “La Opinión General” en enero de 1999: “En 1981 fui con los Hermanos Musulmanes a Bagdad para hacer un curso de entrenamiento militar. El Ejército Popular Iraquí me instruyó y me enseñó estrategia bélica e ingeniería de explosivos”. Su formación militar se completó en Jordania, donde llegó a abrir en su capital, Amman, un instituto para entrenamientos militares, y además consiguió el cinturón negro de judo.
   

Así fue como el sirio-español Mustafá Setmarian Naser se convirtió en pocos años en uno de los mejores instructores militares que pasaron por los campamentos montados por Al Qaeda en Afganistán. El propio Setmarian reconoció que por esos campamentos llegaron a pasar más de 40.000 personas provenientes de todo el mundo, a razón de 40 por país. Resulta significativa la filosofía y argumentos empleados por el lugarteniente de Bin Laden sobre cómo utilizar a los futuros muyahidin: “Si de esos 40 morían 20, quedaban otros 20 que regresaban a su país de origen para formar una célula armada y para difundir las ideas propias de la Yihad”.
   

Por éstos y otros motivos los servicios secretos españoles estimaron en un principio que detrás de los atentados a los trenes de la estación madrileña de Atocha, el 11 de marzo de 2004, haya estado como ideólogo Mustafá Setmarian Naser. Lo mismo pensó la policía británica respecto de los atentados contra los trenes subterráneos de Londres del 7 de julio de 2005, aunque posteriormente esto fue progresivamente descartado.
   

Dejaremos de lado por el momento las especulaciones acerca de la participación o no de este personaje en los atentados de Atocha, ya que existe un excelente trabajo de investigación del sitio español “Paz Digital” desde ese mismo momento hasta hoy que demuestra la colaboración de militantes islámicos, aunque el mayor peso de la ejecución de ese acto terrorista habría estado a cargo de la organización separatista vasca ETA, en una conspiración a la que tampoco habría sido ajeno el partido actualmente en el gobierno de España, el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), con el fin de –como finalmente ocurrió- dar vuelta la intención de voto de los ciudadanos, volcando el resultado de las elecciones realizadas tres días después de los atentados, elevando al gobierno a José Luis Rodríguez Zapatero.
   

En octubre de 2004, el juez de la Audiencia Nacional española, Juan del Olmo, que investiga los atentados del 11-M en Madrid, solicitó a la Policía información sobre Setmarian, pero finalmente no llegó a imputarle en la causa.
   

De todas maneras, en las investigaciones policiales de la llamada “Operación Dátil”, que luego dieron lugar al sumario de la célula de Al Qaeda en España, surgieron varias referencias al Pelirrojo. Primero se indicó que fue el contacto que utilizó el también sirio-español Imat Eddin Barakat Yarkas, conocido como Abbu Daddah, cuando viajó a Afganistán. También se señaló que Setmarian Naser pudo haber ayudado a otro ciudadano español, Taysir Alony, periodista de la cadena Al Jazeera -vinculado luego a la célula española de Al Qaeda-, a conseguir la entrevista que le hizo en Afganistán a Osama Bin Laden. También en España -éste en Granada- vivía Mohamed Bahaiah, presunto correo de Al Qaeda en Europa y quien supuestamente presentara a Setmarian a Osama Bin Laden en un viaje que ambos hicieron en 1988 a Afganistán.
   

Donde la policía y la inteligencia española localizaban a Setmarian Naser durante el tiempo que vivió en España fue en la mezquita madrileña de Abu Baker, en la que solían reunirse la mayoría de los sirios que habían pertenecido a la organización radicalizada “Hermanos Musulmanes”. Allí el Pelirrojo repartía a sus visitantes material sobre la Yihad, incluyendo un libro que él mismo escribió: “La Yihad en Siria”. Otro libro de Naser, aún más belicosamente didáctico y titulado “El llamado a la resistencia internacional islámica”, explica en 1.600 páginas estrategias para atacar a los enemigos del Islam, como califica a israelíes, estadounidenses, británicos, rusos y todos los países de la OTAN. Durante sus últimos años pasados en España, el Pelirrojo se dedicó a dar clases de política y Al Sharíah –leyes islámicas- entre los musulmanes.
   

