En la sabatina del 28 de septiembre (minuto 03:21:00) el Presidente volvió a pedir que esclarezca por esta vía la proveniencia de esa afirmación. A continuación voy a explicar las fuentes de mi artículo, como lo hice el 12 de septiembre en el blog LibreMente del Instituto en el que trabajo.

La fuente de la primera cifra es el cálculo que hiciera el economista de la ESPOL Manuel González-Astudillo, estimando que el costo total de los almuerzos era de $537,6 millones (teniendo en cuenta lo siguiente: 560.000 burócratas * $4 por trabajador y por día * 20 días por mes * 12 meses al año). Este cálculo es muy similar al que hiciera la agencia de noticias estatal ANDES en dos notas periodísticas llegando a la cifra superior de $560 millones. Hay razones para pensar que el gasto bien podría ser mayor. Como el mismo Presidente comentó en la sabatina del 31 de agosto, a algunos burócratas se les daba $12, no solo $4 por cada almuerzo. Por eso utilicé otra fuente para establecer la cifra máxima y esta es la entrevista que Miguel García, representante de los burócratas, dio a El Comercio, donde afirmó que el Estado gastaba $800 millones al año en este rubro.

Desde que se generó la controversia acerca de esta cifra he intentado repetidas veces obtener información en el sitio Web del Ministerio de Economía y Finanzas acerca del gasto en este rubro. Sin embargo, no he logrado encontrar datos de la ejecución del presupuesto, desglosado por ítem. Sería útil que esta información sea de fácil acceso al público para esclarecer el asunto.

Como pueden ver, las cifras no son mías sino que están basadas en fuentes cuya publicación preceden a mi artículo y si son imprecisas, le correspondería a dichas fuentes publicadas rectificar (incluso a la agencia estatal de noticias ANDES). Utilicé estas fuentes porque las consideré válidas y por supuesto que rectificaría en caso de que nueva evidencia demuestre que, aunque no haya sido mi intención, reproduje información falsa.

Quisiera recalcar que mi artículo no era sobre los almuerzos de la burocracia, sino sobre la afirmación de que el gasto público adicional necesariamente reducirá la pobreza. Más allá de si las cifras están bien o mal —y aquí he explicado que si traté de llegar a ellas respaldándome en fuentes publicadas— la finalidad de mi artículo era expresar la opinión de que el gasto público no es la manera más eficiente de reducir la pobreza.