La pregunta que ahora se hacen los inversionistas es como capitalizar o “monetizar” el enorme tráfico de personas, que además de compartir experiencias personales y socializar virtualmente, intercambian conocimientos profesionales sobre distintos temas, eventos, productos, etcétera.

No hay duda que el modelo que hasta ahora parece más viable para sostener a las nuevas empresas es la publicidad. Los anunciantes siguen explorando formas de promover de manera innovadora sus productos en espacios de gran tráfico como MySpace o Facebook, sin interrumpir las conversaciones.

Los inversionistas por su parte, parecen utilizar el número y la calidad de los usuarios de esas plataformas de interacción colectiva como criterio para valorar esas empresas. Como ejemplo, hace más de dos años NewsCorp pagó 517 millones de dólares por MySpace, sitio que tiene más de 110 millones de “usuarios únicos”. Más tarde Google adquiere YouTube por 1.6 mil millones y recientemente Microsoft, paga más de 200 millones por menos de 2% de las acciones de Facebook, 15 veces más del valor original de YouTube y 30 veces el de MySpace. A este ritmo, muchos se preguntan cual será el valor de Twitter cuya plataforma es usada por más de 60 millones de nuevos y sofisticados usuarios mensualmente y por empresas como CNN.

No obstante, las abultadas valuaciones antes mencionadas y el devastador panorama económico internacional que estamos viviendo, no parece posible una nueva crisis de las empresas de internet como la del año 2000. La venta de productos por internet sigue creciendo como lo demuestra Amazon y Apple. Por su parte, Google transforma su original tecnología de rastreo digital en fabulosos ingresos derivados de publicidad, lo que anima a los diarios y a las empresas de medios tradicionales a promover activamente entre anunciantes sus espacios digitales.

Aún es temprano para determinar cuál será el modelo de negocios de los sitios de intercambio social como Twitter, cuyos usuarios intercambian constantemente breves mensajes (hasta de 140 caracteres), que en muchos casos rebasan las experiencias personales superficiales. Periodistas, conductores de televisión y activistas de derechos humanos comparten noticias e información relevante entre sí y con un relativamente selecto público digital.

Los anunciantes basan sus decisiones para maximizar el gasto en publicidad en encuestas sobre preferencias de públicos o lectores utilizando las estadísticas de empresas como Nilsen, Cymfony y otras que miden los gustos y el tráfico de los medios, incluidos los espacios de internet.

Los nuevos medios y plataformas de interacción social como las mencionadas son objeto de libros y manuales de instrucción sobre su uso e ideas prácticas para utilizarlas con fines comerciales, principalmente publicidad. Destaca el libro Marketing to the Social Web de Larry Weber, el cual explica los retos que enfrentan los anunciantes para entender los nuevos medios y convertir las nuevas plataformas en verdaderos instrumentos de marketing. Desafortunadamente el citado libro no habla de Twitter, que para muchos se ha convertido en la crema de esa nueva generación de las aplicaciones de intercambio social.

No obstante su aparente simplicidad, Twitter, además de atraer a un amplio público, está creando redes de profesionistas y personas interesadas en una agenda, una persona, un evento, un asunto, producto, etcétera. Esta sencilla plataforma de microblogs, en buena medida hace obsoleto el modelo de mensaje instantáneo por Blackberry utilizado por el presidente Obama en su campaña. Twitter es ya una forma de comunicación social y política ágil y dinámica que está evolucionando y por ello es difícil predecir cuál será su futuro comercial.