En 1997, Mustafá Setmarian Naser, su esposa española y sus hijos abandonaron Madrid para establecerse en Londres, donde comenzó a practicar otra de sus aficiones: el periodismo. Fue así como se convirtió en el director de la revista “Al Ansar”, órgano de los argelinos del Grupo Islámico Armado (GIA). Este grupo radical tenía como “maestro espiritual” a Omar Mahmoud Toman, alias “Abu Qutada”, representante de Al Qaeda en Gran Bretaña. A la vez, el Pelirrojo mantenía muy buenas relaciones con Abu Hamza, conocido también como “Capitán Garfio”, quien siempre sostenía que “la Yihad puede hacerse en el país en que uno vive”.

Se ha dado la circunstancia, seguramente nada casual, de que la mayor parte de los militantes islámicos acusados de pertenecer a la célula española de Al Qaeda o de estar vinculados a los atentados del 11-M en Atocha, se casaron con mujeres españolas. Es así como Abu Daddah lo hizo con Marisa, una progresista que en su juventud fue actriz y llegó a ser dirigida por Pedro Almodóvar, teniendo con ella seis hijos; Amer Azizi, marroquí y uno de los cabecillas del 11-M que logró escapar de la redada policial, también se casó con otra española, Raquel Burgos; y Jamal Ahmidan, apodado “el Chino” –uno de los que presuntamente se inmoló en un departamento del barrio madrileño de Leganés junto a otros tres compañeros haciendo detonar explosivos, aunque se sospecha que en realidad fueron “suicidados” por la propia policía española-, también tenía una esposa de esa nacionalidad.
   

En julio de 2003, meses antes de las explosiones en los trenes de Atocha, la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) de la Policía había elaborado un informe basado en datos del confidente marroquí Abdelkader El Farssaoui, que revelaba, en relación a algunos árabes residentes en el país, que “tienen una consigna para conseguir la nacionalidad española: comprar casas y bienes y tener hijos. Muchos de ellos están casados con españolas y todo ello con el fin de ir insertándose de alguna manera en el pueblo”.
   

Según parece, ese plan tuvo éxito. Muchos de ellos no sólo se insertaron convenientemente entre los españoles sino que también, tras aprender bien el idioma, ello les facilitó movilizarse por otros países de habla hispana. Así fue como otros amigos de los antes nombrados, entre ellos Mustafá Setmarian Naser, el Pelirrojo, comenzaron a trasladarse a otro punto al que consideraron estratégico: Latinoamérica.      
   

Antes de ello, según llegó a comentarse, Mustafá se había relacionado –no se sabe aún si en forma directa o a través de allegados- con otros exponentes de la diáspora siria, entre ellos el millonario traficante de armas y drogas Monzer Al Kassar y, dicen, hasta con la ex esposa del entonces presidente argentino Carlos Menem, la musulmana Zulema Yoma y sus hermanos, todos ellos naturales de la ciudad siria de Yabrud.
    

En cuanto al lugarteniente de Bin Laden, su pista se perdió en Kabul en 2001, poco después de los atentados contra las Torres Gemelas. Algunos servicios de inteligencia  ubicaban al Pelirrojo en Pakistán y otros en Irak, junto al sanguinario número dos de Al Qaeda, Abu Musab Al Zarqawi, muerto en junio de 2006. Lo cierto es que Setmarian Naser residía en 2001, en los meses anteriores a los atentados del 11-S, en Afganistán.     La policía española aseguraba que el Pelirrojo y la red de militantes islámicos que dirigió durante años en España dieron en su momento apoyo a Mohammed Atta y Ramzi Binalshibn, respectivamente autor y coordinador del 11-S, para llevar a cabo un encuentro en Tarragona unas semanas antes de los ataques terroristas en Nueva York. Posteriormente su esposa, Elena Moreno, y sus hijos, fueron detectados en 2003 en Kuwait, se dice que viviendo ilegalmente allí, mientras Mustafá había renovado su afición viajera moviéndose por varios países.
   

También a partir de esa época, la Oficina de Recompensas de Estados Unidos decidió poner precio a la cabeza del Pelirrojo: el imán Al Haj Mohamed Nassar, o si lo prefieren, como consta en su versión del DNI español, Mustafá Setmarian Naser, pasó a cotizarse en cinco millones de dólares, vivo o muerto. La décima parte de lo ofrecido por Osama Bin Laden.
   

Y así llegamos al punto que generó esta historia preliminar del Pelirrojo: su paso por Venezuela. Hace dos años, el 30 de septiembre de 2005, en el Canal 41 América TV, de Miami, un ex agente de inteligencia venezolano denunció en el programa “A mano limpia”, del periodista Oscar Haza, que Mustafá Setmarian Naser estaba refugiado y protegido por el gobierno de Hugo Chávez, viviendo en el estado de Bolívar y no en las montañas fronterizas entre Afganistán y Pakistán, como creían los agentes antiterroristas de Estados Unidos y España.
   

