Las respuestas son un simple esbozo que apunta una dirección, pero dista mucho de ser completa. El papel fue escrito en realidad como base para un debate sobre el futuro de nuestra seguridad al que les invito a participar.

1. ¿Será el mundo del futuro más peligroso que el del pasado?  

Contestar a esa pregunta dependerá mucho de lo que hagamos en el momento actual. Si somos capaces de responder a los desafíos que amenazan nuestra seguridad, podremos vivir en paz y libertad. Pero si fallamos al responder a esos retos, el mundo se convertirá en un lugar cada vez más peligroso. Tenemos aún un margen de tiempo para responder a algunos de esos riesgos, pero si no lo hacemos ahora, algunos de esos riesgos se convertirán en amenazas mucho más difíciles de gestionar, sino imposible. España, Europa y Occidente disponemos de los medios y las capacidades para poder hacer frente a los desafíos actuales a nuestra seguridad, pero en ocasiones parecemos carecer de la voluntad y la determinación de hacerlo. El resultado si fallamos será un mundo más inseguro y peligroso para las generaciones futuras.    

2. ¿Existe una crisis de seguridad mundial?  

Todo el mundo está muy preocupado, con razón, por la actual crisis económica. Sin embargo, pocos analizan que paralelamente estamos sufriendo una crisis de seguridad cuyos efectos pueden terminar resultando más devastadores que la propia crisis financiera. El problema es que la atención pública y las agendas políticas están tan ocupadas en resolver los problemas económicos que apenas pueden ocuparse de los problemas de seguridad. La recuperación económica empieza a ser una realidad, aún débil, pero los principales problemas de seguridad se están agravando. Afganistán, Irán o el conflicto de Oriente Medio son conflictos demasiado lejanos para los ciudadanos y resultan incómodos en las agendas políticas. Pero si no somos capaces de encauzar algunos de ellos las consecuencias pueden ser catastróficas para el futuro.  

3. ¿Está la libertad en retroceso en el mundo actual?  

La victoria de Occidente sobre la Unión Soviética en la Guerra Fría trajo consigo una expansión de la libertad en el mundo durante la última década. Sin embargo, en el momento actual, la democracia está en retroceso. Rusia sufre una marcada deriva autoritaria, la China comunista ha evolucionado hacia un capitalismo de partido único con un creciente poder económico pero sin libertades, en Iberoamérica se expande la revolución bolivariana, África sigue sumida en un caos de pobreza y conflictos y el mundo islámico se radicaliza cada vez más en países como Pakistán. Occidente sufre hoy un proceso de decadencia demográfica, económica y moral que es necesario invertir si quiere sobrevivir como la civilización de la libertad.  

4. ¿Ha comenzado la IV Guerra Mundial?  

Es cierto que una parte del Islam, la más radical y extremista, ha declarado la yihad o “guerra santa” a Occidente, pero en buena medida lo que hemos vivido hasta el momento actual es una guerra civil dentro del propio mundo islámico, con algunos ataques al exterior. Existe un debate entre los fundamentalistas sobre si para ganar esa guerra civil es necesario previamente derrotar a Occidente. En todo caso, se trata de un conflicto no convencional y asimétrico. Es una guerra porque buscan la destrucción del enemigo, que somos nosotros, pero no responde conceptualmente a lo que nosotros consideramos una guerra ni se somete a sus normas. El terrorismo es la principal arma de los islamistas para intentar doblegar nuestras sociedades y la naturaleza del terror es diferente a la de la guerra, aún cuando pueda resultar aún más devastador.  

5. ¿Es España un objetivo prioritario para la Yihad?  

España es un objetivo para los terroristas islámicos como cualquier otro país occidental y europeo que defiende principios democráticos y una sociedad abierta y plural. La presencia de tropas españolas en conflictos como el de Afganistán o la detención de terroristas islámicos en nuestro territorio sirve también de coartada a estos grupos para amenazar a nuestros intereses y ciudadanos. Pero además, la cercanía de nuestro país al Norte de África y la dominación musulmana de la península ibérica durante siglos, un hecho histórico muy presente en el imaginario y en la retórica de estos grupos terroristas, hace que las amenazas dirigida a España sean especialmente intensas. Nuestro país sufrió de hecho el 11 de marzo de 2004 el más sangriento atentado cometido en Europa.  

6. ¿Estamos perdiendo la guerra en Afganistán?  

