Como otros mandatarios de mentalidad parecida, imagina que le será dado cubrir los destrozos causados por su propia ineptitud con una espesa capa de propaganda. De todos modos, la repartición así designada, fruto de una idea de su esposa, Cilia Flores, aún no tiene presupuesto, acaso por ser la felicidad un bien intangible. Según los voceros oficiales, coordinará los diversos organismos que el gobierno chavista ha formado para ayudar a los niños, ancianos y discapacitados. Si bien tales personas son las más vulnerables, distan de ser las únicas que en Venezuela tienen motivos de sobra para sentirse tristes, ya que las gravemente perjudicadas por una crisis económica absurda se cuentan por decenas de millones. El chavismo ya ha depauperado el país que gobierna desde 1999 y parecería que Maduro está resuelto a rematar la obra de destrucción iniciada por su antecesor carismático.

En comparación con sus homólogos venezolanos que todos los años se la ingenian para despilfarrar inútilmente casi cien mil millones de dólares procedentes de la venta de petróleo, los cuatro o cinco personajes que están a cargo de la economía argentina son dechados de realismo, eficiencia y sentido práctico. A pesar de sus esfuerzos, hasta ahora por lo menos los militantes kirchneristas que manejan la economía nacional no han logrado emular a sus correligionarios caribeños privando al país de alimentos básicos, papel higiénico y otros bienes que incluso los revolucionarios consideran necesarios.

Para muchos kirchneristas, el "modelo" bolivariano fue durante mucho tiempo una fuente de inspiración. Es de esperar que los gratamente impresionados por el ejemplo brindado por el comandante Hugo Chávez y sus acompañantes, entre ellos Maduro, hayan cambiado de opinión, ya que lo sucedido últimamente en Venezuela debería servirles de advertencia. Aun cuando un país cuente con recursos naturales abundantes que, merced a los precios muy altos alcanzados por los commodities debido a la voracidad creciente de China, le permiten al gobierno mantener llena la caja política, ideólogos despistados serán plenamente capaces de llevarlo a la ruina. Por sus exageraciones tragicómicas, Venezuela ha resultado ser una versión caricaturesca de la Argentina del "relato" kirchnerista. No es del todo descartable que la situación calamitosa creada por los chavistas se vea replicada aquí en el transcurso de los dos años próximos. Para que ello no ocurra, el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner –y del presidente en ejercicio Amado Boudou– tendría que cambiar radicalmente de rumbo antes de que sea demasiado tarde.

Lo mismo que los kirchneristas, si bien de manera mucho más pintoresca, los chavistas se creen víctimas de una conspiración planetaria urdida por medios de difusión corporativos, el imperialismo yanqui, oligarcas despechados y vaya a saber cuántos golpistas destituyentes. Según Maduro, hasta la red social Twitter está confabulando en su contra, sometiéndolo a "un ataque masivo", aunque le preocupa más la supuesta orden del presidente norteamericano Barack Obama de empujar la economía venezolana hacia un "colapso total", objetivo que, tal y como están las cosas, ya está a su alcance. Como aquellos kirchneristas que han transformado al difunto Néstor Kirchner en una figura mítica que a veces les envía mensajes desde el más allá, los chavistas se han convencido de que el comandante Chávez no los ha abandonado por completo; Maduro nos informa que se ha visto reencarnado en un pajarito gorjeante que a menudo lo visita y que, para más señas, su rostro apareció hace poco en un túnel, una visitación que con toda seguridad encontró reconfortante. Decía Karl Marx que "la historia se repite una vez como tragedia y luego como farsa", pero para millones de personas farsas como la que está viviendo Venezuela tienen consecuencias trágicas al condenarlas a la miseria. Por lo demás, existe el peligro de que la aventura bolivariana termine en medio de la violencia extrema no sólo delictiva, como ya es "normal" en el país de Chávez y Maduro, sino también política.