El cardenal y arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, celebró cerca del medio día de ayer una misa especial en una catedral abarrotada de feligreses de toda condición social, muchos de los cuales portaban fotorretratos del fallecido Papa.

En la explanada exterior de la catedral, algunos fieles improvisaron un altar con la imagen de Juan Pablo II ante el cual encendieron velas entre sollozos mientras oraban de rodillas.

Para los venezolanos el sentimiento de luto se sintió con especial dolor en el santuario de La Virgen de Coromoto en la ciudad de Guanare (suroeste del país), inaugurada por Juan Pablo II en 1996 ante más de 200,000 personas durante su segunda visita al país.

Mientras, en la basílica de la Virgen de Chiquinquirá, enclavada en la calurosa ciudad de Maracaibo (al noroeste de Caracas), miles de feligreses dieron su último adiós al Papa entre el olor a incienso y el doblar de las campanas que sonaron incesantemente desde el sábado, cuando el Vaticano anunció la muerte.

'Es un pesar profundo. Un dolor inmenso que tenemos que superar con la mano de Dios y de la `Chinita' (como llaman popularmente a la Virgen los venezolanos)'', dijo Sofía Enríquez al referirse al deceso de Juan Pablo II.

Similares escenas se repitieron en Ecuador, Uruguay, Brasil y Chile donde el presidente Ricardo Lagos y el cardenal arzobispo de Santiago, monseñor Francisco Javier Errázuriz, presidieron una multitudinaria misa en recuerdo del Pontífice celebrada en la explanada de la Plaza de Armas de Santiago, frente a la Catedral Metropolitana.

Lejos de allí, en México, el presidente Vicente Fox, un ferviente católico, informó que acudirá al sepelio en el Vaticano, haciendo historia al acudir a los funerales, ya que será la primera vez que un representante oficial de México concurra a una ceremonia similar.

Argentina no estuvo ajena. Miles de católicos colmaron sus iglesias, desde la señorial Catedral de Buenos Aires hasta la más humilde del empobrecido norte del país, para rezar por el fallecido.

Una de las misas más significativas tuvo lugar en la capital de la provincia de Corrientes (noreste), donde la feligresía recordó la visita del Papa en 1987, cuando rezó ante una multitud en un modesto altar levantado en la calle.

Recordando ese momento, un correntino de unos 40 años no dudó en atribuirle al Santo Padre potestades milagrosas: ''Oré junto con el Papa en aquel lluvioso 9 de abril para que mi esposa quedara embarazada... y hoy tengo 5 hijos'', dijo con lágrimas en los ojos.