Inteligencia y Seguridad Frente Externo En Profundidad Economia y Finanzas Transparencia
  En Parrilla Medio Ambiente Sociedad High Tech Contacto
En Profundidad  
 
11/06/2005 | Congo: El Corazón de las Tinieblas

Nicolás Aikin Araluce

En la que acaso fuera su obra cumbre, cuyo título toma prestado este artículo, Joseph Conrad transporta lentamente al lector por el río Congo, corriente arriba, hacia el oscuro interior de la selva africana. En el proceso, el lado salvaje y tenebroso que oculta el ser humano bajo el disfraz de la civilización del hombre blanco, va emergiendo sutil y gradualmente según se aleja de ésta.....

 

La compleja coyuntura política, económica y social del Congo constituye un gran desafío para la misión de paz de las Naciones Unidas en el país

En la que acaso fuera su obra cumbre, cuyo título toma prestado este artículo, Joseph Conrad transporta lentamente al lector por el río Congo, corriente arriba, hacia el oscuro interior de la selva africana. En el proceso, el lado salvaje y tenebroso que oculta el ser humano bajo el disfraz de la civilización del hombre blanco, va emergiendo sutil y gradualmente según se aleja de ésta.....

 El libro ha estado sujeto a distintas interpretaciones, pero para muchos se trata de un viaje hacia el negro interior de uno mismo inspirado en el genocidio del Congo cometido durante el reinado de Leopoldo II de Bélgica en la época colonial. Simboliza cómo el marfil y los recursos naturales tentaron al hombre blanco a dar la espalda al desarrollo de aquel país, substituyéndolo por la vil explotación, las masacres, la corrupción, la locura y, en definitiva, "el horror" que en la obra de Conrad caracteriza el siniestro personaje Kurtz.

Se calcula que más de 4 millones de congoleños murieron en tiempos del monarca belga, macabras cifras que vienen a coincidir con aquellas correspondientes a las recientes matanzas que se produjeron dentro del mismo escenario, un siglo después.

 Y, las multimillonarias ganancias personales de Leopoldo - producto de la explotación de nativos y recursos - encontrarían réplica en la fortuna amasada por el presidente Mobutu (1965-1997), cuyo cleptocrático régimen sería derrocado y substituido por el del rebelde Joseph Kabila, con ayuda militar de estados limítrofes durante la primera guerra del Congo. A ésta le seguiría una segunda encarnizada contienda y como resultado de ambas, al margen de las pérdidas humanas cuyas cifras reales se desconocen, el Congo - país dotado de vastas riquezas minerales (oro, diamantes, cobalto, zinc, etc.) forestales y un sistema fluvial que podría abastecer al continente entero - pasaría a ser uno de los más pobres del mundo.

Si alguien preguntara cuál de los 15 contingentes de paz que las Naciones Unidas mantienen desplegados actualmente en puntos conflictivos del planeta supone mayores quebraderos de cabeza para este organismo, más de un analista señalaría a la República Democrática del Congo como el punto de conflicto y, como  detonante del mismo, al reciente holocausto vivido en la colindante Ruanda. Y es que mantener el orden en un país del tamaño de Europa Occidental, con 52 millones de habitantes, donde dos sangrientas guerras han provocado la muerte de  millones de personas, el desarraigo de otras tantas y la presencia de decenas de facciones armadas que controlan diversas zonas del país así como sus recursos naturales - con el apoyo de distintos estados limítrofes – constituye una titánica tarea. Máxime, cuando el contingente de la misión de la ONU (MONUC) cuenta con poco más de 15.000 soldados y pretende con la colaboración del gobierno de transición que se celebren elecciones electorales y presidenciales el próximo mes de junio (2005), precedidas por un referéndum, en medio de semejante anarquía.

Como la Secretaria General de Amnistía Internacional, Irene Khan, observara recientemente, "la auténtica prueba del proceso político del país (y por extensión la estabilización de toda la región de los Grandes Lagos, dada la participación de hasta 9 estados africanos en el conflicto) no será las elecciones, sino la disposición y capacidad del gobierno transitorio y de MONUC para imponerse sobre los múltiples elementos armados, terminar los abusos contra los derechos humanos, resolver la cuestión de la impunidad y emprender una profunda reforma del ejército, la policía y la justicia".

 Cabe añadir que ello precisará también de la colaboración de aquellos países vecinos recientemente involucrados de una u otra forma en el conflicto: Ruanda, Uganda, Angola, Zimbabwe, Namibia, Chad y hasta Sudán. Y es que, añade Khan en su análisis de la situación, "dar el derecho a votar no tiene sentido sin disfrutar del derecho a vivir, sin la amenaza de violación, asesinatos, torturas, detenciones arbitrarias y desplazamientos".

