"La ley más rechazada es la de Telecomunicaciones, Informática y Servicios públicos, la cual le otorga al Presidente de la República el poder absoluto para ordenar, por razones de seguridad, cualquier tipo de información escrita y audiovisual, incluidas las de internet.
Esta ley, que sin duda afecta directamente a la tan valorada libertad de expresión en Venezuela, junto a las numerosas violaciones al Estado de Derecho y a los derechos ciudadanos con que día a día el gobierno sorprende, servirá de acicate para la lucha opositora. Los próximos tres meses serán de mayor polarización y enfrentamiento entre los venezolanos".
Cierto, los diversos sectores de la oposición venezolana han venido denunciando las nacionalizaciones, las inhabilitaciones y el creciente autoritarismo gubernamental. También lograron manifestarse unidos en la marcha del 09 de agosto en protesta por el paquete de decretos-leyes de naturaleza socialista aprobado inconsultamente -y violando la decisión popular expresada en el referéndum de diciembre de 2007- por el presidente Chávez, el mismo día que llegaba a término el poder habilitante que le otorgó la mayoría oficialista en el Parlamento.
No obstante, nacional e internacionalmente a la oposición se le percibe aletargada, débil, fragmentada y sin liderazgo. En los más recientes sondeos de opinión pública, en entrevistas y artículos periodísticos, se hace visible el malestar y preocupación por el adormecimiento e indiferencia de la sociedad civil, en su mayoría de vacaciones de verano (física y/o mental) y por la conducta irresponsable de algunos dirigentes de los partidos políticos. Porque, haciendo caso omiso del pacto de unidad firmado a inicios de año a objeto de llevar candidatos de consenso para las elecciones regionales del 23 de noviembre próximo, en algunos estados y municipios claves del país aún no llegan a acuerdos, y lucen enfrascados en una cruenta y soez pugna.
Aunque hasta la fecha se han pactado aspirantes en casi el 90% de las gobernaciones y alcaldías, la mayoría de los venezolanos se preguntan cómo es posible que en este momento crítico de la vida nacional aún se den y se ventilen públicamente enfrentamientos entre los líderes políticos, quienes más que nadie saben que sólo con una fuerte coalición opositora será posible derrotar a los candidatos del chavismo , ya que éstos no sólo cuentan con la popularidad de Hugo Chávez para hacer campaña, sino con la poderosa infraestructura y el financiamiento del Estado.
El mandatario venezolano dedicó casi enteramente su más reciente programa dominical, Aló Presidente, a pedirle a sus seguidores que voten por los candidatos chavistas, so peligro de poner en riesgo su gobierno y su proyecto socialista del siglo XXI. A la vez, haciendo nuevamente uso ilimitado de los medios de los medios de comunicación social estatales, a los candidatos de su partido les exigió dejar las peleas entre ellos; a los sectores populares les aseguró más subsidios a través de la ¨Misión 13 de abril¨, que se inicia con 400 millones de bolívares fuertes; y a sus opositores no sólo los llamó ¨Pitiyankis¨ , sino les aseguró que van a vivir con la revolución al menos que se vayan del país. Ante cualquier agresión nacional e internacional en contra de la revolución, amenazó con una mayor radicalización.
Pese a todo, la oposición venezolana está despertando y como innumerables veces durante los nueve años de gobierno chavista, terminará por sacudirse el miedo y el velo de no querer ver la realidad. Después de todo, como indica una reciente encuesta de la Universidad Católica de Chile, Venezuela es uno de los países con mayor apoyo a la democracia en América Latina.
Ya estamos viendo indicios del despertar opositor. Entre otras iniciativas, se acaba de crear el llamado Bloque Intergremial que agrupa a numerosos sectores profesionales y sindicales (entre ellos los poderosos colegios de Periodistas y Médicos) con el ánimo de movilizar al país tanto en contra del ¨paquetazo legal¨ como de otras leyes que no fueron aprobadas mediante poder especial pero que están por ser admitidas por la Asamblea Nacional. La ley más rechazada es la de Telecomunicaciones, Informática y Servicios públicos, la cual le otorga al Presidente de la República el poder absoluto para ordenar, por razones de seguridad, cualquier tipo de información escrita y audiovisual, incluidas las de internet.
Esta ley, que sin duda afecta directamente a la tan valorada libertad de expresión en Venezuela, junto a las numerosas violaciones al Estado de Derecho y a los derechos ciudadanos con que día a día el gobierno sorprende, servirá de acicate para la lucha opositora. Los próximos tres meses serán de mayor polarización y enfrentamiento entre los venezolanos.
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