Irán importa más mercadería de Alemania que de cualquier otro país. Italia es el principal socio comercial de Irán en la UE. Francia proclama el "importante potencial" para sus empresas en ese país en rápido crecimiento.

Los diplomáticos de la UE que ponderan las posibles sanciones a Teherán por sus ambiciones nucleares trabajan bajo la mirada atenta de las empresas de toda Europa: petroleras, automotrices y firmas de ingeniería, entre otras, mantienen con el régimen islámico un comercio que vale miles de millones de dólares.

La semana pasada, Irán rompió los sellos de la ONU en su planta de enriquecimiento nuclear con el compromiso de realizar solamente investigaciones, pero la Agencia Internacional de Energía Atómica, el organismo fiscalizador de las actividades nucleares en el mundo, dijo que Teherán planificaba el enriquecimiento de uranio en pequeña escala, un proceso que permite producir combustible para armas nucleares.

Ante esta actitud, las tres potencias de la UE que negocian con Irán se acercaron a la posición intransigente de Washington, que desde hace tiempo teme que el programa nuclear iraní oculta la ambición de fabricar una bomba. Irán insiste que su plan no es producir armas sino energía nuclear civil.

Francia, Alemania y Gran Bretaña convocaron a una reunión de la AIEA para el 2 de febrero, lo que preanunciaría el intento de denunciar a Irán ante el Consejo de Seguridad de la ONU para que imponer sanciones.

Irán no es un mercado crucial para la UE. Pero la pérdida de sus atractivos principales _el petróleo y el gas_ podría impulsar los precios ya altos, apretar el bolsillo de los consumidores europeos y perjudicar la economía del continente.

Según Dominique Moisi, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales, la relación económica europea no influye sobre la posición que adopta la UE para sus negociaciones con Irán, pero sí "limita el margen de maniobra" en las conversaciones nucleares, por el momento suspendidas.

Pero lo que realmente está en juego, dijo, es la credibilidad política de Europa: Teherán "no debe dar por sentado que Europa, a raíz de sus intereses económicos en Irán, no toma con seriedad su posición diplomática".

La inversión directa europea en Irán no es grande, debido en buena medida al temor de alejar a los inversores estadounidenses, ya que la ley norteamericana limita los negocios con el país islámico, dijeron fuentes francesas.

El comercio es otra cosa. El intercambio comercial de la UE con Irán superó los 20.000 millones de euros (24.200 millones de dólares) en 2004, según el organismo estadístico europeo Eurostat, comparado con 13.800 millones de euros en 2002.

El proceso de determinar cuáles medidas podrían resultar eficaces y luego tomarlas es largo y peliagudo. Rusia y China, que tienen poder de veto, han expresado reservas acerca de la perspectiva de sancionar a un importante socio comercial.

A diferencia de Washington, los gobiernos de Europa occidental y Japón mantuvieron vínculos comerciales con Irán después de la revolución islámica de 1979 y se han beneficiado con la falta de competencia estadounidense.

Este comercio rentable ha crecido en los últimos años. La economía iraní crece en un 6% anual y su sed de pericia tecnológica europea dista de estar saciada.

Las sanciones podrían significar el fin de los negocios.