El Presidente Kirchner asumió con el 22% de los votos. De los cuales el 16% eran “votos propios del Duhaldismo”. Es decir que a Kirchner lo eligieron sólo 3 de cada diez personas que lo votaron.

La actual administración encaró una política deliberada de fortalecer y legitimar su gestión sobre la base de enfrentamientos “fáciles de ganar”. Desde la corte, la cúpula militar, policial, algún que otro rival externo, etc, etc. Los dos primeros años se caracterizaron por un rosario de declaraciones grandilocuentes con la clara intención de fortalecer la imagen presidencial.

El objetivo se cumplió. Según las encuestas (contratadas o no desde Balcarce 50) el Presidente goza de una imagen positiva entre el 60% y el 80%. Las perspectivas electorales son altamente favorables.

Sin embargo, el plebiscito puede ser viciado de ilegitimidad. El afamado clientelismo político por el cual los votos están fuertemente influenciados por el presupuesto público atenta contra la legitimidad del “plebiscito”. Una victoria contundente ¿significa un apoyo a la gestión o una nueva edición del voto clientelar o cautivo?

En Argentina, el 17% de los votantes efectivos reciben su principal ingreso de parte del presupuesto público, nacional, provincial o municipal. La cantidad de empleados públicos (en los tres niveles) asciende a los 2 millones de personas. Los beneficiarios de planes sociales (solo contabilizando el plan Jefes y Jefas) asciende al millón ochocientas mil personas. Y los jubilados representan otros 3,5 millones de personas. [1]

En algunas provincias el nivel de voto cautivo es escandaloso. En Formosa, representa el 42% de los sufragios. En Catarmarca el 39%, en Jujuy el 33%, La Rioja el 33%, Chaco 32%, y Santa Cruz el 25%.

Este universo de “dependientes del presupuesto público” constituye un espacio clientelar para que el oficialismo apele a medidas cuasiextorsivas o condicionantes.

El clientelismo es un mecanismo para ganar elecciones altamente probado y exitoso. Desde 1983, en las 141 elecciones a gobernador, el oficialismo perdió solo en 26 oportunidades. Es decir que en 8 de cada 10 elecciones a gobernador son ganadas por los oficialismos.

El clientelismo impidió la rotación de partidos en el gobierno. En 9 de las 24 provincias argentinas el oficialismo no perdió nunca. Y en otras ocho el oficialismo perdió una sola vez desde el retorno a la democracia.

Esto quiere decir que 28 millones de argentinos (el 75% de la población argentina) están gobernados por el mismo partido desde hace 17 años. Y seis millones de argentinos nunca vió un cambio de color político en el gobierno.

El estado de las provincias argentinas invita a pensar que no fueron las “gestiones eficientes” la causa de las continuas reelecciones. Claramente el clientelismo explica la continuidad de administraciones desastrosas.

Si Kirchner quiere plebiscitar su gestión debería arbitrar los mecanismos necesarios para evitar el clientelismo. “Correr con el caballo del comisario” puede resultar atractivo a la hora del brindis post electoral, pero no significa plebiscitar una gestión sino un capítulo mas de una auténtica burla a la democracia.

Notas
[1] Ver “El mapa del Voto Cautivo”. Martín Simonetta y Gustavo Lazzari en www.atlas.org.ar

Gustavo Lazzari y Martín Simonetta son Directores de la Fundación Atlas 1853

http://www.atlas.org.ar