Luego de un silencio sindical de años, la protesta de los trabajadores y obreros en un gobierno dizque socialista es la contradicción mayor, al estilo del escándalo de los sindicatos polacos en el seno del imperio soviético.

Qué aguda la postura del Partido Comunista, que no se disuelve en la excrecencia política del Presidente o PSUV porque se trata de un comunismo sin obreros.

La molestia social es terrible por ser producto del desengaño. Luego de seis años de crecimiento espectacular del consumo de las clases D y E, su caída libre es el despertar de un modelo insostenible, de lo que ha tenido que ser asistencial y se convirtió en la estructura económica venezolana.

Los análisis de moda ven en este colapso del asistencialismo oficial, de la cancelación abrupta del gasto público y por ende de las misiones, la caída de la popularidad de Chávez y un aumento aún más rápido de los votos de la oposición. Esta lectura parece compartirla el propio jefe de Estado, por su apuro en aprobar la presidencia eterna cuando le quedaban cuatro años para intentarlo con utilidad.

Sin embargo, otra visión es posible, la plasmada por Chávez en su discurso del 27 de febrero pasado.

La celebración del saqueo y su definición de sí mismo y de la Fuerza Armada como unos asaltantes más si se desbordan las masas, no sólo es una inmoralidad mayor sino la primera cuña publicitaria para convertir al sector privado en el culpable de la crisis.

No será la caída de los precios petroleros (culpa ajena) ni la eliminación intencional de la inversión privada en Venezuela (culpa chavista), sino el pulpero de la esquina o el gran hipermercado quienes hambrean al pueblo. Dada la credibilidad presidencial entre sus seguidores, que son la mitad del país, puede decirse que el gobierno está organizando un saqueo para esconder su responsabilidad en el empobrecimiento colectivo.

Estamos en una encrucijada. O el descontento se expresa contra el gobierno y se canaliza en las elecciones de diputados del año que viene, o los trabajadores se voltean contra sus patronos con violencia y sin la contención de los encargados del orden público. Lo más posible es que se produzcan las dos cosas.

glinares@cjlegal.net