El presidente chino, Hu Jintao, comenzó ayer en la capital de Camerún, Yaundé, un viaje de doce días por ocho países africanos, a fin de impulsar los acuerdos alcanzados en la cumbre de Pekín, celebrada en noviembre del 2006, que vio la mayor concentración de dirigentes africanos en la historia de China, nada menos que 48. El Gobierno chino ha anunciado que cancelará la deuda a 33 países africanos y concederá tres mil millones de dólares en créditos a interés preferencial. Esto ha de servir para crear un área de cooperación económica, y comporta duplicar los préstamos sin intereses de aquí al año 2010. Todo esto se inscribe en un plan de cinco mil millones de dólares prometidos por Hu Jintao en Pekín.

Los intercambios comerciales entre África y China se incrementaron un 40% el año pasado, hasta 55.500 millones de dólares, según datos oficiales chinos. La balanza es negativa para China, que recibe de África un tercio de sus importaciones de petróleo. Sin embargo, y a cambio de los créditos baratos, las empresas chinas obtienen contratos muy ventajosos. En la cumbre de Pekín, once países africanos firmaron 16 contratos con empresas chinas, que implican un intercambio de petróleo y minerales por carreteras y redes telefónicas.

Si en los años sesenta y setenta se trataba de apoyar a los gobiernos socialistas amigos, en la fase actual de las relaciones entre China y África aparece además de las inversiones cierta exportación del modelo chino de desarrollo. Así parece que se constató en el viaje de Hu Jintao a Marruecos, Nigeria y Kenia en abril del 2006 (el primer ministro Wen Jiabao viajó ese año a Egipto, Ghana, Congo, Angola, Sudáfrica, Tanzania y Uganda). En Nigeria - que lanzó al espacio su primer satélite, de factura china- se ha hablado de construir "la China de África".

En el presente viaje, después de Camerún, Hu Jintao visitará Liberia, Sudán, Zambia, Namibia, Sudáfrica, Mozambique y Seychelles. La etapa de mañana, Sudán, será la única con calado político. Estados Unidos y el nuevo secretario general de la ONU, Ban Ki Mun, han insistido en que el presidente chino emplee sus buenas relaciones con el régimen de Jartum para buscar salida a la crisis de Darfur, donde la intervención de un contingente de cascos azules es rechazada por el Gobierno sudanés. Desde el punto de vista occidental, falta presión sobre Jartum y ésta sólo puede ejercerla Pekín, que es su principal socio comercial. El Gobierno chino emplea medias tintas en este asunto. La portavoz del Ministerio de Exteriores Jiang Yu se limitó a decir ayer: "Actuaremos de forma positiva".

El 64% de la exportación de petróleo de Sudán va a parar a China. Los intereses petroleros chinos en el país son ya antiguos, y tuvieron su papel en la larga guerra entre el norte y el sur, en competencia con los de EE. UU. Mientras Washington apoyaba a los independentistas del sur, Pekín suministraba armas al Gobierno y en algún momento tuvo que movilizar recursos para proteger los yacimientos que explota la Corporación Nacional China del Petróleo. En septiembre del 2004, y a causa de las matanzas de Darfur, EE. UU. propuso una tibia resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para un embargo de armas y Pekín amenazó con vetarla.

Excepción hecha de las implicaciones del caso sudanés, los intereses chinos en África parecen rendirse al mayor pragmatismo sin pasar por la influencia política. Según el Ministerio de Comercio chino, "los préstamos preferenciales no tienen ninguna condición política, contrariamente a los países occidentales, que enmarcan a menudo su ayuda a África en exigencias en materia de transparencia y buen gobierno". Con argumentos como éste, Pekín rechaza frecuentes acusaciones de neocolonialismo, que son muy del gusto occidental pero que parten también de países africanos.

El propio Thabo Mbeki, presidente de Sudáfrica - que Hu Jintao también visitará-, calificó la actitud china de "colonial". La entrada de textil chino está generando desempleo en el país. En Zambia los mineros del cobre protestan por las condiciones de trabajo impuestas por los chinos. En Gabón causa alarma la deforestación provocada por la extracción de petróleo. Y en Nigeria hay un problema recurrente en la región petrolera. El último capítulo ha sido el secuestro, el pasado 25 de enero, de nueve empleados de la Compañía Nacional China del Petróleo por la guerrilla del Movimiento de Liberación del Delta del Níger.