Supervisa la producción y distribución de droga para imponer sobre la misma el «impuesto revolucionario» que mantiene las cuentas de las FARC. El Departamento de Estado de EE.UU. ofrece por él una recompensa de 2.5 millones de dólares.   Guillermo León Sáenz Vargas, alias Alfonso Cano, de 52 años, antiguo estudiante de Derecho en la Universidad Nacional de Bogotá se convirtió ya en 1990 en ideólogo de la guerrilla tras la muerte de Jacobo Arenas. Fundador en el año 2000 de un Partido Clandestino Comunista Colombiano, es un duro, un guardián de la ortodoxia guerrillera. Pese a la inflexibilidad de sus posiciones, fue negociador de la guerrilla en Caracas (1991) y Tlaxcala (1992). En 2002 fundó un nuevo Movimiento Bolivariano para la Nueva Colombia, como partido político de las FARC.   Jorge Briceño, alias el Mono Jojoy, ingresó en las FARC en 1975 como pistolero de base y, desde entonces, se ha hecho acreedor de la fama de ser el más radical del ala militar de la banda. Se le atribuye el secuestro de Ingrid Betancourt, el asesinato a sangre fría y por propia decisión de los Turbay Cote a escasos kilómetros de la zona de distensión y la muerte de tres misioneros norteamericanos. A menudo ha ido de por libre y cometido sus fechorías sin mediación de orden superior.   Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timoleón Jiménez, también conocido como «Timochenko», es uno de los guerrilleros más antiguos de las FARC. Tras acabar sus estudios de Medicina, se unió al movimiento guerrillero en 1982. Ha sido uno de los más destacados responsables de asaltos armados y control y «fiscalización» del narcotráfico. Narco y pistolero, en la más típica tradición de los duros de las FARC. Se le hace responsable de numerosas acciones terroristas, matanzas en represalia y desapariciones.   Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez. Tras su paso por el Partido Comunista de Colombia, ingresó en las FARC donde fue comisario político. En uno de los varios procesos de paz que conoció el país formó parte del partido Unión Patriótica por el que llegó a ser miembro del Congreso. En 1988, no obstante, volvió a las FARC, donde tras la muerte de Jacobo Arenas, se convirtió en uno de sus principales ideólogos, al tiempo que reorganizaba las fuerzas militares de la guerrilla y organizaba también el sistema de financiación de las FARC a través del control del narcotráfico.