El ministerio de Exteriores exigió difundir de forma inmediata el video filmado por el comando para demostrar, en su opinión, que no todos los miembros de la flotilla eran pacifistas. “Lanzar granadas de choque, apalear con barras de hierro y gritar 'Jaibar, Jaibar muerte a los judíos', no es precisamente propio de una iniciativa humanitaria ni una prueba de resistencia pasiva de un movimiento no violento”, aseguraba el portavoz de Exteriores, Igal Palmor. 

El Ejército, por su parte, se negaba en un principio a emitir las imágenes ya que enseñaban, a los ojos de sus ciudadanos, cómo civiles en un barco turco podían con un soldado del comando de una de las unidades de élite más prestigiosas que, además había bajado al barco, con armas de Paintball y una pistola en el tobillo. “¿Qué pensarán en Irán cuando vean que unos cuantos yihadistas hacen eso con un soldado nuestro?”, nos comentaba una fuente de Defensa. Disuasión o imagen.

“¡Nos están machacando a nivel mundial y necesitamos imágenes para defendernos! ¡Difunda las imágenes ya!”, le gritó a media mañana del lunes un alto funcionario de Exteriores a un miembro del Departamento de comunicación del Ejército. Tras varias horas, las Fuerzas Armadas difundieron las imágenes. “Demasiado tarde. Los israelíes nos hemos indignado al ver el video pero el resto del mundo apenas lo vio o lo quiso creer”, reconoció al día siguiente el mismo funcionario.

Siguiendo la cobertura del asalto de la flotilla en aguas internacionales, uno se da cuenta de las diferencias abismales entre la prensa israelí y la europea. Aunque los periodistas israelíes criticaron con dureza la “torpeza” del Gobierno "de inútiles" por aprobar una operación militar fuera de sus aguas territoriales y “caer en la provocación turca y de Hamas”, las imágenes y conceptos eran distintos. Dos mundos completamente diferentes. Los telediarios israelíes emitían constantemente las imágenes de los primeros soldados bajando de su helicóptero y siendo recibidos a palos. Los telediarios europeos mostraban la segunda fase del asalto ya con el comando armado hasta los dientes en el barco. 

En todo el mundo, en especial y por razones obvias en Turquía, miles de personas se manifestaron acusando a Israel de “terrorista” y "pirata". En las localidades israelíes, manifestaciones espontáneas de ciudadanos que gritaban “terroristas” a los activistas y definían a sus soldados como "héroes".

Una anécdota, si me permiten. En el puerto de Ashdod, mientras la Marina transportaba a los barcos asaltados, este servidor se encontraba en una posición de un directo para una cadena de televisión. Detrás, los barcos turcos.  A mi lado, un compañero de una importante televisión árabe por satélite. Delante, las cámaras... y decenas de israelíes furiosos por las informaciones. “¡Hipócritas! Decir la verdad! ¿Dónde está Guilad Shalit?", nos gritaban sin cesar. El compañero árabe no hizo caso a mi consejo y respondió gritando cuando le dijeron que se fuera a Irán. Las aguas tardaron en calmarse.

Tras el monumental fiasco del ataque en altamar, Israel está sufriendo su mayor derrota diplomática. “Nuestros embajadores no recuerdan una semana tan negra en décadas", dice un portavoz de Exteriores al diario Yediot Ajaronot.

Muchas caras y versiones. Los activistas españoles de la flotilla denunciaron, nada más llegar a Turquía, “haber comido una sola vez en todo este tiempo”. En el servicio de la cárcel de Ela (Beer Sheva) donde estuvieron presos así como en la sede de Exteriores, lo niegan rotundamente: “¿Usted cree que es lógico que decidamos dar comidas completas a más de 700 detenidos y a los tres españoles dejarles con hambre? La propaganda tiene un límite”. 

Mismas definiciones con significado totalmente diferente. La prensa turca define a los nueve activistas muertos como “héroes”. La prensa israelí titula hoy en portada acompañada por la foto de todos los miembros del comando: “Héroes”.

La guerra mediática se basa en palabras, imágenes y sentimientos. El asalto a la flotilla ha sido el preámbulo a la batalla sin cuartel que tiene lugar en la red.