Su musculatura de poder militar y financiero no existe en otras instituciones del sistema. Además, Raúl Castro es más general que presidente, según el criterio de algunos cubanos. «Su presencia y actuación pública es casi nula. Mantiene el estatus de hombre sombra de cuando era número dos del régimen», explica un profesor universitario. Ese camuflaje de invisibilidad lo aplicó Raúl a las fuerzas armadas durante sus 48 años al frente de Defensa.

Pero también fue Raúl quien revalidó el protagonismo de las FAR en la pirámide del poder durante la ceremonia militar celebrada el 2 de diciembre de 2006 para festejar el 50º aniversario de las fuerzas armadas. «El Ejército Rebelde fue el alma de la Revolución», aseguró el líder cubano, antes de recordar que durante los primeros cinco años del Gobierno, cuando aún no existía el Partido Comunista (PCC), «el Ejército fue un factor de cohesión y unidad de todo el pueblo y garantizó el poder de los trabajadores y la existencia de la Revolución». Esa ceremonia, a juicio de analistas locales, fue la canonización de las fuerzas armadas como agente político tras la renuncia de Fidel Castro a todos sus cargos gubernamentales por una grave crisis de salud.

El propio Fidel, en 2005, sugirió la posibilidad de autodestrucción del proceso cubano cuando desapareciera la generación que lo fundó. Y Raúl, en un vídeo exhibido en 2002 a militantes del PCC, sentenció que «si en Cuba saliera un Gorbachov habría que colgarlo de una guásima [árbol]».

Las fuerzas armadas se identifican como herederas del Ejército independentista que combatió a fines del siglo XIX en la guerra cubano-española-norteamericana. De ellos aprendieron una lección histórica. Al terminar el conflicto los independentistas isleños, por falta de capital para mantener las tropas, entregaron sus armas al Ejército estadounidense a cambio de una mísera pensión costeada por Washington.

Las FAR hoy controlan el mayor consorcio económico del país que desde los años 90 opera en paralelo a la Administración del Estado. Una realidad sin difusión pública y por tanto desconocida para la mayoría de los cubanos.

El holding es dirigido por el Grupo de Administración Empresarial S.A. (Gaesa), que controla más de un centenar de empresas. Analistas extranjeros califican el entramado empresarial y financiero como «opaco y complejo». Algunas fuentes citan que Gaesa controla el 25% de los ingresos de divisas al país y otras dicen que es el 60%. A este holding militar le atribuyen ingresos de 1.000 millones de dólares anuales. Sus empresas operan en turismo, importación y exportación, aerolíneas, sector automovilístico, agricultura y el 100% del comercio minorista en divisas.

Desde que Raúl asumiera la Presidencia, en julio de 2008, ha aumentado la presencia de altos oficiales en el politburó y en la dirección de empresas. Analistas extranjeros califican a las FAR como la institución «más fiable» para dirigir un proceso de reformas. Un tema que se ha esfumado de la agenda pública de Raúl. El cambio más visible es el silencio del campamento militar que rige el país.