El inspector especial norteamericano que fiscaliza las multimillonarias inversiones, Stuart Bowen, denunció ayer, en su último informe trimestral, los múltiples casos de despilfarro y fraude. La situación hace aún más difícil para la Administración Bush lograr el respaldo del Congreso para sus planes de dedicar más tropas y dinero a la misión en Iraq.

En el informe elaborado por Stuart Bowen, de 579 páginas, se detallan episodios escandalosos como el gasto de 36,4 millones de dólares en diverso armamento y material bélico que no ha aparecido. El contratista DynCorp obtuvo otros 43,8 millones de dólares para construir una residencia para adiestradores de la policía iraquí que ha permanecido sin utilizar durante meses. En este mismo proyecto, una partida de 4,2 millones se destinó a la construcción de una piscina olímpica y 20 módulos vivienda para los jefes. El problema es que el Ministerio del Interior iraquí lo decidió por su cuenta y riesgo, sin el visto bueno norteamericano. En total, hay expedientes abiertos en 78 casos.

El auditor asegura que la corrupción continúa siendo una plaga en Iraq y que el deterioro de las condiciones de seguridad durante el último año torpedea los programas de reconstrucción. Pese a todo, casi la totalidad de los 21.000 millones de dólares del Iraq Relief and Reconstruction Fund (IRRF), aprobado por el Congreso en el año 2003, ha sido ya adjudicado y se ha devengado el 80 por ciento. Stuart Bowen subraya la "necesidad urgente" de que los donantes internacionales entreguen la ayuda prometida y hagan más contribuciones.

Las cifras hablan por sí solas sobre las dificultades para transformar la inversión en mejoras tangibles para la población civil iraquí. En la reconstrucción de la infraestructura eléctrica se han vertido 5.560 millones de dólares, el mayor bocado del IRRF. Sin embargo, la producción y suministro de electricidad están aún por debajo de los niveles anteriores a la invasión.

El informe es muy minucioso y extiende sus descripciones de la situación iraquí más allá de la gestión reconstructora. Menciona, por ejemplo, que en el pasado año murieron violentamente en Iraq un total de 32 periodistas, el número más alto del mundo para un solo país. El documento repite en varias ocasiones la "debilidad" de las autoridades iraquíes a la hora de administrar los fondos y cumplir los compromisos adquiridos. "El desafío más significativo [ del Gobierno iraquí] continúa siendo fortalecer las instituciones del imperio de la ley - se afirma-. Estados Unidos ha gastado miles de millones de dólares en esta área, con éxito limitado hasta la fecha".

Bowen, que trabajó en la Casa Blanca con el actual presidente Bush y también durante su etapa de gobernador de Texas, comparecerá la semana próxima ante un comité de la Cámara de Representantes que se ocupará de la ayuda a Iraq. Este comité está ahora presidido por el demócrata Henry Waxman, conocido por su celo en supervisar cómo se gastan los impuestos y en perseguir la corrupción a todos los niveles. Stuart Bowen fue nombrado inspector especial para Iraq en enero del año 2004. Desde entonces ha realizado un total de catorce viajes a ese país.

La malversación de la ayuda norteamericana es algo conocido en Washington desde poco después de la invasión. La multinacional Halliburton, que recibió suculentos contratos, estuvo en el centro de la polémica por asuntos como la compra de gasolina en Kuwait o la gestión de las cantinas militares.

El nuevo informe influirá sin duda en la decisión de los legisladores cuando deban votar sobre el nuevo paquete propuesto por el presidente George W. Bush, por valor de 1.200 millones de dólares. La cifra forma parte del plan para el envío de 21.500 soldados y marines adicionales a Bagdad y a la provincia suní de Al Anbar.

Hace unos días, el capitán del ejército estadounidense Luis Carlos Montalván, destinado durante un año en Iraq, publicó un explosivo artículo de opinión en el diario The New York Times en el que contaba cómo había sido testigo del fraude de los soldados fantasma.Según Montalván, es una práctica habitual que los comandantes iraquíes inflen el número de sus hombres hasta un 30 por ciento. Cuando llegan los sueldos, se apropian del dinero de los soldados inexistentes. Estos fondos son para uso privado y también para pagar a milicias sectarias. "Si no paramos la corrupción, no ganaremos en Iraq", declaró luego el capitán Montalván en una entrevista con la emisora NPR.