El denunciante, Johann Peña, puede ser considerado como una fuente calificada ya que perteneció a la Dirección del Servicio de Inteligencia y Prevención de Venezuela (DISIP) con el grado de comisario. En el citado programa, además de revelar las conexiones entre las inteligencias cubana y venezolana, Peña se refirió a Setmarian Naser –de quien le fueron exhibidas fotografías- como el encargado de coordinar a grupos y acciones terroristas, afirmando tajantemente que se encontraba en esos momentos “en Venezuela bajo la protección del gobierno de Hugo Chávez”.
   

Ampliando los datos, Peña dijo que Setmarian Naser estaba viviendo en el estado de Bolívar, bajo la tutela de un alto funcionario del gobierno de Chávez llamado Carlos Lanz Rodríguez, asegurando que éste había participado en algunos oscuros episodios en su país y que en esos momentos ocupaba el cargo de asesor del Ministerio de Educación venezolano, siendo a la vez comisario de la DISIP. Según Peña, el terrorista hispano-sirio estuvo refugiado primero en la Isla Margarita, donde existe una importante colonia musulmana, pero luego fue trasladado a su residencia en Bolívar por motivos de seguridad.
   

Por su parte, dos años después, el 19 de septiembre pasado, el experto en lavado de dinero y seguimiento de actividades delictivas Kenneth Rijock, en uno de sus habituales trabajos para el organismo de inteligencia financiera World Check se refirió a algunos aspectos coincidentes con las afirmaciones del ex agente venezolano Johann Peña.
   

Resulta muy interesante lo que señala Rijock como para transcribirlo textualmente: “El ideólogo de Al-Qaeda Mustapha Setmarian Naser vivió abiertamente en Venezuela a la vez que estaba solicitado por Interpol. Se cree que es el autor intelectual de la voladura de los trenes en Madrid, y posee las nacionalidades siria y española. Naser iba diariamente a la principal mezquita de Caracas escoltado por guardaespaldas armados del gobierno en una Hummer negra. Fue visto en la Isla Margarita, y también en unas instalaciones portuarias donde cargueros registrados en Panamá parten rumbo a Irán regularmente. ¿Están estos cargueros transportando uranio para el programa nuclear iraní?. No podemos asegurarlo, pero Naser ha sido relacionado a Carlos Rafael Lanz Rodríguez,  el ex terrorista de carrera quien es actualmente presidente de la Compañía Nacional de Aluminio, ALCASA, de propiedad estatal, sobre la cual algunos ingenieros de minas sospechan que está extrayendo y traficando uranio”.
   

Para finalizar con la historia del árabe pelirrojo, diremos que debido probablemente a que su estadía en Venezuela había sido revelada al finalizar septiembre de 2005 por el ex agente de la DISIP Johann Peña, en aquella entrevista televisiva en un canal de Miami, y a que tanto su seguridad como la colaboración que le prestaba el gobierno de Hugo Chávez podían verse comprometidas, Mustafá Setmarian Naser partió de Venezuela al poco tiempo con destino entonces desconocido.
   

Finalmente, según dejó trascender una fuente de los servicios secretos pakistaníes, el Pelirrojo habría sido detenido el 3 de noviembre de ese mismo año, 2005, junto a otros dos militantes islámicos fugitivos en Quetta, ciudad de Pakistán ubicada cerca de la frontera de ese país con Irán y Afganistán. La noticia nunca pudo ser confirmada oficialmente.
   

Lo cierto es que nada volvió a saberse de Mustafá Setmarian Naser. Algunos prefieren suponer que, de ser cierta su detención en Pakistán, hoy puede estar alojado en la base naval norteamericana de Guantánamo, en Cuba, donde van a parar desde los atentados terroristas del 2001 en Nueva York muchos terroristas, o sospechosos de serlo, arrestados en cualquier lugar del mundo, o bien en alguna de las cárceles secretas que el gobierno de Estados Unidos, a través de la CIA, instaló en varios países, principalmente europeos.
   

Lo único que ha quedado del árabe pelirrojo es su paso, a través de algo más de veinte años, como instructor de mujhaidines, creador de células terroristas, miembro de la cúpula de Al Qaeda, lugarteniente de Osama Bin Laden, imán que impartía enseñanzas sobre religión islámica, autor de libros en los que incitaba a la Yihad y presunto colaborador intelectual en los atentados de Atocha, en el Madrid de aquel fatídico 11 de marzo de 2004.

PeriodicoTribuna de Periodistas (Argentina)

 


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