El premiado fue más allá en sus apreciaciones, señalando que se están erosionando los valores democráticos, yéndose con mucha frecuencia por las operaciones militares y los estados de excepción. El Premio de Comunicación y Humanidades, en el mismo acto hizo el análisis a los partidos políticos, sosteniendo que “las ideologías son densos velos que hacen que las personas miren sin llegar a ver”.

¡Cuánta razón hay en el análisis! que si bien pueden ser con visión europea y para Europa, tiene la misma similitud con lo que está pasando en América del Sur, donde se avivaron los conflictos por motivos ideológicos y los discursos encendidos hablan incluso del aniquilamiento del enemigo y algunos han pasado de esa fase a su práctica cotidiana.

Existen en esta parte del mundo, países que asignan un mayor presupuesto al armamentismo militar inventándose enemigos más imaginarios que reales, mientras por el otro lado otorgan esmirriados presupuestos a la Salud y la Educación, cuando se debería fomentar la cultura de la paz y la convivencia entre todos los hermanos latinoamericanos.

Dentro del llamado retroceso ético existen aquellos fomentadores y cimentadores de las acciones no solidarias, donde los ciudadanos de un mismo país se miran con desconfianza y se desconocen sus raíces comunes, atizadas por fuerzas externas que ganan y consolidan sus objetivos basados en el odio entre ellos. Se ha llegado al extremo cotidiano de golpear en sistemas democráticos a quienes tengan pensamientos diferentes.

Definitivamente el valor ético está en crisis y es muy profunda en esta parte del mundo, donde millones de personas viven con menos de un dólar por día y otros ni siquiera tienen la misma suerte, mientras los gobernantes andan en otra que no es precisamente mejorar las condiciones de vida de sus mandados.

Se requiere la valorización del valor ético y ello debe empezar por el mismo ciudadano, quien deberá hacer un acto conciencial sobre lo que observa en su país y a partir de allí impulsar sistemas que promuevan agendas que de verdad sirvan al conjunto de la sociedad y no solamente a los grupos políticos de poder. No existe otro camino para hacer frente a esos fundamentalismos extremos ideológicos, militaristas y abusivos.