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31/03/2010 | Netanyahu, año I: entre la espada de Obama y la pared de su Gobierno

Sal Emergui

En el último año en Israel, la sólida economía ha superado el Tsunami mundial con milagrosos resultados, no ha estallado ninguna Intifada o guerra, los atentados suicidas parecen ya un triste recuerdo, la coalición del Gobierno es una de las más estables en 62 tumultuosas primaveras políticas de Israel, sus ciudadanos viajan y gastan más que nunca e incluso la ciencia ha vuelto a dar un Premio Nobel.

 

Con este panorama, ¿Por qué el 53,2% de los israelíes se siente insatisfecho con la labor de Benjamín Netanyahu en su primer aniversario al frente del Ejecutivo?

La razón es la otra cara de la moneda desvelada con inusitada fuerza en el último mes: El proceso de paz con los palestinos no sólo no ha arrancado como estaba previsto sino que está más enterrado que nunca; el estallido de una crisis (anunciada) con el presidente de EEUU, Barack Obama, que amenaza la sólida relación bilateral; el aumento de enfrentamientos en Cisjordania y en Jerusalén, convertida en el centro de batalla por la construcción de casas en la zona ocupada por Israel en la guerra del 67; la amenaza de una nueva escalada en Gaza, aun bajo el bloqueo israelí y el control del islamista Hamas, tras los últimos choques y muertes; las críticas de la comunidad internacional…

Antes de formar el Gobierno más amplio -y despilfarrador- de la historia del país, Netanyahu prometió que ya no era el joven e impulsivo inexperto primer ministro del 96. Los electores y la prensa le dieron una segunda oportunidad. Sin embargo, las crónicas del 96 podrían firmarse en el 2010. Déja vu. Pesimismo en las negociaciones con los palestinos, máxima tensión con la Administración norteamericana (Obama hace el papel de Bill Clinton hace 13 años) y nuevos escándalos domésticos de su esposa, Sarah.

Regreso a la cima

De tanto querer agradar "a todos" en su regreso a la cima, Netanyahu se ha ganado la ira de "todos". Por un lado, para satisfacer a su electorado y fiel a su ideología personal y familiar, formó un Gobierno muy derechista y nacionalista.

Por otro, para agradar a su socio interno (partido laborista) y externo (EEUU) pronunció por primera vez las palabras "la solución de dos Estados", aunque sin ocultar su total desconfianza hacia un futuro Estado palestino pacífico. De ahí su exigencia que sea desmilitarizado y con soldados israelíes en la frontera oriental.

Por un lado y bajo la enorme presión de Obama, se convirtió en el primer líder de la derecha que ordena la parálisis durante 10 meses en la construcción de asentamientos en Cisjordania. Por otro y en otro guiño a los colonos, los edificios públicos quedaron exentos y reiteró que "en septiembre volveremos a construir con toda la intensidad posible".

En estos momentos no sabe si Netanyahu necesita un mediador para resolver las diferencias con el presidente palestino, Abu Mazen o con el mísmisimo Obama. El palestino le acusa de "boicotear el proceso de paz con las colonias en territorios ocupados" y el segundo le sigue considerando un aliado pero no se fía de su palabra.

La tensa relación con Obama

"Quiero decir a los israelíes que si me dan el voto, lideraré unas estrechas relaciones con Obama y su equipo", prometió Netanyahun en las elecciones. Exactamente un año después, vuelve de Washington tras ser humillado por Obama que le ha puesto 13 condiciones para resolver su "crisis de confianza" y reanudar el proceso de paz. Las colonias, Jerusalén Este y el proceso de paz (forma y fondo) son la base de las cuestiones que aún debe responder.

Los israelíes acusan a Obama de "animar con sus exigencias a los palestinos a no negociar" y de cambiar la tradicional posición de EEUU respecto al conflicto pero no perdonan a Netanyahu el distanciamiento con el gran aliado. Según las encuestas, no están dispuestos a renunciar al amplio paraguas político y militar estadounidense por unas casas en Jerusalén Este.

El primer año de Netanyahu ha confirmado el deterioro de la imagen de Israel en el mundo ya de por si dañada a raíz de la masiva operación en Gaza. Según el 38.1% de los israelíes, la situación internacional de Israel "es mala", el 10% "muy mala" y el 36,8% "aceptable". Las declaraciones de su ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, no han hecho más que provocar la indignación en los países árabes y en algunas capitales europeas que simplemente le ven como "un extremista".

El primer año de Netanyahu también se caracteriza por su zig zag. Ejemplos no faltan. Un día después de anunciar importantes recortes presupuestarios, rectificó ante el clamor de la opinión pública. Un día después de proclamar impuestos especiales sorbe las verduras, se echó atrás antes las protestas populares. Un día después de apoyar la expulsión de los niños de extranjeros ilegales, volvió a rectificar ante la crítica generalizada.

Es el Netanyahu modelo 2010. Aplazando decisiones importantes y esquivando obstáculos, encaraba su segundo año con aparente tranquilidad. Hasta que llegó el profesor Obama. El gran examen de Netanyahu es sobrevivir a la presión de la Casa Blanca sin sentenciar a muerte a su actual coalición de Gobierno. Así comienza el año II en la era Bibi.

El Mundo (España)

 


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