Barack Obama ha defendido en repetidas ocasiones su intención de retirar las tropas del avispero iraquí en 16 meses, si gana las elecciones de noviembre. Pero ayer evitó concretar su propuesta en Bagdad ante Maliki, consciente tal vez de que el escenario de estabilización que parece encarar Irak no hubiera sido posible sin el incremento de la presencia militar estadounidense de los últimos meses.

Obama cree que podrá resolver todas las dudas que existen sobre su capacidad para dirigir la política exterior estadounidense, y para desempeñar el cargo de Comandante en Jefe de la primera potencia mundial, a base de marcar distancias con la Administración Bush y el candidato republicano, John McCain. No obstante, sigue sin ofrecer respuestas claras sobre cómo piensa imprimir un cambio sustancial a la política exterior de EEUU. Sobre todo, en lo que toca a las relaciones de Washington con Oriente Próximo y a la lucha contra el terrorismo internacional.

Obama aboga por disminuir la presencia militar en Irak e incrementar la presencia aliada en Afganistán, donde la penetración de Al Qaeda y los talibán se ha consolidado en los últimos años. Con su primer viaje internacional, el senador demócrata coloca en el centro de la campaña electoral de EEUU la política exterior y de seguridad, precisamente dos de sus puntos débiles frente a McCain. Habrá que aguardar a conocer el modo en que se desarrollan sus visitas a Jordania, Israel y Cisjordania, y el apoyo que recibe de los líderes europeos a su paso por Berlín, París y Londres -España cuenta poco para él-, para valorar si ha sido capaz de mejorar su perfil como estadista y de acallar las recurrentes críticas a su nula experiencia diplomática.

Recientemente, Obama se vio obligado a matizar unas controvertidas declaraciones en las que se mostraba a favor de que Jerusalén fuera capital indivisible de Israel, por lo que su paso por esta ciudad se revela clave. Por lo que atañe a la última etapa de su viaje, el aspirante demócrata parece decidido a mejorar su imagen en EEUU nutriéndose de la obamanía europea. De ahí su frustrada intención de dar un mitin en la Puerta de Brandenburgo -finalmente lo hará en la Columna de la Victoria-, emulando las visitas oficiales de los ex presidentes Kennedy y Reagan en 1967 y 1987. Barack Obama ha puesto toda la carne de su candidatura en el asador de una gira que, de momento, sólo prueba su incuestionable audacia y determinación.