No es fácil definir los términos de victoria y derrota en Afganistán. Convertir Afganistán en una democracia homologable a las occidentales en unos pocos años es un objetivo irreal. El objetivo debe ser estabilizar el país, asegurar unas mínimas condiciones de vida y hacer posible un Estado viable que garantice la seguridad de sus ciudadanos. El fracaso sería que tras una década de presencia en Afganistán el país volviera a ser controlado por un régimen totalitario que diera cobertura y apoyo a los terroristas yihadistas para atacar nuestros países. En los últimos años se ha producido un deterioro de la seguridad en Afganistán que amenaza con hacer fracasar todos los esfuerzos por pacificar y desarrollar el país. La nueva estrategia impulsada por Estados Unidos tiene elementos positivos, como una mayor presencia y mayor implicación de nuestras fuerzas sobre el terreno, pero tiene también puntos débiles como la falta de cohesión entre los aliados o el haber fijado un horizonte temporal para la retirada.   Lamentablemente no podemos ser demasiado optimistas sobre Afganistán. Una derrota de la OTAN en este país tendría un efecto devastador sobre nuestra seguridad y sobre la propia credibilidad y supervivencia de la Alianza Atlántica. Incluso aunque queramos esconder esa derrota en un falso acuerdo de paz.  

7. ¿Es Afganistán el frente central de la Yihad?  

Por la naturaleza del conflicto no es fácil definir un frente central. En realidad, lo que observamos es una ampliación constante del frente. En Irak, a pesar del éxito de la estrategia aplicada por la Administración Bush en sus últimos años, se siguen produciendo atentados con mucha frecuencia. En Afganistán, la coalición de talibanes y Al Qaeda está sometiendo a las fuerzas de la OTAN a un creciente acoso. Ahora se observa una más activa presencia de yihadistas en Yemen y Somalia. En el norte de África y en Sahel se ha constituido una franquicia de Bin Laden que mantiene actualmente secuestrados a varios rehenes occidentales, entre ellos tres españoles. Al Qaeda se muestra cada vez más activa a pesar de los esfuerzos de los gobiernos de la zona por combatirlos. Un objetivo renovado de los terroristas es golpear en nuestros propios territorios mediante atentados como el recientemente abortado en un avión norteamericano. El frente por tanto es cada vez más amplio.  

8. ¿Constituye Irán una amenaza nuclear?  

Las evidencias de que el Irán tiene un programa nuclear clandestino son ya incontestables y la voluntad política del régimen de dotarse de armas nucleares admite pocas dudas. La cuestión es cuánto tiempo necesitan para disponer de un arsenal atómico operativo. Los efectos de un Irán armado nuclearmente resultan inasumibles. Por un lado, daría al régimen una capacidad de disuasión para poder hacer impunemente todo tipo de injerencias en la zona e incluso patrocinar acciones terroristas en otros países. Por otro, supondría una amenaza directa a la propia existencia de Israel. Finalmente, quebraría de forma definitiva el régimen de no proliferación nuclear vigente provocando una carrera atómica en la zona más inestable y más sensible estratégicamente del planeta.  

9. ¿Podemos evitar que Irán se dote de armas atómicas?  

En mi opinión, no solo es posible, sino que resulta imprescindible impedir una bomba atómica iraní. La comunidad internacional, al menos los países occidentales, deberían hacer llegar con mayor nitidez al régimen iraní que no van a consentir de modo alguno que se dote clandestinamente de armas nucleares. Habría que endurecer de inmediato el régimen de sanciones diplomáticas y económicas ante las nuevas evidencias aparecidas. Habría que apoyar de la forma más eficaz posible a la oposición al régimen totalitario que se ha echado a las calles en los últimos meses. Es preciso elaborar una estrategia que contemple todas las opciones para impedir al régimen acceder al arma atómica, pero sobre todo sería preciso una mayor determinación política de impedirlo.  

10. ¿Constituyen los estados fallidos un riesgo para nuestra seguridad?  

Los estados fallidos constituyen un doble riesgo para nuestra seguridad. En primer lugar, generan crisis humanitarias y situaciones de inseguridad que fuerzan la emigración masiva, en muchos casos clandestina, de sus ciudadanos a nuestros países. Por otro, la ausencia del Estado sobre estos territorios es aprovechada por organizaciones terroristas y por grupos de crimen organizado para asentar impunemente sus bases. El asentamiento de Al Queda en el Sahel es un buen ejemplo de lo primero y la piratería en Somalia es un buen ejemplo de lo segundo. La incapacidad de las autoridades de estos países para hacer frente a estos grupos nos exige una creciente presencia de nuestra inteligencia e incluso una utilización cada vez más habitual de nuestra fuerza militar en estos países, como ocurre con la operación Atalanta.  

