La reserva de los indios crow, en Montana, alberga el campo de batalla de Little Big Horn, donde los soldados del general Custer fueron aniquilados en 1876. En junio del 2003 se inauguró en este bello paraje un monumento de homenaje, pagado por el Congreso de Washington. Fue la primera vez que las autoridades de Estados Unidos honraron a las tribus que derrotaron a Custer. Supuso un desagravio de importancia histórica para unos pueblos que tanto han sufrido.

El interlocutor de La Vanguardia tiene uno de esos nombres indios tan singulares, transcripción literal al inglés de su lengua indígena. Se llama Burton D. Pretty On Top, señor padre de nueve hijos - seis con la primera esposa y tres con la segunda-, Burton, de 60 años, es jefe de relaciones públicas y líder espiritual de la tribu crow. Me muestra con orgullo recortes de prensa de 1986, cuando el Vaticano le pagó un viaje a Asís (Italia) para participar en el encuentro interreligioso que convocó el Papa Juan Pablo II. Burton estudió en la universidad gracias a una beca Fullbright por ser buen deportista. Jugaba a fútbol americano y baloncesto. En la charla insiste en que crow (cuervo) fue el nombre que les dieron los primeros hombres blancos, tramperos en busca de pieles, cuando llegaron a estas tierras. Estos indios se llamaban a sí mismos apssalooke (hijos del pájaro del pico largo). "Llamarnos crow fue una confusión", recalca. No hay orgullo más justificado que el de exigir que te llamen por tu nombre.

Con sus casi 900.000 hectáreas de territorio, la reserva crow es la más grande de Montana. Allí viven unas 11.000 personas. Las fuentes de ingresos son bastante limitadas: la propia burocracia de la reserva, un casino que apenas gana para subsistir y el arrendamiento de una mina de carbón. Burton es reacio a hablar de los problemas sociales de su gente, como el alcoholismo, la obesidad y la diabetes. Dice que son problemas compartidos con el resto de la sociedad estadounidense.

La lucha por el escaño en el Senado que está en juego en Montana es tan reñida que el voto indio - 7% de la población- en las siete reservas del estado será decisivo el 7 de noviembre. Tanto el republicano Conrad Burns, en el puesto desde hace 18 años, como Jon Tester, el granjero de productos orgánicos que se lo disputa, han pasado por Crow Agency para cortejar a los jefes tribales. Burns está implicado en el escándalo político-financiero del intermediario Jack Abramoff y lucha por su supervivencia.

Bush se ha volcado en ayudarle porque de él puede depender conservar la mayoría en el Senado.

Por tradición, estos indios suelen votar demócrata, pero su apoyo no es incondicional. Lo primero es la tribu. Se consideran y están reconocidos como naciones soberanas, pero en un sentido muy peculiar. Burton subraya: "Somos independientes; apoyamos a quien esté dispuesto a trabajar con nosotros". Para ganarse a los indios, es necesario que los políticos logren subsidios en Washington y que les sean favorables en los pleitos de tierras, de agua y otros bienes. "Tester dijo que se pelearía por nosotros para obtener fondos para los servicios de salud y de educación indios".

"Estos servicios han perdido financiación debido a esta guerra de Iraq..., que absorbe el dinero", añade Burton. Pero no todo lo atribuye a la campaña bélica. "Bush está a favor de las grandes empresas, de la oligarquía, de los ricos - explica-. No le importa la clase media o los pobres. No salimos en la foto. Hemos tenido más éxito con los presidentes demócratas que con los republicanos. Clinton escuchaba la voz de los pobres y apoyaba nuestros esfuerzos para sobrevivir en estos Estados Unidos de América. Bush ha dado la espalda a los pobres y a la clase media, y nosotros somos parte de las ambas cosas, más bien de los pobres".