Se llama Sophie Hatt, tiene 47 años y de ella depende la protección de François Hollande y su familia, tanto en el Elíseo como en sus desplazamientos por Francia o al extranjero. Su nombre salió a la luz pública en junio de 2012 cuando fue nombrada jefa del Grupo de Seguridad del Presidente. ¡La primera mujer en el cargo en la historia de la Quinta República! Y ahora está en boca de todos los opinadores políticos desde que el 'scoop' del idilio secreto del jefe del Estado galo publicado el pasado viernes por 'Closer' provocó una retahíla de especulaciones sobre la vulnerabilidad del mandatario durante sus escapadas furtivas para verse con la actriz Julie Gayet en un piso prestado cercano al palacio presidencial.

"Creo que el presidente no está bien protegido", ha denunciado el 'paparazzi' Sébastien Valiela, quien durante varias semanas tuvo alquilado un apartamento enfrente del número 20 de la rue du Cirque donde se veía la pareja y estuvo espiando los movimientos de Hollande.

Una peligrosa rutina

"Todas las noches, sin apenas protección, le tenía al alcance de mi objetivo", comentó Valiela a la emisora RTL. "Llegaba al edificio en una moto, con un solo guardaespaldas, sin un vehículo de apoyo detrás". Los servicios de seguridad del Elíseo jamás detectaron la presencia del reportero gráfico ni investigaron quién había alquilado ese piso. "Si en vez de un 'paparazzi' se hubiera tratado de un terrorista, ¿qué habría ocurrido?", se pregunta la prensa francesa estos días. "Desde mi ventana habría podido atentar contra el presidente con gran facilidad", sugirió Valiela.

Dado que François Hollande se ha preocupado mucho de distinguir este asunto amoroso, que compete exclusivamente a su vida privada, del ejercicio de su cargo presidencial, la oposición conservadora y los medios afines se han volcado en buscar los fallos de su sistema de seguridad. Fue la pregunta que el patrón de la UMP en la Asamblea Nacional Christian Jacob dirigió al primer ministro Jean-Marc Ayrault ayer por la tarde, en la tradicional sesión de preguntas al Gobierno de los martes, horas antes de la rueda de prensa del jefe del Estado. Y Ayrault se escudó en la falta de respeto a la intimidad para no responder nada claro.

Al titular del Interior, Manuel Valls, que teóricamente debería supervisar la protección de más alto dirigente de la República, también le inquirieron sobre el tema hace dos días. "Yo no sabía nada de la vida privada del presidente y tampoco estoy al tanto de sus idas y venidas. El GSPR, que dirige la comisaria Hatt, tiene total autonomía y, además, no podemos imponer medidas de protección a alguien si éste no las quiere... En cualquier caso, Hollande no ha estado jamás en peligro", respondió.

Única jefa de Seguridad de un jefe de Estado

Nacida en Neuilly-sur-Seine en 1967 (el suburbio residencial del que fue alcalde Nicolas Sarkozy), Sophie Hatt es la única mujer en el mundo que garantiza la seguridad total de un jefe de Estado, al frente de un equipo de 62 agentes de ambos sexos, capaces de neutralizar en pocos segundos cualquier amenaza que se acerque al líder. Hollande la reclutó al llegar al Elíseo, tras una breve entrevista de trabajo. Ella era la oficial al cargo de la inmigración en la Dirección de Información de la prefectura de policía parisina. Le dijo que no estaba dispuesto a perder la proximidad y el contacto con la gente. Ella asintió con la cabeza y al día siguiente trasladó su despacho a la rue du Faubourg de Saint-Honoré.

Su fichaje no fue una elección caprichosa. En el entorno del presidente ya la conocían porque a los 32 años había dirigido la seguridad del socialista Lionel Jospin, cuando éste fue primer ministro en cohabitación con Jacques Chirac. Casada con un comisario y madre de tres hijos, esta mujer que sigue practicando judo y haciendo ejercicios de tiro no es, al contrario de lo que pueda pensarse, militante del PS ni simpatizante de la izquierda. ¿A quién votó en 2012? Nunca ha querido decirlo: "Tengo mis convicciones políticas, pero no influyen en mi labor profesional". Más le vale al presidente de la normalidad.