El martes pasado encuentro con Barack Obama y la plana mayor de Washington; ayer miércoles visita en Canadá (previo discreto festejo de su segundo aniversario de boda con Angélica Rivera); hoy, se esperaba la firma de un acuerdo nacional, con la participación de distintos partidos (finalmente, frustrado por la negativa perredista a firmarlo); y el viernes anuncio del gabinete presidencial (un gabinete que, por primera vez, rendirá protesta en el primer minuto del sábado en Palacio Nacional).

Si se concreta la firma del pacto o acuerdo, ahora se dice que después de la toma de posesión se tendrá la base para un programa de gobierno de corto y mediano plazos, pero como están las cosas ese programa tendrá que sustentarse en una mayoría legislativa sólida y relativamente estable. Desde cualquier punto de vista es una buena noticia que se pueda llegar a ese acuerdo. Lo cierto es que no parecen existir condiciones de fondo para un pacto con todos, porque simplemente el PRD aún no encuentra su destino.

Se ha insistido en las últimas horas que ese acuerdo tendría como referente los famosos Pactos de La Moncloa, que abrieron la puerta de la transición española. Como idea es siempre muy sano tener dicho referente, pero lo cierto es que llevamos ya muchos años y muchas administraciones hablando de Pactos de La Moncloa tropicalizados que nunca terminan de funcionar. Por una sencilla razón: no aterrizan en lo principal, no son parte de un conjunto de acciones con objetivos concretos y terminan siendo algo así como un catálogo de buenas intenciones. Eso ocurre en buena medida porque se cree que los Pactos de La Moncloa fueron una serie de acuerdos políticos sobre las reglas del juego democrático. No fue así, las reglas estaban establecidas desde tiempo atrás y eran sencillas: si España quería tener un papel en la Europa democrática, tenía que asumir los criterios de la comunidad en términos políticos y sociales, pero también, y sobre todo, económicos y de defensa. Los Pactos de La Moncloa establecieron acuerdos económicos y fiscales muy concretos, incluido el IVA, la apertura de la economía y el comercio.

En estos acuerdos que se hubieran firmando hoy de poco serviría que se dijera, por ejemplo, que se espera potenciar el desarrollo petrolero o energético del país si no se ponen objetivos específicos, si no se dice cómo y de qué manera. Si la gente ha dejado de creer en los pactos es porque se han sucedido desde hace años y jamás se terminan de cumplir.

Las declaraciones de principios sirven poco cuando estamos ante la necesidad de una reforma energética, fiscal y hacendaria, educativa, política y de seguridad. En todos esos terrenos tenemos que tener compromisos concretos de todas las fuerzas partidarias y quien no los cumpla deberá pagar un costo político alto por no hacerlo.

Esa es la diferencia que puede y debería marcar la administración de Peña Nieto respecto a las anteriores. Es allí donde se pondrá de manifiesto o no un nuevo estilo de ejercer el poder. Si no hay pactos, debe haber mayorías legislativas.

Por cierto, hablando de estilos, siguen las especulaciones en torno al gabinete. Aseguran que, finalmente, al que convencieron para que llegue a la Subsecretaría de Seguridad Pública es a Manuel Mondragón y Kalb, el actual y muy reconocido secretario de Seguridad del DF. El desafío policial es diferente en el resto del país a la Ciudad de México pero, sin duda, si se confirmara esa designación, Mondragón puede aportar ese ingrediente de experiencia y sensatez que tantas veces está ausente en esas áreas. Se dice, también, que la posibilidad de Emilio Chuayffet en Educación ya se ha caído. No parecía una propuesta transitable. Y, dicen, que Ivonne Ortega está puestísima para ir al PRI, en lugar, dicen, de Pedro Joaquín Coldwell, quien ha hecho las cosas muy bien al frente de ese partido y se va a Energía, también, dicen. Ya lo sabremos el viernes a las 17:00 horas.

Calidad y transformación

Hoy inicia las trasmisiones por Televisión Digital Terrestre, el canal Proyecto 40, del que somos parte desde hace años en forma muy activa. Con costo cero para el televidente, contando simplemente con una antena y un televisor que reciba señal digital; Proyecto 40, un canal que ofrece un alto contenido de información y entretenimiento, en un ambiente de libertad y pluralidad, en donde hacemos diariamente el programa Todo personal, se podrá ver en 38 ciudades del país. La televisión digital es el futuro de la televisión. Un futuro que ya está entre nosotros y que está al alcance de todos.