El informe Decimosexto emitido por el Secretario General con fecha 31 de diciembre de 2004, explica en detalle los progresos y desafíos de MONUC en el Congo. Sin embargo, su lectura sembraría la confusión en todo lector que no haya seguido los acontecimientos de las últimas décadas en el país, y el terrible genocidio humano – el peor desde la segunda guerra mundial – que tuvo origen en el estado vecino de Ruanda y se propagó al Congo.

Y es que al margen de los problemas internos de lo que fuera el Zaire, de las acciones despóticas y corruptas del expresidente Mobutu y las maniobras de sus opositores políticos, los sucesos en Ruanda  - paradójicamente estado mucho más pequeño – fueron la espoleta de detonación de las llamadas "Primera y Segunda Guerras Mundiales de África".

Hutus y Tutsis

Existe en Europa cierta confusión acerca de si los hutus y tutsis – los dos grupos humanos de Ruanda y la vecina Burundi constituyen etnias distintas o si en realidad –por sorprendente que parezca – se trata de clases sociales o castas.

Según el conocido periodista polaco Kapuscinski y también el reportero español Javier Reverte, la diferencia es una de castas, no de razas como mantuvieron algunos medios de comunicación mientras se desarrollaban las matanzas. Los tutsis representaban el 15% de la población y también durante siglos la aristocracia de un pueblo donde la riqueza y el status se medían en términos de cabezas de ganado vacuno – en un país montañoso de reducido tamaño (con poco más de 30.00 Km2), difícil acceso y hostil hacia los extranjeros.

Los tutsis eran propietarios de tierras y rebaños, mientras que los hutus eran agricultores y sus siervos, pero ambos pertenecían a la misma etnia: los Banyaruanda. Reinaba un monarca tutsi en un entorno feudal que favorecía a los tutsis (la clase apoderada y educada) en detrimento de los hutus y -según estas fuentes- el etiquetado étnico al que fueron sometidos obedece a la clasificación racista que hicieron de ello, primero los alemanes cuando en 1890 Ruanda pasó a formar parte de su imperio africano, y luego los belgas al invadir el país en 1916.

Los belgas, al parecer, incluso emitieron documentos nacionales de identidad especificando tal distinción, y posteriormente cuando los hutus alcanzaron el poder ellos mismos se encargaron de acentuarla, llegando a alegar que los tutsis eran una raza aparte de origen nilótico o camita llegada del extranjero tiempos atrás, que les había invadido y subyugado.

A las alusiones de Kapuscinski, otros han señalado que pese a similitudes lingüísticas y culturales, se trata de razas genéticamente diferentes, que los tutsis (o watusi) son más altos, esbeltos y claros de piel, etc. Actualmente, existen puntos de vista contrapuestos en libros, enciclopedias e incluso entre antropólogos, y hay quienes señalan que hutus y tutsis constituían razas distintas pero que se mezclaron hace mucho tiempo. Al margen de tales especulaciones, casta o raza aparte, la tragedia humana fue el resultado de semejante polarización.

En un principio los belgas se apoyaron en los tutsis para gobernar, aprovechando por motivos prácticos, el sistema jerárquico existente encabezado por el rey. Pero cuando en los años 50 surgió la corriente independentista en Africa, los más educados e instruidos tutsis no tardaron en exigir la independencia por lo que Bélgica cambió de estrategia, favoreciendo a los más sumisos hutus y enfrentándolos contra los otros.

El resultado fue el estallido de una revolución del campesinado hutu en 1959 de tal virulencia que acabó con la presencia belga, su monarca títere, y culminó en la masacre y expulsión del país de una gran mayoría de tutsis. Éstos se refugiaron en Burundi – donde los tutsis se mantenían en el poder – en Uganda, y en el vecino Congo.

En la capital, se instalo como presidente Grégoire Kayibanda, que gobernó con puño de hierro a los 100.000 tutsis que quedaban, y a los intentos de invasión de sus desterrados hermanos que se produjeron en 1963 y 1965, éste respondió ordenando masacres de decenas de miles de tutsis. Tales acciones encontraron réplica en Burundi con matanzas de hutus como represalia, que provocaron éxodos masivos de centenares de miles de ellos a Ruanda con los consiguientes problemas para el país de mayor densidad demográfica de África, aquejado además de malas cosechas y hambruna.

Aprovechando la coyuntura del momento, el general Habyarimana dio un golpe de estado en 1973, proclamándose presidente e instituyendo una dictadura - dirigida no solo a aplastar a los tutsis sino a todos los opositores hutus con pretensiones democráticas. Ésta duraría 21 años.

