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23/11/2007 | La globalización beneficia a los países en desarrollo (II)

Ricardo Lecumberri

A pesar de que la desigualdad en el ingreso ha aumentado durante los últimos 20 años en el mundo, en términos absolutos los pobres se encuentran en mejores condiciones que antes del periodo de globalización.

 

En la colaboración pasada ("La Globalización beneficia a los países en desarrollo I") se habló sobre un reciente estudio del Fondo Monetario Internacional, el cual apunta sobre los beneficios que ha traído la globalización en la generación de riqueza para todos los segmentos de la población, incluidos los más pobres.
 
Ese informe destacaba también la mayor rentabilidad que la educación aporta al mayor intercambio comercial, la llegada de tecnologías modernas así como de capital extranjero a nuestro país.

Se enfatizó que a pesar de que la desigualdad en el ingreso ha aumentado durante los últimos 20 años en el mundo, en términos absolutos los pobres se encuentran en mejores condiciones que antes del periodo de globalización, situación que sin embargo, no es suficiente y que presenta grandes retos en ese sentido para el futuro.

Datos del Banco Mundial también confirman que las tasas mundiales de pobreza continuaron disminuyendo en los primeros cuatro años del siglo XXI, según nuevas estimaciones del informe sobre indicadores del desarrollo mundial (World Development Indicators 2007).

La proporción de personas que viven con menos de US$1 al día descendió a 18.4% en 2004, lo que significa que habría una cifra estimada de 985 millones de personas en situación de pobreza extrema. En 1990, éstas sumaban 1,250 millones. El informe confirma que están descendiendo también las tasas de pobreza de US$2 diarios, sin embargo, estiman que en 2004 había 2,600 millones de personas, casi la mitad de la población del mundo en desarrollo, que vivían por debajo de ese umbral.

En dicho informe se observa que, durante la pasada década, la reducción de la pobreza no estuvo siempre ni en todos los lugares en proporción con el crecimiento de los ingresos. En algunos países y regiones, la desigualdad se agravó, ya que los pobres no pudieron aprovechar los beneficios de la expansión económica, debido a la falta de oportunidades de empleo, a una educación insuficiente o a problemas de salud.

El Banco Mundial afirma que el crecimiento es fundamental para reducir la pobreza, pero no es el único factor. Los indicadores del desarrollo mundial van más allá de las tasas de crecimiento y de pobreza, siendo la mejora de la atención de la salud, la educación y la evaluación de las condiciones para la actividad empresarial, factores que, dicen, influyen en la calidad de vida de las personas.

Adicionalmente, la ayuda exterior como mecanismo para erradicar o disminuir la pobreza (política a la que muchos gobiernos y organismos internacionales apelan) tampoco es la solución y al contrario, son gravemente perjudiciales, ya que fomentan la creación de una enorme burocracia estatal de asistencia social que conllevan grandes costos burocráticos, corrupción y más pobreza. Como decía Peter Bauer: "Si la ayuda exterior hubiera sido una condición necesaria para aliviar la pobreza, todos todavía deberíamos estar viviendo en la Edad de Piedra. Si bien hay algunos individuos que sin lugar a dudas se encuentran demasiado oprimidos para ayudarse a sí mismos, no representan al grueso de los pobres. Estos no necesitan ayuda; necesitan de acceso a oportunidades, y requieren la protección de la ley para escapar del dominio de grupos o individuos poderosos que tienden a apropiarse del fruto de sus esfuerzos". La ayuda oficial para el desarrollo, en la forma de donaciones y préstamos especiales no es necesaria ni suficiente para aumentar la libertad económica y la prosperidad entre los países.

Por otra parte, analizando la evolución de la desigualdad de los ingresos en México, a través del coeficiente de Gini y la curva de Lorenz, los datos muestran que la desigualdad en nuestro país ha disminuido durante los últimos doce años producto principalmente de una mayor inserción de México en el comercio internacional así como de políticas públicas que han fomentado la estabilidad económica, baja inflación y finanzas públicas sanas. El coeficiente de Gini permite medir la concentración del ingreso, este coeficiente cuantifica el grado de desigualdad del ingreso, el mismo que es interpretado a través de la Curva de Lorenz. El valor del coeficiente está entre 0 y 1; donde 1 significa que el ingreso está concentrado en pocas manos, y 0 que el ingreso estuviera perfectamente repartido entre los integrantes de esa sociedad.

Así, entre 1996 y 2006 el ingreso corriente total promedio por hogar trimestral en México aumentó 30% en términos reales. Entre 2000 y 2006, el ingreso corriente monetario (que representa el 80% de ingreso de las personas), aumentó 22.6% para el primer decil de la población (decil más pobre), 21.8% para el segundo decil, 22.9% para el tercer decil y, 18.4% para el quinto y 16% para el sexto (clase medio baja).

A pesar de que en términos absolutos, la evolución de los deciles medios y los más altos es mucho más mayor que los primeros deciles, en términos relativos en el sexenio pasado, los primeros dos deciles presentaron la variación más alta de todos. Respecto al último decil, es importante destacar que en términos relativos durante el sexenio pasado, éstos crecieron en un 10% real, menor crecimiento que los demás, lo cual nos dice que la distribución en el ingreso de la población mexicana, contrario a lo que muchos dicen, ha mejorado a lo largo del tiempo.

En este sentido, y reafirmando lo anterior, el coeficiente de Gini, pasó de 0.514 en el año 2000 a 0.479 en el año 2006. Así, para los primeros seis años del presente siglo, y como se puede observar en la gráfica, la curva de Lorenz se ha hecho más estrecha año con año respecto a la línea recta que representa el coeficiente de Gini.

Los resultados en materia de una mejor distribución de los ingresos en nuestro país son buenas noticias, sin embargo, es necesario destacar que en México aún falta mucho por hacer en materia de superación de la pobreza, ya que aún hay muchos mexicanos que carecen de oportunidades para crear riqueza y desarrollarse. El verdadero reto para nuestro país consiste en lograr que ese segmento de la población que vive todavía en extrema pobreza pueda acceder a los mecanismos que le permitan generar sus propios ingresos, siendo la educación, inversión y mayor actividad productiva nacional, pilares primordiales para la consecución de dicho objetivo.

Ricardo Lecumberri es economista y colaborador de Diario Exterior en México.

Diario Exterior (España)

 


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