"El pueblo norteamericano está justificablemente preocupado por nuestra deuda nacional. Yo comparto esa preocupación. Pero también son necesarias inversiones en nuestro futuro que nos harán más fuertes en casa y consolidarán nuestro liderazgo mundial", ha afirmado Clinton. "Creo con todo mi corazón que sería un gran error emprender la retirada".

Una retirada del mundo en toda regla es lo que está intentando el sector ultraconservador que domina actualmente el Partido Republicano. La Cámara de Representantes aprobó en febrero una reducción del 16% del presupuesto de la agencia de ayuda exterior de Estados Unidos (USAID, en sus siglas en inglés). Si esa propuesta es respaldada por el Senado, "tendrá consecuencias devastadoras por la seguridad nacional", ha advertido Clinton.

Los republicanos quieren reducir casi a cero las contribuciones norteamericanas a Naciones Unidas y a otros organismos internacionales, pretenden eliminar el dinero que se destina a la formación de técnicos y cuadros políticos en el extranjero y quieren cerrar los medios de comunicación que el Gobierno estadounidense financia para difundir sus valores en distintas partes del mundo. "Hacer eso cuando crecen Al Yasira, las emisiones de la televisión rusa en inglés, las emisiones de la televisión china en inglés y otros medios similares, sería totalmente contrario a los valores de este país", asegura la secretaria de Estado.

"Esos fondos están destinados a gente y plataformas que nos permiten sostener nuestras relaciones diplomáticas en 190 países, son fondos para funcionarios políticos que en este momento están literalmente trabajando para evitar crisis y promover nuestros valores", ha explicado Clinton a los congresistas.

La secretaria ha puesto el levantamiento en el mundo árabe como un ejemplo de la necesidad de mantener el esfuerzo presupuestario de la política exterior: "La región entera está cambiando, y es esencial que Estados Unidos sea capaz de ofrecer una respuesta fuerte y estratégica". Eso se consigue con el dinero que se destina a la promoción de los valores y el estilo de vida norteamericanos, en cierta medidas compartidos, no por mera casualidad, por los jóvenes que se alzaron en Túnez o Egipto.

El presupuesto para el Departamento de Estado propuesto por Barack Obama incluye 47.000 millones de dólares para los gastos ordinarios y 8.700 millones para el apoyo civil en Irak, Afganistán y Pakistán, las zonas en guerra. Los republicanos tampoco creen en esta última parte del presupuesto, aunque están dispuestos a aprobar todos los fondos estrictamente militares.

Clinton ha alertado del enorme error que supondría eliminar el trabajo civil en las zonas en las que Estados Unidos tiene actualmente fuerzas militares. Ha recordado que el general David Petraeus, el jefe de la misión militar en Afganistán, ha insistido en la necesidad de concentrarse prioritariamente en la reconstrucción de la sociedad civil en ese país.

Pero Afganistán puede ser, en último caso, un problema aislado. La Administración de Obama se enfrenta a un problema más profundo y más difícil: el crecimiento de un conservadurismo inspirado por el Tea Party que, a diferencia de sus hermanos neo con, no es intervencionista y expansionista sino aislacionista y provinciano. La batalla que Clinton ha librado estos dos días en el Capitolio proseguirá, pues, hasta las elecciones de noviembre de 2012.