La semana pasada se anunció que la economía mexicana sufrió una contracción 10.3% en el segundo trimestre del año, la tercera caída consecutiva. Por supuesto, en el caso de México, este drástico declive que supera incluso al sufrido durante la crisis que ese país sufrió en 1995, en parte también es atribuible a la gripe porcina.

No obstante, la Cepal considera que precisamente México y Centroamérica son las zonas que sufren más el impacto negativo de la crisis global por su mayor dependencia con respecto a Estados Unidos. Por el contrario, Sudamérica está sobrellevando mejor la crisis y se prevé que se recupere más rápidamente, debido a allí existe un mejor intercambio comercial regional, además de la diversidad de mercados internacionales, incluyendo sus relaciones con China que es el único país grande que ha mantenido sus importaciones de materias primas.

El más reciente informe de la Cepal, "Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe 2008-2009: crisis y espacios de cooperación regional", pronostica que este año la región sufrirá una caída del 13% en el volumen de sus exportaciones e importaciones, cifra superior al 10% proyectado para el comercio mundial.

Las exportaciones de la región descenderán un 11%, la peor caída en 72 años, mientras que las importaciones disminuirán 14%, la baja más pronunciada en 27 años, según el informe.

"Urgen políticas para reactivar el comercio, porque el futuro poscrisis seguirá premiando a las economías con mayor orientación exportadora, con avances en materia de competitividad e innovación tecnológica", aconsejó la Secretaria Ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, al presentar el informe.

En el caso de Honduras, al inicio de año se preveía un crecimiento económico del 2%; menos optimista, el actual régimen pronosticó un -2%, pero al sumársele los efectos negativos de una prolongada crisis política, la situación podría ser peor al finalizar 2009.

Cada vez queda más evidenciada la urgente necesidad de romper con este estancamiento a fin de que todas las voluntades y capacidades de gobernantes y gobernados se canalicen hacia un frente común: enfrentar los efectos negativos de la crisis económica global.