El devastado distrito noveno de Nueva Orleans fue el escenario escogido por Edwards para iniciar su gira. A última hora decidió acompañarle su esposa, Elisabeth, quien pese a luchar contra el cáncer está participando de manera muy activa en la campaña. "El foco en la pobreza no es una estrategia política - dijo el candidato-. Es una enorme cuestión moral que afronta Estados Unidos." Ayer, en un debate con público retransmitido en el programa Good Morning America,de la cadena ABC, Edwards insistió en que "nadie que trabaje a jornada completa en Estados Unidos debería vivir en la pobreza".

El énfasis de Edwards en las desigualdades y en combatir la pobreza conlleva peligros. Esa filosofía soterrada de lucha de clases es algo que no está en el ADN estadounidense y que siempre despierta sospechas. A diferencia de Europa, aquí la mentalidad dominante es la de la responsabilidad individual y la búsqueda de las oportunidades, no la de la redistribución de la riqueza y del Estado protector. Aunque existen 37 millones de personas que viven bajo el umbral de la pobreza y casi 50 millones carecen de seguro médico, pregonar como primer mensaje político la lucha contra el desequilibrio social es algo que hasta demócratas muy exitosos como Bill Clinton evitaron hacer.

En el caso de Edwards, su discurso choca con algunas de sus actitudes y ha sido blanco de acusaciones de hipocresía. El ex senador y ex candidato a la vicepresidencia en el 2004 es un hombre considerablemente rico, aunque partió de un origen humilde. Su fortuna la debe a su trabajo como abogado especializado en obtener para sus clientes grandes indemnizaciones por daños y perjuicios en sus pleitos con grandes empresas. Vive en una mansión de exageradas proporciones y ha participado en la gestión de un fondo de inversión especulativo. Le perjudicó mucho que trascendiera que, durante la campaña, se hizo cortar el pelo por un peluquero de elite que le cobró 400 dólares por el servicio. No tan anecdóticas fueron las acusaciones de que los ingresos de una fundación creada por él para luchar contra la pobreza se hayan utilizado para financiar su campaña presidencial.

Edwards demostró en el 2004 que posee gancho popular. Habla bien, es simpático, gusta a las mujeres y no aparenta sus 54 años. Pero los senadores Barack Obama y Hillary Clinton le llevan gran ventaja en los sondeos y en la recaudación de fondos. La estrategia de Edwards es obtener muy buenos resultados en algunos de los primeros estados que celebrarán caucus y primarias. Se ha volcado en Iowa.

A Edwards hay que reconocerle el coraje de ser uno de los pocos en atreverse a proponer una subida de impuestos - a quienes ganen más de 200.000 dólares al año- para financiar la creación de un sistema universal de cobertura sanitaria. También propone indexar el salario mínimo federal a la inflación, otra medida osada.

El ex senador mantendrá numerosos contactos con líderes afroamericanos de derechos cívicos, visitará Marks (Mississippi), donde el reverendo Martin Luther King comenzó su marcha de la gente pobre, en 1968, y Prestonburg (Kentucky), punto final de la gira de la pobreza de Bob Kennedy.