En el interim, decenas de miles de tutsis de segunda generación habían pasado a formar parte de las fuerzas del ejército de Uganda. Sin embargo, nunca abandonaron sus pretensiones de regresar a su país y fundaron desde el exilio el llamado Frente Patriótico de Ruanda (FPR). También se unieron al movimiento de oposición al presidente ugandés Milton Obote en 1985, y ayudaron a Yoveri Museveni – cuya madre era tutsi - a derrocarlo.

Así las cosas, en 1990 y con el apoyo que ahora recibían de Uganda, invadieron el país en una serie de rápidas maniobras que sorprendieron al débil ejército del dictador. Éste apeló a la Francophonie y delirios de grandeza del Presidente Mitterand, quien - al tener conocimiento de que unos tutsis angloparlantes procedentes de la anglófona Uganda habían invadido un territorio francófono - envío tropas a Ruanda.

Pero la intervención francesa tan solo sirvió para seguir generando odios entre hutus y tutsis. Estos últimos se hicieron fuertes en las zonas montañosas del país mientras que el gobierno llamaba a filas a más hutus y creaba la organización paramilitar de masas Interhamwe, que significa " los que matan juntos". La ONU, por otra parte envió un destacamento pacificador a Ruanda, pero por una serie de motivos no del todo claros en los que Francia jugó cierto papel (no sólo in situ sino en Nueva York en calidad de miembro permanente del Consejo de Seguridad), se retiró del escenario.

No obstante, en abril de 1994 la comunidad internacional y los países africanos obligaron a Habyarimana a firmar un pacto con el FPR para la creación de un gobierno nacional de coalición de reparto de poder entre ambas facciones.

La firma de semejante acuerdo evidentemente no fue plato del gusto de algunos, ya que el mismo día en el que el presidente regresaba en avión a Kigali tras pactar con sus adversarios, unos sujetos desconocidos derribaron el avión en el que viajaba. Aquella fue la señal para que el gobierno provisional que sucedió a Habyarimana - quien pereció en el atentado junto con el presidente de Burundi - ordenara una gigantesca masacre de tutsis y opositores al régimen. Lo más terrible fue que ésta fue perpetrada no sólo por tropas gubernamentales sino por innumerables civiles, alentados por la mismísima radio y que se prolongaron incluso mientras el FPR se aproximaba a la capital.

"Decenas de miles de personas, por todo el país –escribe Reverte en su libro Vagabundo en África – se refugiaron en iglesias, escuelas y misiones... No eran sólo tutsis, sino también hutus aterrados ante el furor de la carnicería". Era la hora del machete. Tan sólo en una iglesia, la de Nyamata, los Interhamwe mataron a machetazos a 5000 personas en 48 horas, lugar que el reportero visitara tres años después del suceso y sobre el que observara: "Iba pisando huesos que chascaban bajo mis pies como huevos vacíos" .

El genocidio fue de tal magnitud – se estima que hubo cerca de un millón de muertos – que cuando la situación del régimen se hizo insostenible, se produjo un éxodo masivo de vencidos y atemorizados civiles y milicianos hutus en dirección al Congo (entonces llamado Zaire) y a otros países vecinos, conscientes de que la venganza tutsi sería espantosa. Muchos se instalaron en la parte oriental del Zaire, y se aliaron con las fuerzas armadas de aquel país en campañas contra los Bayamulenge - los tutsis étnicos congoleños - realizando también incursiones armadas esporádicas en territorio ruandés, factores que contribuirían significativamente hacia la guerra que se cernía ahora allá.

Diario Exterior (España)

 


Otras Notas Relacionadas... ( Records 1 to 10 of 1004 )
fecha titulo
09/05/2014 Liberator's hubris and the South African election
23/01/2014 Incomes in Africa Have Barely Budged for the Last 15 Years
04/01/2014 A ‘Marshall Plan’ for Africa’s employment challenge
28/12/2013 Sudán del Sur se enfrenta a su tercera guerra civil en 50 años
13/12/2013 La Sudáfrica de Mandela
15/11/2013 Análisis: Hacer negocios de África
11/11/2013 DR Congo: Extending Peace After M23’s Demise – Analysis
05/11/2013 La República Democrática del Congo declara la 'victoria' sobre el grupo M23
31/10/2013 Secuestros en África: ¿Debe pagarse el rescate?
03/10/2013 Zimbabue: Cuando espiar es decreto ley


Otras Notas del Autor
fecha
Título
19/01/2006|
04/09/2005|
15/06/2005|
11/06/2005|
08/06/2005|

ver + notas
 
Center for the Study of the Presidency
Freedom House