11. ¿Es posible imponer la democracia por la fuerza?  

En los años 90 proliferaron las operaciones de paz y de reconstrucción protagonizadas por los países occidentales. En los Balcanes la OTAN tuvo éxito en la pacificación de Bosnia o Kosovo. Sin embargo, conflictos como el de Irak o Afganistán ponen de manifiesto las dificultades para estabilizar estos países después de una intervención militar. En mi opinión, en el futuro deberemos ser más selectivos con este tipo de operaciones. Primero porque nuestros recursos son limitados y segundo porque no podemos convertir a nuestras Fuerzas Armadas en meras agencias humanitarias o de desarrollo. Tengo serias dudas de que la democracia se pueda imponer por la fuerza de las armas. La utilización de la fuerza en los próximos años deberá ser más quirúrgica para eliminar amenazas esenciales a nuestra seguridad o nuestros intereses vitales. La fuerza exterior permite derribar tiranías, pero sólo las sociedades pueden construir sus propias democracias. La utilización de la fuerza sólo es aconsejable cuando nuestra seguridad esté claramente comprometida y nos exista otra alternativa posible.  

12. ¿Cuál será el papel de las Fuerzas Armadas en el mundo del futuro?  

Las Fuerzas Armadas seguirán siendo un instrumento esencial para garantizar nuestra seguridad en las próximas décadas. Los ejércitos son algo más que ONGs armadas y uniformadas dedicadas a misiones de ayuda humanitaria. Las Fuerzas Armadas son el instrumento del Estado para ejercer, en régimen de monopolio de usar la fuerza como último recurso para garantizar nuestra defensa y salvaguardar nuestros intereses vitales. Debemos potenciar por tanto su capacidad de disuasión y de combate. España debe equilibrar sus capacidades militares al potencial demográfico, económico y estratégico que tiene en el mundo. Es esencial definir consensuadamente el nivel de ambición estratégica que queremos para nuestro país.  

13. ¿Seguirá Estados Unidos liderando el mundo Occidental?  

Estados Unidos seguirá siendo la primera potencia mundial en la próxima década. Sin embargo, su peso relativo en el mundo, tanto en términos económicos como estratégicos, puede verse reducido. La tendencia parece ser un orden mundial más multipolar en el que otros actores emergentes como China, India, Rusia o Brasil pueden ganar peso. La Unión Europea seguirá siendo un actor estratégico irrelevante por su falta de cohesión, su estancamiento económico y su declive demográfico. El riesgo es que en un momento en el que el liderazgo de Estados Unidos resulta más vital que nunca para hacer frente a los múltiples desafíos a nuestra seguridad, la administración Obama decida replegarse estratégicamente o adoptar una política de apaciguamiento frente a nuestros enemigos. Esa política podría resultar suicida para Occidente.  

14. ¿ETA sigue siendo una amenaza a nuestra seguridad?  

La organización terrorista ETA ha causado casi mil víctimas mortales desde su aparición hace cuatro décadas. Hoy mantiene una clara voluntad de seguir matando, pero su capacidad criminal está muy mermada como consecuencia de la creciente cooperación internacional, especialmente de Francia, la eficacia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y su aislamiento político y social. Como consecuencia de esta debilidad ETA seguirá atentando, pero ha dejado ya de ser una amenaza estratégica para el Estado. En estos momentos hay un debate dentro de la banda que esperemos pueda dividirla y debilitarla aún en mayor medida.  

15. ¿Es posible la derrota de ETA?  

ETA puede y debe ser derrotada. Si el Gobierno persevera en la política de firmeza democrática, de fortalecimiento del Estado de Derecho, de aislamiento político y social de los terroristas, de reconocimiento a las víctimas y de creciente presión internacional que puso en marcha los gobiernos de José María Aznar, la derrota de ETA puede estar cerca. El Gobierno de Zapatero cometió un grave error la legislatura pasada iniciando un proceso de negociación política con los terroristas. Ese error ha retrasado la derrota de ETA. En el momento actual sería necesario un nuevo impulso a la política antiterrorista, expulsando a los etarras de los ayuntamientos del País Vasco y Navarra, dando un marco institucional a la voluntad compartida de no volver a pactar con los terroristas, reforzando la lucha contra la financiación del terrorismo, acabando con cualquier espacio de impunidad en la calle para los terroristas y sus cómplices e impulsando la mejora de la protección a las víctimas. Una vez que ETA desaparezca el gran reto será hacer de esa derrota la victoria de los demócratas.  

16. ¿Es España un paraíso para el crimen organizado?  

El crimen organizado constituye una amenaza a la seguridad en todos los países desarrollados. En España hay una presencia creciente de estos grupos, que en su mayoría tienen una dimensión trasnacional, como demuestra la estadística de grupos detectados y sobre todo del número de integrantes de esas redes. El narcotráfico sigue siendo con diferencia el principal negocio del crimen organizado. Nuestro país es la principal puerta de entrada de cocaína proveniente de Sudamérica y de hachis procedente del Magreb en Europa, con una fuerte implantación de redes de narcotráfico colombianas y marroquíes. El consumo de estas drogas en nuestro país está entre los más altos del mundo. Por otro lado, hay una floreciente actividad en el tráfico de seres humanos, tanto de explotación de inmigrantes clandestinos como para la explotación sexual de mujeres. El crimen organizado tiene cada vez más presencia en sectores de la economía legal, como el trasporte, y utiliza más la corrupción de funcionarios y políticos para lograr sus fines. El blanqueo de capitales, vinculado a muchas de sus actividades, es otro de los grandes desafíos. Estos grupos han aprovechado la eliminación de las fronteras en la Unión Europea para crear un mercado delictivo global, mientras policías y jueces siguen encontrando barreras para luchar contra ellos. En necesario reforzar la cooperación internacional y abordar una reforma penal del tratamiento de este fenómeno.  

17. ¿Aumenta la inseguridad ciudadana en España?  

El problema fundamental al que nos enfrentamos para analizar la seguridad ciudadana en España es la opacidad de las cifras de delincuencia por parte del Ministerio del Interior y la contradicción entre la tendencia apuntada por el número de delitos conocidos por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, las diligencias incoadas por la Fiscalía y los asuntos penales ingresados en los juzgados. En todo caso, es innegable que el número de infracciones penales ha aumentado en los últimos años en nuestro país en torno a un 3% anual. Hay además un crecimiento especial de los delitos contra las personas. Este crecimiento ha estado estadísticamente muy vinculado al aumento de la población extranjera y a la creciente actividad del crimen trasnacional. Sin embargo, la preocupación ciudadana sigue volcada más en los problemas económicos generados por la crisis, especialmente el paro, que por las cuestiones de seguridad. Pero mi impresión es que esa preocupación por la inseguridad ciudadana irá a más en los próximos años.  

18. ¿Tienes las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad los medios necesarios?  

El gran déficit de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son las discriminatorias condiciones salariales y profesionales de sus miembros respecto a cualquier otro cuerpo policial autonómico o local. Por otro lado, hay un déficit histórico en materia de infraestructuras, especialmente grave en el caso de la Guardia Civil, que hace que un tercio de los acuertelamientos de este Cuerpo se encuentre en un estado deplorable. Hay que dar un impulso tecnológico a Policía Nacional y Guardia Civil para hacer frente a una delincuencia cada vez más organizada y sofisticada. Por último, es preciso un esfuerzo en mejorar tanto la formación de actualización como de especialización.  

19. ¿Es necesaria una reforma del modelo policial español?  

No soy partidario de un cambio radical del modelo policial, pero sí de introducir algunas reformas en el mismo para adaptarlo a una realidad cambiante y generar una mayor eficiencia. Así, resulta imprescindible desarrollar un modelo de carrera profesional más homologable en el ámbito de la seguridad pública. En segundo término, es conveniente un reconocimiento legal del creciente protagonismo que algunas policías locales están adquiriendo en la seguridad ciudadana. En tercer término, es imprescindible una mayor coordinación en el conjunto de nuestro sistema de seguridad, cada vez más fraccionado. Hay que impulsar y homologar el modelo de policías adscritas para el conjunto de comunidades autónomas que no disponen de policía autonómica. Por último hay que dar pasos hacia una mayor integración del Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil en información e investigación judicial.  

20. ¿Cuál es la política alternativa del PP en materia de seguridad?  

La política de seguridad del Partido Popular se sintetiza en más libertad y más seguridad para el ciudadano. Más libertad para los ciudadanos significa garantizar mejor sus derechos fundamentales, impedir la intromisión del Estado en sus vidas privadas, invertir la tendencia prohibicionista y autoritaria por la que se está deslizando el Gobierno actual y apelar más a la propia responsabilidad individual y social para garantizar la convivencia recuperando valores esenciales hoy abandonados. Más seguridad significa focalizar la acción policial en la lucha contra la delincuencia y no en el control del ciudadano, aumentar las penas para los delitos que generen más alarma social y una política de más firmeza y más determinación para combatir el crimen.